EL OTOÑO CALIENTE DE BERGOGLIO Y LA PASIÓN DE LA IGLESIA
18/09/16
por Antonio Socci
Se preanuncia un otoño caliente
para el Papa Bergoglio. Antes que nada por la serie de derrotas políticas que
continua cosechando, él, que es el más político entre los papas modernos: la
derrota electoral de Ángela Merkel en Alemania es precisamente una consecuencia
de su política sobre la inmigración que ha sido promovida de manera obsesiva
por Bergoglio.
Además, en toda Europa, crece la
opinión pública que se opone a la “invasión” descontrolada fomentada por el
Papa argentino (lo demuestran el Brexit, el Muro de Calais, las elecciones en
Austria y también en la católica Croacia donde ha recientemente ganado el
partido de centroderecha).
En estas horas, el último de sus
disgustos se debe a la “caída” de Hillary Clinton, que seguramente preocupa a
Bergoglio tras su espectacular torpedo lanzado contra Trump sobre la
inmigración, para ponerlo en desventaja (a pesar de que la Clinton sea una
fanática laicista).
El papa sudamericano ya ha tenido
que encajar la derrota de su candidato a la presidencia en Argentina, donde ha
ganado Mauricio Macri, de centroderecha, por él adversado. A todo esto, hay que
añadirle el derrumbe del poder de sus amigos de la izquierda brasileña, Lula y
Dilema Rousseff (destituida y bajo impeachment).
También la tentativa de estipular
un acuerdo con la China comunista (acuerdo que sería como dar una bofetada a
los cristianos perseguidos y a los obispos clandestinos) se presenta cada vez
más difícil, no obstante que Bergoglio haya firmado declaraciones embarazosas
en las que legitima la dictadura y sus crímenes y hasta haya llegado a acatar
la orden del régimen comunista de excluir al Dalai Lama de los próximos
encuentros de las religiones en Asís, el 20 de septiembre.
Finalmente, destaca su
inmovilismo, a nivel diplomático e internacional, en relación con la tragedia
de los cristianos perseguidos y masacrados en diversas partes del mundo.
PROFANACIÓN
En el frente interno vaticano, a
pesar del clima de miedo que Bergoglio ha instaurado, desatará fuertes
polémicas la carta que ha enviado en estos días a los obispos argentinos, en la
que afirma que la única verdadera interpretación de Amoris laetitia es la
ultramodernista, es decir “la que de hecho incita al adulterio y a la
profanación de los sacramentos” (me dice un prelado de la oposición).
Es la primera vez en la historia
de la Iglesia que un Papa avala con su firma una inversión de la ley moral.
Pero, barrer el milenario
magisterio de la Iglesia fundamentado en el Evangelio acarrea enormes
consecuencias en la vida de los cristianos y hasta inducirá a interrogarse
sobre la ortodoxia de Bergoglio (duda que hace unos meses Newsweek puso nada
más ni nada menos que en la portada: “Is the Pope Catholic?”).
Según el pensamiento católico, la
demolición de los sacramentos significa demoler a la misma Iglesia Católica. El
actual Obispo de Roma lleva adelante esta estrategia en distintos modos: desde
la progresiva sustitución de la jerarquía (parece que tiene en proyecto un
nuevo Consistorio para crear un pelotón de cardenales bergoglianos que así
condicionaría también el futuro) hasta los continuos picazos sobre los diversos
pilares de la doctrina católica.
Aunque de manera disimulada,
están ya preparándose los golpes al sacerdocio (con la admisión de las mujeres
al diaconado y con el empañamiento del celibato).
Pero el objetivo principal
concierne una vez más a la Eucaristía y entra dentro del proyecto de “protestantización”
de la Iglesia Católica que es poderosamente querido por un eje político que va
desde los Estados Unidos de Obama hasta Alemania y Europa del Norte.
Probablemente se trata del proyecto al cual se opuso Benedicto XVI y por el
cual fue “acompañado a la salida”.
BERGOGLIO Y LUTERO
La ruptura debería consumarse el
próximo 31 de octubre, con la visita bergogliana a Suecia para “celebrar” los
500 años del cisma de Lutero.
Ya la visita en sí misma es
ocasión de discusión, porque el Obispo de Roma se ha obstinadamente negado a
acudir al Congreso Eucarístico de Génova, en septiembre (primer caso, en el
Post-Concilio, de un Papa que rechaza participar en este evento espiritual),
mientras que participa de manera entusiasta en las celebraciones del más
devastador hereje de la historia de la Iglesia. En esta ocasión puede ocurrir
lo “irreparable”, es decir, puede verificarse la aprobación de la
“intercomunión” entre católicos y luteranos.
Esto significaría la abolición de
hecho de la doctrina católica sobre la transustanciación, en la práctica la
abolición de la Eucaristía. Hay que recordar que en la ceremonia del pasado 28
de junio, y no de casualidad, el Papa emérito Benedicto XVI insistió en el
término “transustanciación”, precisamente para indicar el peligro inminente…
La intercomunión entre católicos
y luteranos equivaldría a la equiparación de la Eucaristía con el pan normal de
la cena luterana. Para la Iglesia sería una catástrofe. ¿Cuáles son los
indicios que van en esta dirección?
INDICIOS
Antes que nada, las sorprendentes
palabras pronunciadas por Bergoglio el 15 de noviembre de 2015, en su visita a
la comunidad luterana de Roma.
Luego, la interpretación que de
esas palabra dio una fuente oficial como “Civiltà Cattolica”.
Por último, anteayer, en Santa
Marta, Bergoglio hizo un discurso que podría ser su típico fuego de artillería
preventivo que generalmente desata para preparar sus operaciones de demolición
(así hizo también en relación con el tema de la comunión a los divorciados
vueltos a casar).
De hecho ha hilvanado una
desquiciada serie de imágenes, como hace cada vez que quiere golpear a quien se
opone a su “revolución”.
Al final de su confuso discurso,
el meollo ha sido éste: impidamos que el diablo destruya a la Iglesia con las
divisiones, sobre todo las divisiones que atañen a la “raíz misma de la unidad
de la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, la Eucaristía”.
En sí mismo este concepto sería
normal y justo, si no hubiera sido utilizado al revés, porque los que quieren
dividir, contra los que Bergoglio ha empezado ya a despotricar, podrían ser
aquellos obispos católicos que mantienen que no se puede asimilar la Eucaristía
(verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo) con el pan de la cena luterana.
Conociendo el modo de proceder de
Bergoglio cabe prever que será precisamente ésta aparente apología de la
Eucaristía el argumento que utilizará para el ataque final a la misma
Eucaristía (ya ha utilizado estos increíbles artificios dialécticos en la
Amoris laetitia donde se llega a exhortar al adulterio a los convivientes para
el bien de los hijos).
LUTERO CONTRA LA EUCARISTÍA
En realidad, la única verdadera y
devastadora división de la Iglesia en relación con la Eucaristía la provocó,
hace 500 años, precisamente aquel Lutero que Bergoglio irá a festejar.
He aquí lo que Lutero afirmaba de
la Santa Misa:
“Yo declaro que todos los
prostíbulos, los homicidios, los robos, los asesinos y los adúlteros son menos
malvados que esa abominación que es la misa papista.”
Y más aún:
“Cuando la misa será destruida,
pienso que habríamos derribado con ella todo el papismo. De hecho, el papismo
se apoya en la misa como en una roca, todo entero con sus monasterios,
obispados, colegios, altares, ministerios y doctrinas, en una palabra con toda
su panza. Todo esto se derrumbará necesariamente cuando será derribada su misa
sacrílega y abominable.”
Entonces, si Bergoglio fuera
coherente con lo que dijo anteayer, si de verdad quisiera proteger la
Eucaristía, en vez de ir a legitimar a Lutero y sus doctrinas, debería decir a
los protestantes que no es posible ninguna intercomunión y que la Eucaristía es
el verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo.
Luego, debería retirar la Amoris
laetitia que de hecho legitima la profanación de la misma Eucaristía.
Pero no hará nada de todo esto e
irá por su camino, que es fuertemente patrocinado por los poderes fácticos
internacionales.
Los cuales son los grandes
partidarios de este pontificado y han sido los grandes enemigos del de
Benedicto XVI que finalmente ha sido “dimitido”.
Sin embargo, siempre es posible
que la parte católica de la Iglesia se rebele (importantes intelectuales
cercanos a los papas precedentes han escrito que se ha pasado el límite) y
puede que surjan posibles quiebras en el pontificado bergogliano si en la Casa
Blanca no se queda el bloque Obama-Clinton que lo apoya.
Antonio Socci
[Traducido por María Teresa
Moretti. Equipo de traducción de Adelante la Fe.Artículo original]