OPERACIÓN
PAPERCLIP: LA ALIANZA DEL PENTÁGONO CON LOS NAZIS
De los V2 a la Luna
Apenas
terminada la Segunda Guerra Mundial en el teatro de operaciones, se inicia la
rivalidad entre los Estados Unidos y la URSS. La prioridad de ambos pasa a ser
el rápido saqueo del enemigo vencido: el Tercer Reich de Adolf Hitler. Así, el
conocimiento tecnológico desarrollado por los científicos alemanes despierta la
codicia aunque haya sido fruto de la explotación de una mano de obra en
cautiverio en los campos de concentración.
Una
parte del estado mayor de los Estados Unidos, sacudida por lo que descubren sus
hombres en Dachau, Auschwitz, Dora, ordena recoger la mayor cantidad posible de
pruebas con vistas a un proceso de los dirigentes nazis. Por el contrario, otros
oficiales del estado mayor consideran que estos criminales son un personal
insustituible que conviene poner al servicio del poderío de los Estados Unidos,
de modo que el Pentágono pone en marcha una operación para recuperar a los
científicos alemanes que hayan trabajado para el Tercer Reich nazi de Adolf
Hitler.
Llamada
«Operación Paperclip» (Operación clips), se le confía a la Joint Intelligence
Objectives Agency (JIOA) [1], que entonces agrupa a todos los servicios de
inteligencia militar de los Estados Unidos. Como explicará más tarde su
director, Bosquet Wev, «el gobierno se preocupaba por “tonterías” −como
los expedientes de los nazis− en lugar de priorizar
“el interés de los Estados
Unidos, de modo que malgastaba inútilmente sus fuerzas queriendo golpear al
monstruo nazi muerto”» [2].
La
operación se enfrenta a una gran resistencia proveniente al mismo tiempo de
dirigentes políticos y en el estado mayor. La posición del presidente Franklin
Delano Roosevelt es clara: rechaza el conceder privilegios a los oficiales de
las SS y a los miembros del ministerio alemán de Relaciones Exteriores al ser
interrogado sobre el asunto por William Donovan, jefe de la OSS.
Entre
las personas así reclutadas por la OSS «algunos tendrán que ser definitivamente
juzgados por crímenes de guerra o al menos detenidos por haber participado de
forma activa en las actividades nazis», argumenta. Pasando por encima de la
orden presidencial, la JIOA toma la decisión de falsificar expedientes
militares de los científicos alemanes que se propone sacar con destino hacia
los Estados Unidos [3].
Los
científicos más codiciados en lo inmediato son los que han constituido la
amenaza más fuerte para los Aliados, es decir, los que han concebido los
temibles misiles V2, (cohetes supersónicos) en cuya vanguardia está el nazi
Wernher von Braun. Con sólo 32 años en 1945, se trata de uno de los más
brillantes ingenieros de la época. Desde la década de 1930 trabaja con Hermann
Oberth, padre del cohete alemán.
Pasa
a formar parte de las SS y del comando personal del jefe de la organización,
Heinrich Himmler, antes de obtener el grado de comandante. Durante la guerra
trabaja en el centro de Peenemünde en el proyecto de los cohetes V2,
construidos en la fábrica Mittelwerk por personal procedente del campo de
concentración de Dora.
El
mayor de las SS Wernher von Braun en 1943 (círculo rojo). Presentación a los
dignatarios nazis del centro de investigación Peenemünde donde fue concebida la
«guerra de las galaxias» y realizados los cohetes V2 nazis. Von Braun se
convirtió posteriormente en director de la NASA estadounidense.
Tras
la victoria de los Aliados, es internado por un tiempo en Garmisch por el
equipo del coronel norteamericano Holger Toftoy, quien alberga un proyecto
descabellado: reiniciar en la base de Fort Bliss, en los Estados Unidos, el
programa coheteril en el que trabajaba von Braun, a quien le encarga además
convencer a sus antiguos colegas para unirse en la aventura.
La
tarea no es muy difícil: en su mayoría, los científicos corren el riesgo, si se
quedan en Europa, de ser conducidos ante un tribunal por «complicidad en
crímenes de guerra». Paralelamente, uno de los directores de la JIOA, E.W.
Gruhn, se encarga de hacer una lista de científicos alemanes y austriacos de
los más calificados para que sean reclutados y trabajen para el gobierno de los
Estados Unidos.
Para
ello se apoya en Werner Osenberg, quien dirigió la sección científica de la
Gestapo encargada de verificar la confiabilidad política de los científicos que
trabajaban para el Reich. Los informes y expedientes de la siniestra policía le
permitieron a Osemberg hacer una lista de 15 mil nombres de científicos con su
filiación política y valor científico. Como lo señala Linda Hunt, este método
«favorecía sobre todo la contratación de nazis acérrimos y convencidos» [4].
El
programa confiado a von Braun no obtiene inmediatamente los resultados
esperados. En junio de 1947 se efectúa el lanzamiento del primer V2 modificado
desde la rampa de White Sands Proving Ground, en Nuevo México. El misil,
ensamblado a partir de piezas alemanas recuperadas en Mittelwerk, se aleja de
su trayectoria inicial para ir a estrellarse del otro lado de la frontera
mexicana, a menos de cinco kilómetros de un barrio superpoblado de Ciudad
Juarez, lo que obliga a Washington a explicarles inmediatamente a los mexicanos
que bajo ningún concepto pretende lanzar un ataque coheteril contra su país.
Nota
desclasificada del jefe del Estado Mayor de la US Air Force, del 2 de junio de
1953, en la que hace constar que 820 científicos nazis han sido ya reclutados
en el marco del proyecto Paperclip.
El
traslado de científicos tan implicados en el aparato nazi no podía producirse
sin dificultades. Muchos de ellos sólo aceptaron este «exilio» bajo amenaza de
persecución judicial en su país, lo que no es una prueba de confiabilidad. En
el mejor de los casos consideran colaborar con un aliado objetivo en la lucha
contra la URSS.
En
el peor, están decididos a compartir lo menos posible las tecnologías que
dominan o a venderlas al mejor postor. Estos problemas son identificados al
principio de la operación. Walter Jessel, teniente del ejército norteamericano,
fue encargado en 1945 de evaluar la lealtad de los científicos antes de que
abandonaran Alemania.
Su
informe, basado en los interrogatorios, concluye que Von Braun y sus hombres
tratan de ocultar sus informaciones a los oficiales norteamericanos. Según el
militar estadounidense, confiar en ellos sería «absurdo». Después de todo, los
científicos alemanes estaban hasta hacía poco en el campo enemigo.
A
pesar de ello no serán puestos nunca bajo estricta vigilancia por el comandante
James Hamill, responsable directo del grupo Paperclip en Fort Bliss: «No sólo
(…) los miembros de Paperclip estaban autorizados a un amplio acceso a las
informaciones secretas, sino(…) que no había ni toque de queda ni verificación
del correo alemán». Además, «las actividades de los científicos en el exterior
eran muy poco controladas», lo que da fe de una ligereza increíble o de una confianza
ciega que sólo puede explicarse como simple ingenuidad.
Una
operación de «interés nacional»
La
opinión pública no se inmuta por esta llegada al territorio norteamericano de
antiguos científicos nazis, además de haber sido cuidadosamente desinformada al
respecto. A finales de 1946 el departamento de Guerra organiza incluso un día a
puertas abiertas en Wright Field a fin de presentarle a la prensa una
delegación de «sabios alemanes». Los artículos publicados tras esta iniciativa
propagandística silencian los antecedentes dudosos de estos brillantes
ingenieros.
La
ortodoxia del Pentágono quiere que todos sean «pasados por el tamiz». El
subsecretario de Guerra Patterson declara «que ningún científico sospechoso de
crímenes de guerra ha sido introducido en los Estados Unidos». En realidad,
existen importantes diferencias dentro de la propia base de Wright Field, donde
varios militares norteamericanos se indignan por tener que trabajar con
«criminales de guerra nazis».
Así,
Theodor Zobel es acusado de haber «efectuado experiencias con seres humanos
cuando dirigía los túneles de pruebas aerodinámicas de Chalais-Meudon, en
Francia, información confirmada por un informe del OMGUS, la administración
militar norteamericana en Berlín. El experto en carburantes de reactores, Ernst
Eckert, ve resurgir su pasado de antiguo miembro de las SA, luego del NSDAP a
partir de 1938 y de las SS en 1939. Pero la política del Pentágono es la de
proteger al máximo a estos hombres mientras siguan trabajando mientras se va
trayendo a otros más.
A
partir del verano de 1947, la JIOA lanza una nueva operación titulada «National
Interest» (Interés Nacional) que le permite reclutar a toda la gama de
científicos nazis, incluso a los que han sido condenados por crímenes de
guerra. Esta les propone trabajar para el ejército o para grandes empresas
privadas, especialmente para Lockheed, W.R. Grace and Company, CBS Laboratories
y Martin Marietta.
Otto
Ambros es de los que se benefician con el programa. Director del IG Farben
durante la guerra, participa en la decisión de utilizar el Zyklon B (producido
por una filial del IG Farben) en las cámaras de gas y escoge el campo de
exterminio de Auschwitz para instalar una fábrica. Esto le permite producir,
con mano de obra en condiciones de esclavitud, gases asfixiantes que probaba
allí mismo con prisioneros antes de extender su uso a los demás campos.
Declarado culpable en Nuremberg de esclavización y asesinatos en serie, es
beneficiario de la clemencia del tribunal y sólo es condenado a ocho años de
prisión.
Durante
su encarcelamiento su nombre se mantiene en las listas de contratación de la
JIOA, que lo recluta desde su liberación anticipada mediante John McCloy, alto
comisionado de los Estados Unidos para Alemania. Entonces es integrado como
«consejero» a los efectivos de W.R. Grace Company, Dow Chemical, así como a los
del US Army Chemical Corps.
Objetivo
la Luna
A
pesar de las dificultades encontradas al inicio del programa, la operación
Paperclip cumple rápidamente sus promesas en varios campos en los que el estado
mayor no vacila en colocar a «sus» científicos nazis en puestos clave. El más
emblemático es el de la conquista espacial en el que se destaca todo el antiguo
equipo de los V2, que dirige prácticamente la totalidad de las investigaciones.
Elevado
al rango de prioridad por el presidente John F. Kennedy en 1961, el envío de un
hombre a la Luna es directamente confiado a los ingenieros nazis del equipo de
Wernher von Braun, quien se convierte en el primer director del Marshall Flight
Center, el centro espacial de la NASA en Huntsville.
Arthur
Rudolph es nombrado jefe de proyecto para el programa de la nave Saturno V, la
que llegaría a la Luna en 1969. Durante la guerra, como jefe de producción en
Mittelwerk, Rudolph estuvo especialmente encargado de determinar el número de
horas de trabajo que podían realizar los prisioneros procedentes del campo de
concentración de Dora.
Finalmente,
el ex miembro de las SS, de las SA y de otras dos agrupaciones nazis, Kurt
Debus, se convierte en el primer director del Kennedy Space Center en Cabo
Cañaveral. La colaboración de los tres hombres permite a los Estados Unidos
realizar una de las hazañas más espectaculares de su historia ya que, el 21 de
julio de 1969, Neil Armstrong pisa la Luna, una verdadera coronación para la
cooperación científica entre el partido nazi y el estado mayor norteamericano.
Hubertus
Strughold. Científico nazi que experimentó con cobayas humanas, generalmente
prisioneros de guerra, la resistencia al frío del cuerpo humano, este era el
triste final para miles de deportados en el campo de concentración de Dachau.
Hubertus Strughold fue reclutado para el proyecto Paperclip.
in
embargo, no es el único campo en que esta operación da excelentes resultados. A
principios de la década de 1950 el ejército de los Estados Unidos lanza un
programa destinado a mejorar el conocimiento de la salud de los pilotos y los
cuidados a dispensarles en caso de accidente o circunstancias extremas, como el
lanzamiento en paracaídas a muy elevada altura. Estas investigaciones son
centralizadas en la Escuela de Medicina Aérea de Randolph Field, en Texas, bajo
la dirección del general Harry Armstrong.
Varios
científicos nazis trabajan junto a él. El más eminente de ellos es Hubertus
Strughold, quien, tras haber vivido en los Estados Unidos en el período de
entreguerras, se convierte en el responsable del Instituto de la Luftwaffe para
la medicina aérea en Berlín. Se trata de un centro siniestro donde científicos
han realizado experimentos especialmente atroces con detenidos de los campos de
concentración a fin de determinar la resistencia al hielo, a la absorción de
agua salada y a la falta de oxígeno. Oficialmente Strughold no habría tenido
conocimiento de estos experimentos, sin embargo fueron realizados por sus más
cercanos colaboradores:
Siegfried
Ruff, responsable de los experimentos de simulación de gran altitud (que
volvían completamente locos a los detenidos por la falta de oxígeno) escribió
con él un libro sobre salud aérea. Poco faltó para que Ruff también fuera
contratado en el marco de Paperclip después de haber sido absuelto
milagrosamente en Nuremberg. Aún hoy, el edificio de la US Air Force en San
Antonio lleva el nombre de Hubertus Strughold.
Edgewood
Arsenal: del gas mostaza al control del cerebro
El
Código de Nuremberg, destinado principalmente a prevenir la reedición de los
errores nazis, así como las leyes vigentes en la zona norteamericana de
Alemania que prohibían a los alemanes hacer investigaciones sobre guerra
química, no impidieron al gobierno de los Estados Unidos utilizar los cerebros
nazis en el marco de la operación Paperclip. Muy por el contrario.
La
ultrasecreta base militar de Edgewood Arsenal, en el estado de Maryland, era
desde 1922 el principal centro de investigaciones médicas sobre guerra química
en los Estados Unidos. Primero para probar los gases creados por los alemanes
durante la guerra, y más tarde los métodos de manipulación psicológica, muchos
científicos de la operación Paperclip realizaron experimentos en la misma entre
1947 y 1966, con frecuencia de manera demasiado empírica y utilizando los
conejillos de Indias que tenían a mano, lo que no mejoró la imagen de
Paperclip, incluso entre el personal científico permanente de la base.
Así,
el entonces director científico de Edgewood, el Dr. Seymour Silver, comentaba
sus trabajos en los siguientes términos: «Su apreciación general tanto en lo
referente a la elección de los sujetos como a los experimentos en sí mismos era
errónea, muy mala». Ahora bien, en el campo de los gases de combate, de los
gases paralizantes y psicotrópicos, tales métodos tuvieron consecuencias
humanas terribles.
Uno
de los primeros nazis reclutados en la base es Kurt Rahr, segundo asesino nazi
buscado en Alemania tanto por delitos comunes como por su apoyo al III Reich. A
pesar de un uniforme desfavorable que no lo consideraba digno de confianza y
por lo tanto peligroso para la seguridad de los Estados Unidos, la JIOA envía a
este especialista de la electrónica de alta frecuencia a Edgewood en septiembre
de 1947, pero no le confían trabajos secretos y es demasiado moderado para el
gusto de Hans Trurnit, otro reclutado, importado en 1947, de la élite
científica nazi esta vez, que lo acusa de comunista y hace que sea expulsado a
Alemania. Profesor titular en la universidad de Kieldu de 1934 a 1940, Trurnit
fue adjunto del profesor Holzlöhner, quien realizó experimentos con prisioneros
de Dachau durante la Segunda Guerra Mundial relacionados con el frío.
Sin
embargo, el principal triunfo de Edgewood en el marco de Paperclip es el
químico Friedrich Hoffmann, uno de los primeros en llegar ala base. Este
antiguo candidato rechazado por las SA sintetizaba durante la guerra los gases
tóxicos y las toxinas para el laboratorio de química de guerra de la
universidad de Würzburg y el Instituto de Investigaciones Técnicas de la
Luftwaffe. Una vez en los Estados Unidos, es encargado de crear nuevos trajes
de protección y antídotos contra los dos gases más mortales creados por los
nazis y que posee la US Army, el Tabun y el Sarín, llevados en grandes
cantidades desde Alemania a los arsenales norteamericanos.
Con
ayuda de los informes sobre las experiencias realizadas en los campos de
concentración y de conejillos de Indias seleccionados entre soldados de la
base, voluntarios, pero poco informados sobre la realidad de las experiencias,
trata de determinar los efectos de estos gases en el organismo. El protocolo
experimental es sumario: se transforma una amplia pieza en cámara de gas, en la
misma se sitúan animales y soldados a quienes se les pide que retiren su
máscara antigases y respiren dosis de veneno hasta que no puedan soportarlo.
El
soldado Don Bowen, después de haber visto agonizar en medio de atroces
sufrimientos a todos los animales de la pieza, cuenta: «Mi primer reflejo fue
no respirar y, cuando finalmente hice una larga inspiración, el gas me quemó la
nariz, la garganta y los labios». Numerosos conejillos de Indias fueron así
hospitalizados luego de haber respirado pequeñas dosis de gas mostaza o Tabun.
El
LSD, arma de guerra psicológica
En
1949 a los científicos de Paperclip en la base de Edgewood se les confía una
nueva misión: probar un asombroso psicotrópico que provoca alucinaciones y
tendencias al suicidio entre los humanos. Se trata del LSD, descubierto algunos
años antes por otro Hoffmann, Albert esta vez, en los laboratorios Sandoz, de
Basilea [5]. Según su principal promotor, L. Wilson Greene, su utilización
debía hacer posible una guerra más humana.
Al
principio el objetivo es determinar si se puede recurrir al LSD y a otros
sesenta psicotrópicos para realizar una guerra «psicoquímica» destinada a
debilitar a la población y a las tropas enemigas. Pero progresivamente, con el
aumento en potencia de la Guerra Fría y la multiplicación de las operaciones de
contrainsurgencia, la CIA acapara el proyecto para utilizarlo en la conducción
de los interrogatorios y como medio para quebrar la resistencia psicológica del
interrogado, provocar disociaciones psicológicas y estados de amnesia [6].
Las
fuentes de información de la CIA para la guerra química eran en lo fundamental
científicos alemanes que habían trabajado para el IB Farben (la sociedad que
producía el gas Zyklon B utilizado en los campos de concentración) como Walter
Reppe, su ex químico jefe, a quien los Estados Unidos tratan de captar en vano
en 1948 mientras trabaja ya para los británicos. Friedrich Hoffmann inicia un
amplio censo de las plantas psicotrópicas para ultimar el «suero de la verdad».
Se
dan igualmente importantes dosis de LSD a soldados-conejillos de Indias en
Edgewood antes de someterlos a interrogatorios agresivos que provocan en ellos
estados de miedo intenso, incluso en algunos casos convulsiones, epilepsia o
crisis de paranoia aguda que les dejan numerosas secuelas. Las investigaciones
sobre la amnesia condujeron a la utilización del Sernyl (SNA), conocido
igualmente como PCP o «polvo de ángel», administrado por vía oral o por aerosol
a soldados mientras caminaban sobre una estera rodante.
Accesos
de locura intensa, amnesia total y otros estados críticos fueron observados en
los laboratorios de Edgewood. Entre los nazis más virulentos de Paperclip
participantes en las investigaciones sobre guerra química y psicológica se
encontraba igualmente el ex brigadier general Walter Schieber (empleado durante
10 años), quien había supervisado las fábricas de armamentos francesas durante
la ocupación, las plantas alemanas que empleaban STO y el programa nazi de
guerra química. Encarcelado en 1945 bajo sospecha de crímenes de guerra, salvó
la vida redactando informes sobre la guerra química para el US Army tras
haberse presentado como testigo vedette en Nuremberg. Fue integrado a Paperclip
en 1947.
Entre
1955 y 1975 siete mil soldados fueron utilizados como conejillos de Indias no
voluntarios, sometidos a gas, asfixiados y drogados para las investigaciones
sobre el control del cerebro.
Un
elemento de una política
El
final de la aventura es lastimoso. A partir de inicios de los años 70 disminuye
el financiamiento militar para los programas científicos de Paperclip. En 1971
las restricciones presupuestarias afectan duramente el programa espacial,
especialmente a los ingenieros alemanes. Arthur Rudolph pasa a retiro con la
más alta distinción de la NASA, la Distinguished Service Medal.
El
mismo año, Wernher von Braun es obligado a testimoniar ante fiscales de
Alemania Occidental encargados de investigar los crímenes cometidos en el campo
de concentración de Dora. Poco después debe abandonar su sueño secreto de
convertirse administrador general de la NASA. En 1974 le corresponde el turno
del retiro a Kurt Debus. Diez años más tarde, en 1984, cuando resurgen las
acusaciones de crímenes de guerra contra Arthur Rudolph, este último es
obligado a abandonar los Estados Unidos para trasladarse a Hamburgo.
En
total, los diferentes programas de la Operación Paperclip movilizaron a cerca
de 1 500 científicos nazis para luchar contra la URSS y daan fe de la decisión
del estado mayor interarmas de los Estados Unidos de colaborar con el partido
nazi a pesar del veto del presidente Roosevelt. Esta decisión fue validada
posteriormente por el presidente Truman y elevada a nivel de política federal
sistemática. Bajo el control del Consejo de Seguridad Nacional son realizadas
operaciones paralelas en otros campos para recuperar e integrar a los cuadros
nazis, así como a los cuadros del sistema militar japonés, al aparato de
seguridad de los Estados Unidos o para emplearlos en las operaciones secretas
en el extranjero.
Publicado
por Tadeo Moreno en jueves, octubre 25, 2012