LA
SOBERANÍA SATELITAL Y ALGUNAS GANSADAS QUE SE DICEN POR AHÍ
ARSAT-1 es
un satélite de comunicaciones geostacionario operado por la empresa propiedad
del Estado argentino AR-SAT. Fue construido por la empresa argentina INVAP.
Inicialmente programado su lanzamiento para mediados de 2012, fue pospuesto
2013, y finalmente el satélite fue lanzado el 16/10/2014 con el cohete Ariane
5, a cargo de la empresa Arianespace, desde la Guayana Francesa. Estará
localizado en el slot geoestacionario en la longitud 72° Oeste, y a 36.000
kilómetros de la corteza terrestre. Más allá de los datos 'duros', hay algunas
consideraciones imprescindibles para incorporar al tema.
16/10/2014.
La presidenta Cristina Fernandez de Kirchner durante la cadena nacional en
donde se refirió al lanzamiento del Satélite ARSAT 1. FOTO Marcos Adandía
/MA/NA
por GERMÁN
BERIZZO
SAN CARLOS
DE BARILOCHE (Especial para Urgente24). Como Barilochense, no puedo menos que
estar orgulloso del nivel alcanzado por INVAP en la I+D de tecnologías de punta
como las aplicadas al ARSAT I. Pero de
ahí a hablar de soberanía satelital hay un mundo de diferencia. Soberanía satelital
sería que el ARSAT I fuera totalmente construido en Argentina, con electrónica
argentina, con propelentes argentinos, con paneles solares argentinos. En
proporción, estábamos más cerca de lograr una integración nacional cercana al
100% en la década de 1970 que ahora.
Es el mismo
cuadro que se puede ver en las armadurías de Tierra del Fuego en donde lo único
nacional es el cartón del embalaje.
Para
dejarnos de pavadas y de chauvinismo kirchnerista, hagamos un poco de historia.
Argentina
participó del consorcio INTELSAT desde 1967 con una tenencia mayor al 5% de sus
acciones. INTELSAT era un consorcio de naciones cuyo objetivo era darse cobertura satelital para servicios
de telefonía, datos y televisión. Por años, desde Balcarce y desde Bosque
Alegre nuestro país se sirvió de satélites de cobertura global para cubrir sus
necesidades. Estos satélites tenían una Potencia Isotrópica Radiada Equivalente
(PIRE: es el producto de la potencia que alimenta la antena transmisora por la
ganancia de dicha antena. Esta potencia es la que ofrece el transmisor tras
pasar por el alimentador) de alrededor de 21 dBW (unidad de medida de potencia
expresada en decibelies o dB, relativa a un vatio o W), valor equivalente en
potencia a una bombita de unos 100 Watts
colocada a 36.000 Km de altura, lo que requería de inmensas antenas parabólicas
para obtener una señal comercial decente.
Pero a fines
de los '70, la tecnología dio un salto inmenso al obtenerse mayores potencias
para irradiar, lo que junto a la revolución del "shapeo" de las
antenas irradiantes y el incremento de su tamaño en el espacio, dio lugar al
nacimiento de los DOMSATS (satélites domésticos). LA PIRE de estos satélites se
incrementó en 15 a 16 dB (decibelio en España,o decibel en América, la unidad relativa
empleada en acústica, electricidad, telecomunicaciones y otras especialidades
para expresar la relación entre 2 magnitudes: la magnitud que se estudia y una
magnitud de referencia), equivalente a unos 3Kw en el espacio, permitiendo
tamaños de antena en tierra por debajo de los 3 metros en la banda
"C" (3700-4200 Mhz).
Obviamente,
USA fue el primero en explotar masivamente esta nueva aplicación satelital a
través de sus muchos fabricantes de satélites.
A principios
de los '80, varios países decidieron volcarse al Domsat.
México hace
30 años contrató la construcción de unidades satelitales Hughes con
adaptaciones desarrolladas por técnicos mexicanos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes,
dando cobertura nacional de telecomunicaciones a todo su territorio
ejercitando, soberanía espacial sin aspavientos y con el control telemétrico de
sus vehículos desde México. Al día de
hoy, México ha lanzado 12 satélites de comunicaciones con diferentes grados de
intervención local en el desarrollo de los mismos y están en fase de
construcción 3 nuevas unidades.
Luego de
años de soberanía satelital, el sistema mexicano de telecomunicaciones fue
transferido al consorcio francés Eutelsat, quedando la operación en manos
privadas por lo que México, en los términos del Frente para la Victoria, se ha
hundido "en las garras de los buitres franceses" y perdida su
soberanía satelital. (¿?)
Las varias
posiciones satelitales en poder de México fueron defendidas de otros países
interesadas en obtenerlas a través de Joint Ventures con operadores satelitales
internacionales, al alquilarlas para su operación. Al revés de lo insinuado por
la Administración Cristina, no existe ninguna obligación de construir &
operar un vehículo para mantener una determinada posición satelital. Se puede
encomendar a un tercero la construcción, construir uno mismo o arrendar
cumpliendo ciertas reglas y mantener la posición orbital. Argentina lo hizo a
través de Nahuelsat en la década del '90, empresa que con las típicas idas y
venidas argentinas más la corrupción y
las normas confiscatorias terminó desistiendo y dejando al país sin
renovación satelital y obligado a "alquilar" la posición 72 oeste a
SES WS y al operador GE Americom (Satélite AMC 6).
Es posible
que la decisión de apurar el ARSAT I no estuvo basada en la pérdida de la
posición orbital 72 oeste sino que la vida útil del AMC 6 no supera el 2015,
por lo que todo el paquete de canales de TV y radios de Argentina se podrían
quedar sin "alojamiento".
Brasil es un
ejemplo de soberanía satelital en serio
y desarrollo, paso a paso, de tecnologías propias y un alto grado de
integración nacional. Inició su desarrolo satelital en 1984 al determinar las
especificaciones técnicas que debería cumplir el constructor (sociedad de Spar
Aerospace y Hughes). Lanzado en febrero de aquel año, y
gracias a una PIRE superior a los 35 dBW
permitió una efectiva integración cultural de los parajes alejados y
carentes de servicios de TV en Brasil, al poder recibirse TV con antenas
menores a los 2 metros de diámetro y señales sin ningún tipo de
codificación. (En la Argentina, sin
embargo, el pack de TV Digital Abierta o TVDA que se puede ver en cualquier
televisor con sintonía digital está férreamente codificado en el satélite,
impidiendo que un argentino residente en un paraje aislado pueda verlo.)
Brasil no se
desvivió por construir sus propios satélites sino en desarrollar una fuerte
operadora internacional de estos servicios. En asociaciones con Spar, Hughes,
Alcatel Alenia, OSC y Space
Systems/Loral han pasado de operar como
Brasilsat durante más de 20 años a su nueva denominación Star One, que hoy
opera 5 satélites activos en la región y tiene 2 más en carpeta para 2015 y
2016 con cada vez mayor integración de componentes hechos en Brasil en un
programa que los va llevar a poder
construir vehículos espaciales con 100% de integración nacional.
No quiero
cuestionar los logros anunciados. Estar en contra de lo hecho por INVAP-ARSAT
es una cretinada porque el esfuerzo y trabajo puesto de manifiesto por esta gente
es encomiable.
Sin embargo,
Cristina no honra ese esfuerzo cuando decide la utilización política de la
tarea de más de 1.300 ingenieros y técnicos para tapar las barbaridades
económicas, morales y operativas de este protogobierno que lo único que sabe hacer
bien es distorsionar la realidad para alimentar a una inmensa gilada
desinformada.
Finalmente,
es bueno recordarle a la Presidenta de la Nación y su coro que INVAP ha
resistido todo tipo de crisis produciendo tecnología y exportando a terceros
países mucho antes de que comenzara la historia en 2003. Tampoco es muy serio
decir, ya que estamos y para buscar un poco de equilibrio ante ciertas gansadas
de algunos opositores, que un romance entre una diputada nacional y un
funcionario destacado de INVAP haya generado un flujo de fondos hacia esta
empresa.
Y para
terminar, un pedido a la gente del gobierno: Dejen de hacer bandera con este
tema. Dejen en manos de gente con conocimiento en el tema satelital y sigan
haciendo política con los derechos, que es su especialidad ladriprogres. No sea
cosa que al dejar la órbita de aparcamiento y en camino a la geoestacionaria
definitiva, un micrometeorito le pegue a algún panel y nos terminemos metiendo el satélite en... lo más
profundo del espacio.