MASCARADA
Las máscaras están cayendo. El
hombre bueno, conciliador y abierto está dejando ver un rostro que más se
asemeja al de Stalin que al de San Francisco de Asís. La táctica pontificia de
la ambigüedad y los dobles discursos sigue vigente pero a niveles ya de tanta
desvergüenza que difícilmente pueda
alguien no apercibirse de la situación. Y pongo dos ejemplos. No me cabe duda
alguna que el “casamiento” sodomítico oficiado en Santiago del Estero y
publicitado en medios de prensa nacionales algunos días antes de su escandalosa
celebración, fue conocido y aprobado, al menos tácitamente, por el papa
Francisco. El neocon dirá: “De ninguna manera. El Papa no tiene tiempo para
estar enterado de lo que ocurre en todas las diócesis del mundo e intervenir
cuando se cometen desatinos en ellas”. Y yo les respondo: Sin embargo, el Papa
sí ha tenido tiempo suficiente para enterarse de la muerte de un cantante de
rock y de hablarle por teléfono a la abuelita del camporista Larroque en el día
de su cumpleaños. En el mejor de los casos, parece que distribuye bastante mal
su tiempo.
Y el neocon volverá a decir: “Pero el obispo de Santiago del Estero
salió a aclarar el tema”. Y yo le respondo: Claro que sí. Esa es justamente la
ambigüedad de Francisco: lo que queda es la foto que recorrió el mundo, a
saber, un señor disfrazado de mujer que se casa con otro señor. Lo que dijo el
obispo no lo leyó nadie y no le importa a nadie. Y el Papa, que actúa pour la
gallerie, queda como un príncipe… de este mundo.Segundo caso: el lenguaraz Mons.
Karcher, que dos veces pareciera que metió la pata en las casi diarias
entrevistas que concede a los medios de prensa argentinos, la última de ellas,
cuando afirmó que al Papa le “preocupa la gobernabilidad del país”, lo cual
puso de los pelos al gobierno nacional. Por supuesto, durante la visita de la
presidente Kirchner al Vaticano, el monsignorino fue desautorizado por el mismo
Papa Francisco. Según informaba el diario Ámbito Financiero, Bergoglio dijo a
la delegación argentina que Karcher no habla por él y que es un “figuretti”.
¿Qué haría cualquier Jefe de Estado que tuviera un mínimo de prudencia política
con un funcionario que lo pone en aprietos graves en dos ocasiones? Lo echa. El
Papa Francisco, en cambio, mantiene a Mons. Karcher en su puesto y no tengo
dudas de que éste seguirá “metiendo la pata”, siempre, claro, con la anuencia y
bajo la autoridad del Papa Francisco. No es cuestión de que, en castigo, lo
enviara de vicario a alguna parroquia de La Matanza, pero bien podría asignarlo
como escribiente escribiente de algún dicasterio. Pero Karcher es funcional a
su táctica: dice algo, y luego el arzobispo Tucho Fernández lo desdice en
Página 12. La vieja táctica jesuítica de Bergoglio: quedar bien con todos.Sin
embargo, en los últimos días, la máscara caída deja ya ver un rostro mucho más
cruel y feroz del Pontífice. Quiero comentar aquí tres casos:1. El primero de
ellos tiene que ver con el doblemente vergonzoso
espectáculo al que fuimos
sometidos el sábado último con ocasión de la visita de la presidente argentina
al Santo Padre. La foto que ilustra estas líneas es de por sí elocuente: el
papa Bergoglio, con rostro complaciente, es secundando por la Viuda tarasca y
desequilibrada, y la runfla de mequetrefes y ladrones de La Cámpora, entre
chorizos, pinturas de Evita y el P. Mujica y esculturas de la Virgen
Desatanudos, junto a otros obsequios.
El neocon dirá: “El Papa tiene
que recibir a todos y no puede vetar a quienes integran las comitivas de los
mandatarios”. Y es verdad. Pero tampoco está obligado a festejar con ellos con
la vulgaridad más rastrera que los caracteriza. Miren con detenimiento la foto
de
la derecha: el Romano Pontífice
se palmea y ríe con carcajada propia de feriante de bajo fondo con Wado De
Pedro, líder de La Cámpora, convertido en pocos años de hijo de desaparecidos
en millonario.
Los que tratamos de endulzar el
trago amargo que significó la elección de Bergoglio al solio petrino, nos
consolábamos pensando que, al menos, iba a ser un bien para el país pues
frenaría al kirchnerismo. Ludovicus comenzó a sospechar de entrada que no iba a
ser así, y tuvo razón: los Kirchner tienen en el papa Francisco a su principal
aliado y, en gran medida, están vivos y seguirán vivos gracias a él. La
catástrofe que los Kirchner significaron para Argentina, es la catástrofe que
Bergoglio significa para la Iglesia universal.2. Hace pocos días se conoció la
nominación de Mons. Blase Cupich, un oscuro obispo de una diócesis perdida del
estado de Washington, para la sede de Chicago, ocupada hasta ahora por el
cardenal George, conocido por sus posturas conservadoras.Se especulaba que ese
iba a ser el lugar del exilio del cardenal Burke, prefecto de la Signatura
Apostólica, y de quien Francisco quiere desembarazarse cuanto antes, de la
misma manera que envió al cardenal Cañizares a la sede de Valencia (aunque se
esperaba que ocupara la de Madrid). ¿Por qué Cupich en Chicago? Sencillo.
Porque Cupich es un retoño de Bergoglio. ¡Malditas sean las crías de ciertas
alimañas! Y aquí van algunos datos: cuando la Conferencia Episcopal de los
Estados Unidos se embarcó en la denominada “guerra cultural” contra el gobierno
de Obama, fue este obispillos uno de los pocos disidentes de esta política. Por
ejemplo, en 2010, los obispos americanos adoptaron una clara posición contraria
a la ley de salud pública promulgada por el gobierno que, entre otras cosas,
obligaba a los hospitales católicos a implementar métodos anticonceptivos.
Cupich aclaró que él no se opondría a esas prácticas sino que apostaría a
profundizar el diálogo con el gobierno. Cuando los obispos se opusieron
abiertamente a la posibilidad del matrimonio sodomita, el Bergoglito yankee
sacó una carta pastoral declarando que estaba mal “incitar la hostilidad hacia
las personas homosexuales y promover una agenda que lesionara la dignidad de la
humana”. También, frustró varios actos y demostraciones pro-vida en su
diócesis, ordenándole a sacerdotes y seminaristas no ir a rezar frente a las
clínicas donde se realizan abortos, ya que esas son “acciones inútilmente
provocativas”. Finalmente, de un documento escrito en junio último por Mons.
Cupich, puede sacarse en limpio la cruzada pro-vida que debe sostener la
Iglesia católica debe ser amplia: servir a los pobres y marginados, cuidar el
planeta y alertar sobre las distorsiones de la economía. Todas estas palabras
palabras y medidas nos suena mucho a los argentinos: son, sin más, lo mismo que
hizo Bergoglio mientras fue arzobispo de Buenos Aires.3.
Desde hace más de un año la
Cigüeña de la Torre viene graznando una noticia: quien reemplazaría al cardenal Cañizares
como prefecto de la Congregación del Culto sería Mons. Piero Marini. La noticia
ha sido replicada en la última semana por varios blogs generalmente bien
informados, y parecería que es una decisión ya tomada y que sólo espera su
publicación.
Veremos si realmente es así y, en
tal caso, procuraremos elaborar un boceto bien delineado de Marini. Baste
mencionar por ahora tres detalles:a. . Marini fue durante años el secretario de
Mons. Bugnini, el arzobispo probadamente masón y desterrado por ese motivo a la
nunciatura de Irak por Pablo VI, autor de la desastrosa reforma litúrgica del
Vaticano II y ariete de su aplicación.b. Marini fue durante décadas el maestro
de ceremonias de Juan Pablo II y, en cuanto tal, responsable del carnaval en
que se convirtieron las ceremonias litúrgicas de ese triste pontificado y que
sirvieron de modelo para el resto del mundo.
c. Nombrar a Marini en Culto y elevarlo al cardenalato sería la peor
bofetada que Bergoglio pudiera pegarle al papa Benedicto (y debo decir que bien
merecida la tiene, que no si no hubiese sido por su renuncia, no estaríamos
ahora como estamos). Fue el papa Ratzinger que alejó a Mons. Marini de su cargo
de maestro de las ceremonias pontificias confiándole la tarea de wedding
planner de los congresos eucarísticos. Y Marini se vengó publicando un libro
vergonzoso en el que no se priva de destilar todo su rencor sobre Benedicto
XVI. La mascarada se está terminando. El verdadero rostro se está asomando.Publicado
por Wanderer en 18:11