SERGIO MASSA
Fiel a la infidelidad: la
verdadera historia de vida de Sergio Massa
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Massa comenzó militando en la
UCeDé del polémico Alsogaray. Posteriormente se hizo duhaldista y luego kirchnerista
de paladar negro. (Foto archivo: NOVA).
Con sólo 42 años de edad, Sergio
Massa detenta un importante caudal de poderío político. Con un alto nivel de
exposición mediática, la mayoría de las veces desde programas faranduleros, hoy
se encuentra entre los dirigentes con mejor imagen, siendo uno de los pocos
–sino el único- que se atreve a disputarle protagonismo a Daniel Scioli en la
provincia de Buenos Aires.
Tal como informa la agencia de
noticias Realpolitik, Massa comenzó militando en la UCeDé del polémico
Alsogaray. Posteriormente se hizo duhaldista y luego kirchnerista de paladar
negro. Así como cuesta definirlo políticamente, desde lo futbolístico fue
hincha de Chacarita y de San Lorenzo, aunque hace un tiempo es el hombre que
toma las decisiones importantes en Tigre.
Su círculo íntimo lo define como
portador de una ambición desmedida, virtud que puede ser, a su vez, su mayor
defecto.
Nacido en San Martín, donde acuñó
su simpatía por Chacarita, Massa emprendió su meteórico ascenso político a mediados
de los 90, previamente a que la ficción menemista comenzara a resquebrajarse
ante los ojos de todos. Comenzó siendo abiertamente liberal y antiperonista,
pero por entonces, como resultaba natural, viró desde la UCeDé hacia el PJ,
donde hizo sus primeras armas bajo el ala protectora de Ramón
"Palito" Ortega, primero, y de Luis Barrionuevo (quien evidentemente
le enseñó mucho sobre los vínculos entre la política de los clubes y la
nacional), después.
Según Realpolitik, fue entonces
cuando conoció a la joven Malena Galmarini (hija deFernando "Pato"
Galmarini), con quien se casó en 2001. Se trató de una época poco conocida para
la mayoría. Y aunque hoy parece que Massa no tuviera padres, lo cierto es que
ellos lo echaron de la familia cuando a fines de la década de los 90 plantó a
su novia en el altar para irse con Malena “Patita” Galmarini, a quien conocía
de militar en la juventud menemista (de hecho, el invitado de honor en su
casamiento con Galmarini fue el ex presidente Carlos Menem) y con quien habría
mantenido una relación paralela de larga data que era de especial interés para
Massa, tanto por sus vínculos y contactos dentro del ambiente como por sus
obvias aspiraciones políticas.
Aquella novia era la hija de un
íntimo amigo de los tíos y, para colmo, se trataba de una familia de italianos,
quienes, se sabe, se caracterizan por mantener lazos muy estrechos. “Todavía
los padres tienen el negocio llamado Massa Hnos. en Nazca y Juan B. Justo, si
vas y decís el nombre de Sergio te sacan a las puteadas”, comentó un allegado
al líder del Frente Renovador.
Luego de pelearse con la familia
y su pareja, Massa quedó en la calle y le pidió refugio a su abogado personal.
Para 1999, con sólo 27 años, logró integrar una lista con Duhalde y Ortega en
séptimo lugar como diputado provincial, escaño al que accedió por apenas unos
50 votos.
El círculo cercano de Massa
cuenta una historia muy interesante de cómo Sergio conoció aEduardo Duhalde.
Cuando este último perdió la presidencia, el “Cabezón” viajó a Playa del Carmen
con “Chiche”, para discutir “cuestiones personales del matrimonio”. Entonces,
Fernando Galmarini –estrecho amigo de Duhalde- le comentó a Massa sobre el
viaje y el hotel en el que se alojarían. Inmediatamente, el tigrense contrató
un tour para ir al mismo alojamiento y conocer en forma casual y personal al
“Cabezón”.
“La historia después es conocida,
cuando a Duhalde lo nombran presidente interino, ‘Chiche’, a pedido de
Galmarini, hace que nombren a Sergio Massa en el Anses”, explicó una fuente.
Actualmente, ya trajeado de
“candidato”, el entorno de Sergio Massa recuerda lo vivido como una aventura,
como aquella vez que le pidió a su ex novia (la que fue colgada en el altar)
que le prestará su Clio blanco cero kilómetro y Massa, tras utilizarlo para la
campaña, lo devolvió destrozado.
Desde su círculo íntimo sonríen
cuando recuerdan la excusa con la que Massa posponía el casamiento que
finalmente no fue: “Primero me quiero recibir de abogado”, alegaba el tigrense.
Paradójicamente, el título llegó hace apenas algunos meses y, para colmo, su
obtención fue cuestionada públicamente por varios sectores.
Durante su interinato
presidencial, el propio Duhalde lo nombró director del Anses, en 2002. Tres
años después fue electo diputado nacional, pero renunció a su banca a pedido
del ya presidente Néstor Kirchner, quien necesitaba que siguiera manejando la
cartera de Seguridad Social.
En octubre de 2007 ganó la
intendencia del partido de Tigre, objetivo para el que venía trabajando desde
hacía tiempo, por ejemplo respaldando fuertemente y siendo un hombre de
consulta permanente en el club homónimo, que apenas dos años antes jugaba en a
B, pero para ese entonces volvía a codearse con los grandes en primera
división. Su gestión pública se caracterizó por las inversiones en materia de
logística y transporte, y por la instalación de cámaras de vigilancias a lo
largo y ancho del distrito, reabriendo el clásico debate entre seguridad y
derecho a la intimidad.
Con la renuncia de Alberto
Fernández a la jefatura de Gabinete, a mediados de 2008, en plena crisis con el
campo, Massa dio el gran golpe, al ser designado por Cristina Fernández para
ocupar el puesto vacante. Duró menos de un año (lo reemplazó Aníbal Fernández),
y se fue envuelto en un manto de dudas por su accionar en torno al canje de
deuda con los holdouts. En 2009 fue candidato testimonial a diputado y recobró
su fama de "traidor", esta vez acusado por el kirchnerismo, luego de
que su esposa Malena cosechara -como candidata a concejal- 14 puntos porcentuales
más que Néstor -como candidato a diputado-, beneficiando al opositor Francisco
de Narváez, por entonces encumbrado entre la opinión pública.
Por si eso fuera poco, los
documentos filtrados por la red WikiLeaks volvieron a dejar a Massa en
evidencia. En ellos quedó claramente reflejado el “lado B” del intendente, para
quien Cristina se encontraba “sometida” por su marido, a quien calificó de
“psicópata” y “monstruo”, mientras que el movimiento kirchnerista en su
conjunto, según su óptica, no tenía “ninguna posibilidad” de triunfar
electoralmente en 2011.
Se trata, en síntesis, de una
trayectoria fiel a la infidelidad. Experto en relaciones públicas y
extremadamente hábiles para el camuflaje, Massa volvió a trazarse un objetivo
desmedido, la presidencia de la Nación. La pregunta del millón es: ¿Lo
logrará?.