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YANKEES Y MARXISTAS

YANKEES Y MARXISTAS
Por Enrique Diaz Araujo
     También es sabido que no todos los países se muestran generosos y filántropos a la hora de ayudar económicamente a la Argentina. Por eso, nuestra opinión popular suele ser muy acerba con ciertas naciones centrales, a las que inculpan de usureras o explotadoras. Con la finalidad de establecer la verdad del juicio negativo indicado, mostraremos acá una noticia importante. Se trata de un artículo aparecido en el diario “La Nación” de Buenos Aires, del día 12 de setiembre del 2010, página 4 de la Sección “Enfoques”, titulado “El poder de las ONG”. Nota descriptiva, más bien favorable a las “Organizaciones No Gubernamentales”, en la que se elogia su rol de árbitros políticos. En tal sentido, se lee:

    “Gastón Chillier, Álvaro Herrero y Hernán Charosky, directores ejecutivos de CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), ADC (Asociación por los Derechos Civiles) y Poder Ciudadano, respectivamente, coinciden en que la coyuntura política actual contribuye al avance las ONG. “En un contexto político muy polarizado, las ONG juegan un rol muy articulador de consensos entre los partidos políticos del Congreso, sin diálogo directo entre ellos”, sostiene Chillier.  Para Charosky los políticos “buscan a las ONG como una especie de árbitro”. Dictámenes que podrían traducirse en el sentido que dichas entidades, en esta Democracia de la Derrota, están por encima de los partidos parlamentarios, funcionando como un reaseguro del demo entreguismo.
     Para que el asunto no quede en abstracciones, por separado, el articulista da cuenta de “Los pases del año”, es decir que:
     “La participación en las organizaciones de la sociedad civil (OSC) y la militancia política partidaria nunca estuvieron separadas por un muro infranqueable. Pero, en los últimos tiempos, una serie de transferencias a la política de los que hasta entonces eran jugadores estrellas de las OSC instaló el debate sobre la neutralidad partidaria de esas organiza-ciones”.
     Cuestión que ejemplifica con los pases de Laura Alonso, de “Poder Ciudadano”, y Miguel Braun, de CIPPEC, al PRO de Mauricio Macri, y de Nicolás Duccoté, de CIPPEC, al partido de Francisco de Narváez. Aclarando luego que: “Los activistas de la sociedad civil tienden a ser más de centroizquierda”. Desde luego, para no desentonar con lo “políticamente correcto” en la Democracia que se alumbrara el 14 de junio de 1982, con la rendición de Puerto Argentino.
     A su propósito, recordemos que el 7 de noviembre de 1985, en el Simposio de la Interna-cional Liberal realizado en Madrid, y en presencia del Presidente argentino Raúl Ricardo Alfonsín, el ex-ministro del Foreign Office David Steel, aseguró: “La democracia en la Argentina no habría llegado si no hubiera sido por el coraje y sacrificio de nuestros bravos muchachos”. Concepto reiterado en 1994 en Río de Janeiro por Mrs. Margaret Thatcher.
     Continuando con el texto de “La Nación”, anotemos que se pasa al capítulo del “Financia-miento”, en el que asienta lo siguiente: “La mayor parte de las donaciones a estas organiza-ciones proviene de embajadas extranjeras, organismos internacionales y entidades del exterior, como la Fundación Ford o la National Endowment for Democracy (NED), una orga-nización de fomento de la democracia en América latina que se nutre con fondos del Congreso de los Estados Unidos”.
     Esto es, si no hemos entendido mal, que Embajadas Extranjeras, pongamos por caso la del Reino Unido de Gran Bretaña, y el Congreso de los Estados Unidos (amén de la Funda-ción Ford), a través de estas ONGs, velan por la buena fortuna de nuestra maravillosa “Democracia”, con la que vivimos, comemos, nos educamos, etc., etc., según definiera el gran prócer de la post-malvinidad, Raúl Ricardo Alfonsín.
     Por nuestra cuenta aclaramos que la NED en cuestión es una especie de ONG madre, colectora y distribuidora de fondos, creada por el Partido Demócrata de los Estados Unidos, para atender su “patio trasero” o “Latino América”. Merced a ella, USA cumple con el pro-yecto del “Destino Manifiesto”, diseñado, entre otros, por Theodore Roosevelt, Robert Taft y Woodrow Wilson, de enseñar a los “sudamericanos” a gobernarse bien. Es el viejo “big stick”, pero ahora forrado con dólares.
     Prosiguiendo con la noticia, digamos que, para no irse por las lomas de Úbeda, su autor ubica a los que llama “los cuatro grandes de la sociedad civil”, de los cuales nos interesan los dos primeros (la ADC y el CELS), y, más especialmente, el segundo, el nunca suficiente-mente bien ponderado Centro de Estudios Legales y Sociales. Esta última ONG, es la que creara Emilio Mignona para atacar la represión de las Fuerzas Armadas, que a su muerte pasó a la conducción del benemérito Horacio Verbitsky, afamado columnista de “Página12”, y que Manuel Acuña denunció como financiada por la Fundación Ford. Acá se exhibe como dirigida por un tal Gastón Chillier, y declarando como su principal campaña, el “acuerdo de seguridad democrática, cárceles y violencia policial”. Además, el CELS se ha caracterizado por impulsar como querellante los denominados “juicios de lesa humanidad”, y los rumores provenientes de la opinión pública le adjudican una injerencia directa en el nombramiento de los magistrados federales y en los ascensos, pases y retiros de los oficiales de las Fuerzas Armadas, como asimismo su funcionamiento como entidad de contraespionaje paralela al SIDE. O sea: se trata de un personaje central de la tragedia nacional, según es público y notorio.
     Pues bien: de la ADC (Asociación por los Derechos Civiles), la noticia da cuenta como sus principales donantes, entre otros, a la: “Fundación Ford, National Endowment for Democracy..., Embajada de Gran Bretaña”.
     De igual modo, referente a la mayor de las ONG, el CELS, también se consignan como principales donantes a la: “Fundación Ford…, Embajada de Gran Bretaña…, National Endowmente for Democracy (NED), de Estados Unidos”.
     Esta es una información súper-valiosa. Añadamos que no se trata de una noticia aislada. En Internet se ha comunicado que no sólo la embajada británica está involucrada en el caso, sino que el propio Foreign Office contribuye a las finanzas del CELS (del que, memoremos, ha formado parte, el honorable Ministro de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni); lo que refuerza el carácter oficial de la mencionada dádiva (ver página web del CELS, lunes 5 de julio 2010, hora 18:09:44).
     Cuando alguien se pregunta quién está detrás de la izquierdización del país, desde 1983, del ataque sistemático a las FF.AA., de la destrucción organizada de la identidad nacional y la consolidación del régimen de corrupción política, moral, cultural, mediática, educativa, legislativa, judicial, emblemática y hasta musical, ahí tiene la respuesta.
     “¡Vamos a hundir a la Argentina en la tierra de la humillación!”, dijo el 6 de junio de 1982, en la Cámara de los Comunes, el nieto de Winston Churchill, que lleva su mismo nombre. He aquí uno de los métodos que han hallado para concretar el derrumbe programado y así hacernos pagar cara la derrota.
     El Congreso de los Estados Unidos y la Embajada de Gran Bretaña (amén de peces menores, tales como la Fundación Ford, la John Merck Fund, el International Center For Transitional Justice, Open Society Institute, Strategic Programe Fund-ex Gof, etc.), socios en la Guerra del Atlántico Sur, mediante el insigne CELS (con el auxilio de la ADC), son los perros guardianes de nuestra “seguridad democrática”.
     No más rompederos de cabeza, ni de nebulosas conceptuales, para dar con los responsables de nuestro abatimiento y progresiva decadencia. Tampoco es cuestión de preguntar cómo entes capitalistas pueden favorecer desórdenes anarcoides. Esos son aporías teóricas.
     En la práctica histórica, muchas veces se ha visto esa conjunción. Piénsese, si no, en el testimonio del ex embajador de Estados Unidos en La Habana, Earl E. T. Smith, ante el Subcomité del Senado sobre Seguridad Interior, del 30 de agosto del año 1960. Entonces, Smith afirmó que la CIA había entregado a Fidel Castro grandes sumas de dinero, a través del agente Robert Wiecha, contando con el beneplácito del secretario adjunto de Asuntos Latinoamericanos Roy Rubotton, del director de la División Caribe del Departamento de Estado, William Arthur Wieland y el jefe de la sección política de la CIA, John Topping (todo lo cual está desarrollado en el libro de Earl Smith, “Cómo Eisenhower entregó Cuba a Castro Ruz”).
     O si no cómo, en 1917, la Cancillería y el Estado Mayor alemanes facilitaron el ingreso de los bolcheviques de Lenín, provenientes de Suiza, en el “vagón precintado”, cuya travesía concluyó en la Estación Finlandia de San Petersburgo. Se los dotó de sumas millonarias, a fin de inocular “bacilos en el cuerpo del enemigo”, según manifestó el general Erich Ludendorff. Esto, sin mentar la actividad de las bancas judeo-germana (Warburg) y judeo-neoyorkina (Kuhn Loeb) para con la misma empresa bolchevique, dado que ahí cabría pensar en otro tipo de afinidades.
     En suma: que son hechos tangibles, que suelen responder a intereses mutuos, se ajusten o no a coherencias doctrinarias.
     Hoy, específicamente sobre el CELS, resulta que los muy capitalistas Estados Unidos y el Reino Unido emplean anualmente cuatro millones ochocientos mil pesos (otro tanto va para la ADC) en financiar este organismo claramente marxista. No es una paradoja, ni un equívoco ideológico. Eso es, ni más ni menos, que un hecho, que ellos mismos declaran y registran. Algo similar a cuando un organismo de contraespionaje inglés (el MI6) operó como productor de películas argentinas sobre la Guerra de Malvinas. Antimilitaristas, desde luego. ¿Se acuerdan del refrán: “bolches, ingleses, los mismos intereses”…? ¿Se aplicará al caso…?
     Cuando menos acá se impone una conclusión: es la contenida en el aforismo procesal “a confesión de parte, relevo de prueba”. O, si se prefiere una glosa pertinente: que los imperialismos, aparte de vencer, quieren convencer, brindándonos el manual de un buen comportamiento “democrático”. Para que les estemos eternamente agradecidos por tutelarnos como lo hacen. ¡A servirse, pues, que son pasteles anglosajones con guindas izquierdistas!