EEUU
- LA ELECCIÓN MÁS IMPORTANTE DE LA HISTORIA
por
Jim Rickards
02/11/2020
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Cuando
un analista dice que “esta es la elección más significativa de nuestras vidas”,
puede sonar un poco exagerado o extremo. Sin embargo, a veces eso es cierto. Si
tomamos como referencia la historia, y no los titulares de los diarios, podemos
observar que algunas elecciones fueron realmente mucho más significativas que
otras; algunas cambiaron el curso de la historia para Estados Unidos de maneras
profundas, irreversibles e, incluso, sangrientas.
Un
análisis de los motivos por los cuales las elecciones son importantes
Hemos
tenido cinco elecciones presidenciales en las cuales la persona que asumió como
presidente no obtuvo la mayoría del voto popular. Adams en 1824, Hayes en 1876,
Harrison en 1888, Bush en 2000 y Trump en 2016. En resumidas cuentas, hemos
visto elecciones muy peleadas (1800, 1824, 1876 y 2000), elecciones modernas
con victorias aplastantes (1936, 1964, 1972, 1980 y 1984), elecciones en las
que el ganador perdió el voto popular (1824, 1876, 1888, 2000 y 2016) y
elecciones que representaron puntos de inflexión (1800, 1828, 1860, 1896, 1932
y 1980).
Las
elecciones con victorias aplastantes son divertidas de observar (para el
ganador), pero, generalmente, las ves venir y, casi siempre, se trata de la
reelección de una persona muy popular en el cargo (lo que ocurrió en 1980 fue
una excepción).
Las
elecciones reñidas son peligrosas no solo debido a la incertidumbre que las
rodea, sino porque se ponen a prueba disposiciones constitucionales poco
utilizadas. Las elecciones en las que el ganador no obtiene el voto popular
siempre generan dudas acerca de la legitimidad del ganador y el papel del
Colegio Electoral. Las elecciones que representan puntos de inflexión son las
más trascendentales porque colocan al país en un camino diferente: la política
partidista en 1800, el populismo en 1828, la Guerra Civil en 1860, el
liberalismo en 1932 y el conservadurismo en 1980.
El
futuro bajo un segundo mandato de Trump
Más
adelante, en la sección “Tiempo suplementario”, analizaremos los motivos por
los cuales la elección de 2020 será extremadamente reñida. ¿Cuáles son los
elementos para afirmar que también será una elección que cambiará el rumbo de
la historia?
Sin
ninguna duda, Trump y Biden liderarían Estados Unidos en direcciones
prácticamente opuestas, con profundas consecuencias para el futuro del país y
para las futuras elecciones.
Si
gana Trump, tendrás más de lo mismo, lo cual dice mucho. Trump ofrece más
recortes impositivos (o, por lo menos, mantendrá los que hemos recibido).
Propone menos regulaciones, que fue uno de los grandes logros de su primer
mandato. Continuará la guerra comercial contra China y la llevará más lejos, de
tal manera que los puestos de trabajo regresarán a Estados Unidos (o, por lo
menos, los sacará de China y los llevará a países más amistosos, como Vietnam o
India).
También
restringirá el robo de propiedad intelectual estadounidense por parte de China
y cortará la inversión tecnológica china en el país. Además, Trump ha frenado
la instalación extranjera de sistemas sensibles de telecomunicaciones 5G de las
empresas Huawei y ZTE, que son brazos ocultos de las fuerzas armadas chinas.
Trump
está haciendo alianzas para limitar las intenciones de expansión de China. Su
principal logro es la alianza Quad entre Estados Unidos, Japón, Australia e
India, que encierran efectivamente a China y pueden interceptar sus vías
marítimas hacia los océanos Pacífico e Índico.
Trump
también ha hecho grandes avances para alcanzar la paz en Medio Oriente con la
firma de los dos primeros tratados de paz árabe-israelí en veinticinco años
(uno con Emiratos Árabes Unidos y otro con Baréin). Se espera que, en un futuro
cercano, se firmen nuevos tratados de paz con Israel. Por último, Trump está
imponiendo graves sanciones a Irán, que lo forzarán a negociar de buena fe sus
programas nucleares o a estrellar su economía de tal manera que eso también
anularía su apoyo al terrorismo y las armas nucleares.
Con
Trump, lo que ves es lo que obtienes: menos impuestos, menos regulaciones, más
empleo, ninguna guerra nueva, paz en Medio Oriente y paz con Irán y China al
confrontarlos con firmeza.
Cada
cien años, llega a Estados Unidos un presidente que sacude el poder establecido
y limpia las alcantarillas de Washington. En el siglo XIX, fue Andrew Jackson.
En el siglo XX, fue Teddy Roosevelt. En el siglo XXI, es Donald Trump. Con
cuatro años más de mandato, Trump puede cumplir sus objetivos y, tal vez, pasar
a ser considerado uno de los diez mejores presidentes de todos los tiempos.
El
aterrador escenario bajo un mandato de Biden
Biden
es otra historia. En primer lugar, Biden se postula para presidente solo en
apariencia. Nunca ha sido demasiado inteligente y, para llevar casi cincuenta
años en la función pública, tiene pocos logros. Es frágil físicamente y sufre
un evidente deterioro cognitivo agudo.
Si
gana Joe Biden, tendrá 78 años cuando jure y 82 cuando termine su primer mandato.
Ambos números lo clasificarían como el presidente más viejo en la historia de
Estados Unidos. Algunas personas todavía son avispadas al llegar a los ochenta
años. Biden no es una de ellas.
Lo
cierto es que Biden nunca será presidente realmente. Si es electo, casi de
inmediato, se llevarán adelante una serie de acciones con el objetivo de
removerlo del cargo, aduciendo incapacidad mental y apelando a la
vigesimoquinta enmienda. Hace poco, Nancy Pelosi propuso la creación de una
comisión que se encargaría justamente de eso, de acuerdo con lo que ordena la
Constitución de Estados Unidos.
Lo
que tienen que preguntarse los votantes de Biden es quién será realmente el
presidente si gana. Hay tres grupos disputándose el poder.
El
primer grupo está conformado por la familia de Biden, liderado por su esposa,
la doctora Jill Biden, su hijo Hunter Biden y los hermanos de Joe Biden, Jim
Biden y Frank Biden. Todos ellos se han enriquecido gracias a su relación con
Joe Biden, al utilizar o comercializar el acceso al poder de Biden para ganar
posiciones de dirección en inversiones lucrativas, obtener contratos para
consultorías, para construcción y otras actividades remunerativas. La familia
Biden querrá mantener a Joe en el poder (con Jill Biden manejando las cuerdas)
para poder conservar intactas sus operaciones intimidatorias y evitar el
escrutinio público.
El
segundo grupo está compuesto por Kamala Harris y aquellos que la controlan,
entre los que se encuentran miembros del equipo de Obama y la resistencia. Si se
apela a la vigesimoquinta enmienda para remover a Biden, Harris se convertiría
en presidenta interina. Si Biden renuncia debido a las amenazas de ser
removido, entonces Harris se convierte en presidenta. Ella sería una fachada
para los Obama y Valeria Jarrett, que operarían a través de un gabinete
compuesto por lacayos de la familia Obama, entre ellos Susan Rice, Samantha
Power, Sally Yates y Eric Holder.
El
tercer grupo está liderado por el ala de extrema izquierda del partido, que
cuenta, entre sus miembros, a Bernie Sanders, Alexandria Ocasio-Cortez (y su
escuadrón), Elizabeth Warren y organizaciones radicales como BLM (Black Lives
Matters). Este grupo ya está integrado a la campaña de Biden como parte del
acuerdo por el cual Bernie Sanders aceptó bajarse de la campaña para las
elecciones primarias y apoyar a Joe Biden a cambio de que este adoptara la
mayoría de su plataforma electoral.
Lo
más probable es que el equipo de Obama y los Bernie Bros. unan sus fuerzas y
saquen a la familia Biden del camino. Les permitirán quedarse con su dinero
chino y ruso, y no tendrán que enfrentar el escrutinio público ni las
acusaciones, a cambio de que se retiren con discreción.
El
equipo de Obama se encargará de la política exterior (para conservar los
acuerdos de Obama con Irán, el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y el
Acuerdo de Asociación Transpacífico), mientras que los Bernie Bros. se ocuparán
de los asuntos nacionales que incluyen impuestos mucho más altos, seguro médico
gratuito, matriculación universitaria gratuita, condonación de préstamos
estudiantiles, ingreso básico garantizado, Teoría Monetaria Moderna y el Nuevo
Pacto Verde.
El
triunfo de Biden significa el fin del poder republicano en la política
estadounidense
Una
iniciativa con la que todos los demócratas van a estar de acuerdo es llevar
adelante un cambio radical en la forma de gobierno estadounidense para
asegurarse de que los republicanos nunca más lleguen al poder. Eso implica la
eliminación de las tácticas dilatorias en el Senado, de manera que pueda
funcionar con mayoría simple en lugar de los sesenta votos que se necesitan
actualmente. Los demócratas incorporarán a Puerto Rico y a D. C. como estados
para asegurarse cuatro nuevas bancas en el Senado que, probablemente,
pertenecerán todas al Partido Demócrata.
Luego,
los demócratas llenarán la Corte Suprema con seis nuevos jueces liberales para
eliminar la recientemente adquirida mayoría conservadora, tras la confirmación
de Amy Coney Barrett. Una vez que se pongan en marcha esos cambios, los
demócratas podrán seguir avanzando con sus planes para eliminar el Colegio
Electoral, lo cual significa que todos los futuros presidentes serán elegidos
solo por California y por Nueva York.
Cuando
esos cambios en la forma de gobierno estén en funcionamiento, la agenda de los
Bernie Bros. se podrá implementar con facilidad y sin temor a ningún revés
judicial.
Entonces,
la elección se reduce a dos opciones: un incansable Trump que trata de destruir
el estado profundo (deep state) y un caballo de Troya (Biden) que es el
conducto para llevar adelante un cambio radical en la forma de gobierno y las
políticas públicas estadounidenses. Esos dos caminos van en direcciones
opuestas. No hay término medio. Por eso es que lo que se juega en estas
elecciones es tan importante. Es una elección que representa un punto de
inflexión histórico.
¿Qué
podemos aprender de las elecciones del pasado?
La
historia es un tema divertido para conversar casualmente en una fiesta. Aun
así, nos enseña mucho. Cuando hablamos de elecciones presidenciales, ¿cuáles
son las principales lecciones de la historia para la actualidad? La respuesta
es desalentadora.
La
elección de 2020 será la más significativa desde 1860. La elección de 2020 será
más peleada que las elecciones de 1876 y 2000. Y, si gana Trump, será la sexta
elección en la cual el presidente electo no obtenga la mayoría del voto
popular.
Es
posible que la elección de 2020 sea la única elección en la historia de Estados
Unidos que implique un punto de inflexión histórico, un ganador que no obtiene
la mayoría del voto popular y cuyo resultado sea puesto en duda. Eso es una
trifecta de confusión política que terminará con reclamos sobre la legitimidad
del presidente electo.
El
simple hecho de que las elecciones de este año se puedan comparar con las de
1800, 1860, 1876 y 2000 al mismo tiempo es suficiente para confirmar que será
la más significativa de nuestras vidas. Y no es una exageración. Prepárate para
el 3 de noviembre de 2020 y los días posteriores.
Esta
edición especial de Inteligencia Estratégica sobre las elecciones te llevará
detrás de escena y detrás de los datos, para ayudarte a entender las dinámicas
que están en juego y los resultados que se esperan una vez que las cosas se
acomoden.
La
predicción
Vayamos
directo al grano. Mis modelos predicen que Trump ganará la reelección el 3 de
noviembre. Será una elección reñida, con animosidad, reclamos judiciales por
los votos enviados por correo y otro tipo de denuncias de fraude. Es posible
que no se anuncie al ganador por días, o incluso semanas, después del día de
las elecciones. De todas formas, finalmente, Trump será el ganador.
Esa
predicción necesita algunas explicaciones. Sí, el que gana gana, pero cuando la
victoria está rodeada de tantas discusiones y demoras, y los perdedores
cuestionan la legitimidad del ganador, el escenario no es el más conveniente
para los inversores.
Es
importante tener en cuenta que esa predicción está basada en un modelo que
tiene un excelente historial que incluye la correcta predicción de la victoria
de Obama en 2012, de Trump en 2016 y el voto sobre la salida del Reino Unido de
la Unión Europea en 2016.
El
modelo utiliza una combinación de la teoría de la complejidad, la regla de
Bayes, psicología del comportamiento, historia y matemática aplicada patentada,
ordenada en mapas cognitivos diseñados mediante el procesamiento del lenguaje
natural y el conocimiento de expertos en el tema. Si bien ningún modelo es
infalible, este es minucioso y se actualiza continuamente para corregir las
probabilidades en función de nuevos hechos que surjan.
Hay
una serie de factores que son los insumos que se ingresan en el modelo. Los
sondeos son importantes, pero también lo son los datos que no salen de las
encuestas, entre ellos, otros modelos, evidencia anecdótica, análisis de
tendencias y resultados económicos.
Habiendo
dicho eso, los inversores tienen que ser cautelosos. Mi predicción dice que
Trump va a ganar, pero es demasiado pronto para apostar todo a ese resultado.
Biden podría ganar gracias a factores aleatorios tales como mal tiempo en
municipios clave que limite la concurrencia de los votantes, fraude en los
votos por correo, jueces demócratas que extiendan las fechas para el envío de
las boletas por correo, la publicación de un titular “sorpresa de octubre” que
perjudique a Trump el 1 de noviembre, con lo cual no tendrá tiempo para
defenderse antes del 3 de noviembre o, incluso, un desastre natural.
No
creo que ninguno de esos eventos vaya a tener tal magnitud que implique la
derrota de Trump, pero no puedo descartarlos. La mejor estrategia para los
inversores (también se describe abajo) es posicionarse para un triunfo de
Trump, pero cubrirse frente a la inestabilidad y los resultados inesperados.
Habrá tiempo suficiente para ganar dinero cuando el panorama se aclare. En este
momento, lo importante es no perder dinero en un entorno inestable e incierto.
Con
la predicción de un triunfo de Trump, vayamos a los detalles
Los
sondeos están equivocados. Joe Biden lidera casi todos los sondeos, tanto a
nivel nacional como en los estados bisagra (o pendulares). Si los sondeos están
en lo correcto y no hay ningún cambio de aquí al día de las elecciones, Biden
podría ganar.
A
continuación encontrarás un resumen de los promedios de los sondeos del sitio
RealClearPolitics al 21 de octubre de 2020.
Biden
tiene una ventaja de 7,9 puntos (50,7% frente a 42,8%) sobre Trump en el
promedio nacional.
Biden
tiene una ventaja de 4,0 puntos (49,2% frente a 45,2%) sobre Trump en los
estados bisagra principales.
Biden
tiene ventaja sobre Trump en las probabilidades de los sitios de apuestas
(61,9% frente a 38,4%).
Si
esos sondeos reflejan el resultado final, Biden le ganaría a Trump en el
Colegio Electoral con 357 votos frente a 181. Biden conseguiría veintiocho
estados, además de D. C., mientras que Trump ganaría en los restantes veintidós
estados. Eso definitivamente calificaría como una elección con una victoria
aplastante. Así es como se ve el mapa electoral de Biden, según esos sondeos:
Fuente:
RealClearPolitics
Ahora
bien, ¿eso significa que la elección ya está definida? ¿Es un hecho el triunfo
de Biden? ¿Por qué mi modelo proyecta a Trump como ganador?
La
respuesta es que los sondeos que se utilizaron para crear ese mapa tienen
muchos defectos. Si se corrigen los defectos y se consideran al lado de otros
sondeos (no incluidos en RealClearPolitics), muchos de los estados en los que
se da como ganador a Biden, en realidad, serían territorio de Trump.
Mi
previsión es que Trump ganará Florida, Georgia, Arizona, Nevada, Carolina del
Norte, Pensilvania, Nuevo Hampshire, Iowa y Michigan. Cuando el gráfico que
vimos se ajusta de acuerdo con esos cambios, el Colegio Electoral estaría a
favor de Trump con 304 electores a favor frente a 234 en contra (se necesitan
270 votos para ganar). Eso es similar a lo que hizo Trump en 2016.
En
ese escenario revisado, Trump podría incluso perder Nuevo Hampshire (4), Nevada
(6), Iowa (6) y Michigan (16), y, aun así, conseguir 272 votos en el Colegio
Electoral frente a los 266 que obtendría Biden. Por el contrario, Trump tiene
posibilidades de ganar Wisconsin (10), Colorado (9) e, incluso, Minnesota (10),
lo que lo colocaría claramente en posición de conseguir un triunfo aplastante,
con 333 votos electorales frente a los 205 de Biden.
Cuando
se hace ingeniería inversa con esos sondeos defectuosos y se toman en cuenta
muchas de esas deficiencias (es cierto que es un ejercicio algo subjetivo, dado
que la información está incompleta), es razonable agregar alrededor de 2,5
puntos porcentuales a los resultados de Trump.
Eso
posiciona a Trump en la delantera en Carolina del Norte, Georgia, Florida y
Iowa, y lo deja con un margen de error cómodo en Nevada, Arizona y Pensilvania.
Solamente ese ajuste revela que esta elección es mucho más reñida que lo que
indican los sondeos. Y existen muchos otros factores que no se toman en cuenta
en los sondeos que colocarán a Trump en primer lugar (ver en el siguiente
apartado).
Una
de las críticas más interesantes a las técnicas de sondeo utilizadas
habitualmente viene de parte de Robert Cahaly, el fundador y especialista en
encuestas de Trafalgar Group. Trafalgar Group es una de las pocas consultoras
de opinión con sondeos que predijo correctamente el resultado de las elecciones
presidenciales de 2016 (incluido un historial casi perfecto de las predicciones
por estado) y el de las elecciones legislativas de 2018, cuando pronosticó los
triunfos republicanos para el Senado en Dakota del Norte, Misuri, Indiana y
Florida, a pesar de que otras consultoras de opinión predecían una “ola azul”.
Cahaly
y Trafalgar ajustan por todos los factores sesgados que se mencionaron
anteriormente. Luego, agregan su propia percepción, que ninguna otra consultora
ha captado. Además del votante “silencioso” de Trump, existe otro tipo de
votante al que no le interesa la política y nunca ha votado. No son simplemente
silenciosos, sino que están fuera del radar. Ahora, este votante, que solía ser
indiferente, está comenzando a registrarse y planea votar a Trump. Lo que lo
motiva no tiene que ver con la figura de Trump particularmente, sino con el
temor a la pérdida de libertad durante un Gobierno de Biden. Esos votantes
temen perder sus derechos a la libertad de expresión, la libertad de culto y a
la tenencia de armas. Este grupo vota más para salvar la Carta de Derechos que
para que gane Trump. Estos individuos no aparecen en los modelos de
participación habituales y son invisibles para las consultoras de opinión que
realizan los sondeos. Cahaly utiliza diferentes técnicas, que incluye bajo la
categoría sesgo de deseabilidad social, para llegar a esos votantes de maneras
que otras consultoras no pueden imitar.
Actualmente,
Trafalgar muestra a Trump primero en Michigan, Florida, Arizona y Ohio, con una
diferencia menor a 1,5% con Biden en Wisconsin, y a menos de 2,3% de Biden en
Pensilvania. Esos resultados son significativamente mejores para Trump que lo
que indican los sondeos que se ven en los principales medios de comunicación o
en el promedio de RealClearPolitics. Dado que Trafalgar consiguió los mejores
resultados en 2016 y 2018, estos sondeos indican un camino claro hacia la
victoria de Trump.
Otros
sondeos con buenos antecedentes en 2016, entre ellos los de la consultora
Rasmussen y los del Investor’s Business Daily (IBD, por sus siglas en inglés),
también muestran una creciente paridad en la carrera y el movimiento de las
tendencias a favor de Trump.
Los
datos de Rasmussen muestran que Biden está en caída y solo dos puntos arriba
(Biden 48%, Trump 46%) tanto en Arizona como en Ohio. Cuando los votantes
indecisos, que inclinan la tendencia, tomen partido, el liderazgo de Biden se
reducirá a un punto en ambos estados.
El
IBD muestra a Biden con el 48,5% y a Trump con el 46%. Esos son los mejores
datos para Trump en este sondeo. La diferencia de 2,5% a favor de Biden se
compara con una diferencia de 8,6% que había el 13 de octubre. Si esa tendencia
se mantiene, Trump pasará a Biden a nivel nacional para el día de las
elecciones.
Otros
factores
Los
sondeos no son los únicos factores que utilizamos en nuestro modelo. A
continuación, hay un listado de otros factores importantes, algunos
estadísticos, algunos anecdóticos, que se muestran a favor de Trump, más allá
de los defectos de los sondeos analizados anteriormente:
●
La nominación
de Amy Coney Barrett como jueza de la Corte Suprema y su confirmación el
26 de octubre fue un gran logro para Trump, y eso consolidará y modificará su
base, sobre todo, entre los evangélicos y los católicos.
●
El 29 de octubre se informará el PBI del tercer
trimestre. Hasta ahora, las mejores estimaciones del Banco de la Reserva
Federal de Atlanta indican que ese informe mostrará un crecimiento anualizado
del 35,3%. Ese es el mejor resultado para un solo trimestre en la historia de
Estados Unidos.
●
Los mercados de valores prácticamente se han
recuperado de las pérdidas
que sufrieron cuando comenzó la pandemia (entre el
21 de febrero y el 23 de marzo). Tanto el índice S&P 500 como el NASDAQ
Composite alcanzaron nuevos máximos históricos el 2 de septiembre de 2020, y el
promedio industrial Dow Jones también se aproximó a un nuevo máximo histórico
para ese mismo momento. Todos los mercados principales se mantienen alrededor
de esos niveles récord.
●
El sesgo mediático
en contra de Trump y la censura en las redes sociales a las críticas
hacia Biden han alcanzado proporciones delirantes y son sencillamente crueles.
La buena noticia para Trump es que los votantes no son estúpidos (como los
medios creen) y ya vislumbran el fraude electoral. Eso ayuda a reactivar el
apoyo a Trump.
●
El modelo de las claves de Lichtman para llegar a la Casa Blanca (llamado así por
el profesor universitario estadounidense Allan Lichtman), que ha demostrado ser
muy acertado, indica el triunfo de Trump, con una clasificación de ocho claves
“verdaderas” sobre un total de trece. Ocho es la puntuación mínima que se
necesita para predecir una victoria. Trump obtuvo la última clave a su favor
con los acuerdos de paz árabe-israelí que anunció en el último tiempo.
●
El modelo primario (desarrollado por el profesor Helmut Norpoth de la
Universidad SUNY en Stony Brook) le otorga a Trump un 90% de probabilidades de
ganar. El modelo primario fue uno de los pocos que acertó el resultado de 2016.
Este modelo ha pronosticado correctamente cinco de las últimas seis elecciones
presidenciales y, en una simulación retrospectiva, predijo correctamente 25 de
las últimas 27 elecciones. El modelo primario pone el foco en la cantidad de
votantes que participan en las elecciones primarias como variable explicativa
del resultado de la elección general.
●
En un nuevo sondeo, el 56% de los votantes respondió que
sí
cuando se les preguntó si en la actualidad se encontraban en una mejor
situación económica que hace cuatro años. Ese ha sido un indicador importante
del triunfo o fracaso electoral desde que Ronald Reagan hizo esa pregunta por
primera vez en 1980. Hoy, una respuesta afirmativa favorece al actual
presidente.
●
Los republicanos han superado a los demócratas en cuanto al
registro de nuevos votantes en los estados bisagra claves. En Carolina del
Norte, los republicanos consiguieron que se registren 120 000 nuevos votantes,
en comparación con la caída de 125 000 votantes demócratas registrados. En
Pensilvania, los republicanos consiguieron que se registren 174 000 nuevos
votantes, en comparación con la baja de 31 000 votantes demócratas registrados.
En Florida, los republicanos consiguieron que se registren 445 000 nuevos
votantes, en comparación con los 298 000 votantes demócratas registrados.
Además
de esas ventajas numéricas, los nuevos votantes no suelen verse reflejados en
los sondeos, porque no aparecen en los padrones antiguos que utilizan las
consultoras de opinión. Eso significa otro aumento de las chances de Trump si
se compara con los sondeos existentes.
Hay
demasiados factores anecdóticos como para enumerarlos todos en este informe.
Tanto los desfiles náuticos de Trump como los carteles en los jardines, las
pequeñas y pacíficas marchas y las charlas informales son evidencia de que el
apoyo a Trump es mucho mayor que el que se refleja en los sondeos. Es difícil
rastrear un entusiasmo de base similar en el caso de Biden.
Nosotros
anticipamos una victoria de Trump. Pero no necesariamente creemos que la competencia
terminará el día de las elecciones. Es posible que, tras la votación, venga una
larga batalla legal y política, tal como explicamos en la siguiente sección.
Tiempo
suplementario
Se
ha escrito mucho acerca de las posibles disputas que podrían surgir, incluso
una vez que cierren los centros de votación el día de las elecciones y se
cuenten los votos electrónicos. Esos conflictos podrían tener lugar en las
oficinas de empadronamiento locales, en las capitales de los estados, en las
cortes, en los pasillos del Congreso y en las calles.
De
todas maneras, aunque haya ciudadanos preparados para cierto tipo de conflicto,
es posible que no tengan idea de cuán complicadas y encarnizadas pueden llegar
a ser estas luchas o los extraños caminos que nos esperan por delante una vez
que ambos partidos elijan poner a prueba la Constitución de Estados Unidos.
Aquí
tienes un resumen de las potenciales peleas y posibles resoluciones que podrían
tener lugar una vez que las elecciones hayan terminado oficialmente:
●
Los votantes tienen que dar por descontado que habrá
conflictos con respecto al conteo de las boletas enviadas por correo. Los
motivos para descartar esos votos incluyen (según las leyes de cada estado)
falta de firma, firma no verificada, uso de un sobre con interior liso y no uno
seguro que evita que se vea el contenido a trasluz, timbrado deficiente, falta
de sellos del correo, demoras en el envío, demoras en la entrega y falta de
claridad sobre la intención del voto mismo. Esos potenciales problemas se ven
agravados por las recientes resoluciones judiciales que instan a cambiar las
reglas estatales y a extender la fecha para el envío por correo de las boletas:
en algunos casos, se prolongaría hasta nueve días después del día de la
elección. Eso podría conllevar nuevas resoluciones judiciales, impugnación de
votos no contados, boletas descartadas o, incluso, una segunda oportunidad para
que vuelvan a votar aquellos cuyas boletas han sido descartadas. Sin dudas, eso
demoraría los resultados finales hasta el 12 de noviembre o, incluso, hasta más
adelante, una vez que la rueda de demandas judiciales se haya puesto en marcha.
●
Si Trump se declarara ganador la misma noche de la elección (basándose en los
números que surjan del total de votos emitidos en forma electrónica) cuando
todavía no haya terminado el recuento de las boletas enviadas por correo,
conduciría a cuestionamientos de ambos lados sobre la legitimidad de la
elección. Los republicanos reclamarían que el total de votos a favor de Biden
aumenta porque se cuentan boletas defectuosas enviadas por correo, mientras que
los demócratas reclamarían que no se están contando las boletas correctas
enviadas por correo. Más allá del resultado, esta disputa encarnizada causará
más división y sembrará la idea de un presidente ilegítimo, cualquiera sea el
ganador.
●
Si el nivel de pelea estatal continúa, es posible que
algunos estados terminen enviando más de una lista de
electores al encuentro del Colegio Electoral, que tendrá lugar el 14 de
diciembre. Los electores tendrán que estar certificados por los estados antes
del 8 de diciembre. Por ejemplo, si se utilizan diferentes criterios,
Pensilvania podría enviar un grupo de veinte electores certificados por el
gobernador que votarán por Biden y, a la vez, enviar otro grupo de veinte
electores certificados por la legislatura estatal que votarán por Trump. Esta
situación sucedió efectivamente en 1876.
●
Hoy en día,
los republicanos controlan las legislaturas estatales en los seis estados más
disputados (Arizona, Florida, Michigan, Carolina del Norte, Pensilvania y
Wisconsin), a pesar de que, en cuatro de esos estados (todos menos Arizona y
Florida), hay gobernadores demócratas. Cualquier disputa que surja entre
electores opuestos podría tener que resolverse en la justicia o el Colegio
Electoral podría decidir no tomar en cuenta ningún voto de aquellos estados que
tengan listas de electores en disputa. A su vez, la ausencia de, por ejemplo,
veinte electores de Pensilvania podría generar que ninguno de los dos candidatos
obtenga los 270 votos electorales necesarios para ganar. En ese caso, en enero,
la Cámara de Representantes decidiría el resultado de la elección.
●
El 6 de enero de 2021, se les tomará juramento a los nuevos miembros del
Congreso. Los votos del Colegio Electoral se contarán formalmente “delante del
Senado y de la Cámara de Representante”, de acuerdo con la duodécima enmienda.
En ese entonces, Mike Pence será el presidente del Senado. En aquellos casos en
los que haya listas de electores en disputa, ¿qué sucedería si Pence decidiera
contar solo los votos de los electores a favor de Trump y descartar a los
electores de Biden? ¿Qué pasaría si los demócratas consiguieran la mayoría del
Senado, aunque Mike Pence siguiera siendo su presidente, por lo menos, hasta el
20 de enero? Los resultados frente a esa situación no están del todo claros.
●
Otra situación
que podría
darse es que Nancy Pelosi expulse a los senadores del recinto para que el voto
del Colegio Electoral no se pueda leer “delante del Senado”. En ese caso, al 20
de enero no habría una decisión por parte del Colegio Electoral. Nancy Pelosi
se convertiría en presidenta interina de oficio. En un caso extremo, podríamos
tener a Biden reclamando la presidencia (basado en sus electores), a Trump reclamando
la presidencia (basado en el recuento que Pence haya hecho de los electores a
favor de Trump únicamente) y a Pelosi reclamando la presidencia (de oficio, si
se considera que el Colegio Electoral va a fracasar). Habría tres personas
reclamando el cargo.
El
desorden no termina allí. Los miembros del movimiento Antifa podrían prender
fuego las ciudades estadounidenses, noche tras noche, a partir del 3 de
noviembre para crear un clima de anarquía si Trump se adjudica la victoria.
Incluso si, finalmente, se considerara ganador a Biden, apelando a la
vigesimoquinta enmienda (o a la renuncia forzada), en el próximo verano
(boreal) se lo removería del cargo aduciendo incapacidad cognitiva. El
resultado final sería Kamala Harris como presidenta en funciones.
Conclusión
En
cinco elecciones, hubo presidentes que fueron electos para el cargo, a pesar de
no haber obtenido la mayoría del voto popular.
Lo
extraordinario de las elecciones de 2020 es que es posible que experimentemos
todas esas situaciones inusuales en una misma elección. Podemos ser testigos de
disputas entre electores, decisiones que se toman en la justicia, decisiones
que se toman en la Cámara y un ganador con la minoría del voto popular, todo al
mismo tiempo.
Si
bien nuestra predicción da como ganador a Trump, también pronosticamos que el
proceso, posiblemente, sea muy peleado. Y predecimos una elección reñida, así
que no descartamos una presidencia de Biden (o de Nancy Pelosi, o de Kamala
Harris). No es momento de apostar por ningún resultado en particular. Para los
inversores, es tiempo de tener liquidez, disminuir la volatilidad y protegerse
frente a un resultado lleno de incertidumbre.
La
mejor manera de hacer eso es aumentar la asignación de efectivo, reducir la
exposición a acciones y asegurarse de tener alrededor del 10% de los activos de
inversión en oro, plata o acciones de mineras de oro.
Para
aquellos que buscan exposición a los metales preciosos más allá del oro,
podrían considerar la onza PMC (PMC Ounce) de Neptune Global. Se trata de una
asignación propia en oro, plata, platino y paladio físico, que te lo pueden
entregar o puedes conservarlo en una caja fuerte segura, no bancaria, en
Delaware. El rendimiento de la onza PMC ha superado al oro y a la plata, con
una menor volatilidad desde su lanzamiento en 2008. En el pasado hemos
recomendado la onza PMC y ha generado excelentes retornos.
Nuestro
analista senior, Dan Amoss, tiene una recomendación formal dentro del terreno
de la minería de metales preciosos que le servirá a los inversores para los
tiempos turbulentos que se aproximan. Su informe detallado viene a
continuación.
Regresaremos
el mes que viene con una nueva edición de Inteligencia Estratégica. Allí
analizaremos los resultados de las elecciones con el ojo puesto especialmente
en las consecuencias para la economía, los mercados y tu cartera de
inversiones.
Claro
que para eso suponemos que, efectivamente, conoceremos el resultado de las
elecciones para esta altura del mes que viene, aunque no tenemos la certeza de
que así sea. De cualquier manera, te traeremos los mejores análisis y
recomendaciones disponibles.
Te
deseo lo mejor.
Jim
Rickards