La
tiranía de Israel sobre Estados Unidos
James Petras
¿Qué país tiene en su territorio
cientos de espías, topos y colaboradores trabajando, con total impunidad, para
un gobierno extranjero desde hace más de 30 años como sucede en EEUU? Según han informado antiguos y actuales
periodistas que conocen bien el tema, algunos de los cuales han sido
interrogados recientemente por el FBI, los agentes de la policía federal
señalan a la policía secreta israelí Mossad como organizadora y
promotora de esa red de espionaje.
Durante el pasado año, en una de las
más amplias investigaciones sobre el espionaje llevadas a cabo nunca, unos cien
agentes del FBI estuvieron entrevistando, desde sus oficinas en ciudades
por todo el país, a miles de testigos potenciales, informantes y sospechosos
relacionados con el espionaje israelí en Estados Unidos.
Un antiguo reportero de un influyente
semanario británico me contó que había sido interrogado en dos ocasiones,
durante un total de unas doce horas, sobre la colaboración de los medios de
comunicación con el Mossad a la hora de transmitir como "noticias"
"información falsa" y propaganda a favor de Israel.
De las conversaciones mantenidas con
los periodistas entrevistados por el FBI surge un cuadro de penetración
profunda y a gran escala de los espías israelíes y sus colaboradores en la
sociedad y gobierno estadounidenses.
Según mis fuentes, el FBI ha estado investigando durante treinta años
las redes israelíes de espionaje, aunque la investigación se vio a menudo
obstaculizada por políticos de ambos partidos en pago a los favores recibidos
de lobbys israelíes y de ricos financieros para lograr que las campañas
electorales acabaran favoreciendo a Israel. Según un escritor del británico
Economist, hasta el FBI resultó infiltrado: el testimonio presentado por el
escritor en los primeros años de la década de 1980 implicando a Richard
Perle y Paul Wolfowitz en la entrega en mano de documentos a agentes del Mossad,
"fue eliminado de los archivos del FBI y ha desaparecido".
Al pasar de los años, los servicios
secretos israelíes se han ido haciendo más atrevidos y groseros en sus
operaciones en EEUU. La red abarca a cientos de israelíes, a
estadounidenses-israelíes (doble ciudadanía) y a sus colaboradores locales
(‘sayanin’ o voluntarios seguidores judíos de los agentes israelíes fuera de
Israel). Como secuelas del 11-S, cientos de agentes israelíes que estaban
rondando por las oficinas gubernamentales, fueron reunidos y deportados en
silencio. En silencio, pero no porque no estuvieran cometiendo crímenes graves,
sino para evitar que se incrementaran los ataques políticos desde las
organizaciones pro-Israel más importantes y su clientela en el Congreso.
La expulsión masiva de espías
israelíes fue una respuesta por el fallo de Israel cuando hubiera debido
cooperar para impedir la masacre de miles de personas en Nueva York el 11 de
septiembre de 2001. Parece que el FBI consiguió reunir pruebas de que la
inteligencia israelí tenía detalladas evidencias del ataque terrorista del 11-S
y no proporcionó la información a las autoridades estadounidenses.
Sin embargo, siguieron afirmando que
los israelíes les habían dado la información justo antes del ataque que sacó al
FBI de la pista. Aunque el Mossad tiene la mayor red de espionaje y el
sistema de apoyos más poderoso de cuantos países operan en EEUU, lo que resulta
de especial interés es que, según los investigadores del FBI, esas operaciones
están penetrando las más altas esferas del gobierno estadounidense, incluido el
despacho del Vicepresidente Cheney. La prolongada investigación y la
reciente y masiva asignación de recursos y agentes para investigar la conexión
israelí se debe precisamente al espinoso asunto de tener que estar tratando con
sospechosos en las esferas más altas de gobierno. Según un policía federal de
Filadelfia, un paso en falso podría llevar a los peces gordos a cargarse la
investigación. Por eso, los investigadores están extendiendo los
interrogatorios para que alcancen a todas las fuentes posibles, acumulando
miles de páginas con transcripciones, declaraciones juradas, intervención de
conexiones telefónicas, videos de todos los posibles expertos o potencialmente
implicados en las operaciones de espionaje de Israel desde hace mucho tiempo.
A pesar de la intensificación de las
investigaciones, montones de agentes israelíes y recientes reclutados continúan
con las operaciones, muchos de ellos con la "cobertura protectora"
de grupos cristianos evangélicos filo-sionistas así como de los ‘sayanin’. Un objetivo
clave de la investigación del FBI, pero uno muy difícil de forzar, es el
AL – una unidad secreta de ‘katsas’ experimentados (oficiales
de caso del Mossad que reclutan agentes enemigos, como los describió
Victor Ostrovsky, antiguo agente del Mossad, en "By Way of
Deception").
Según las fuentes de mi periódico, el
caso de Judith Miller pasando desinformación de origen israelí fue una práctica
común durante los años de las décadas de 1980 y 1990. Muchos de los periodistas
importantes y escritores de editoriales aceptaron y publicaron o divulgaron, a
sabiendas, la información falsa israelí difundida por agentes del Mossad
que actuaban como consejeros políticos desde la Embajada de Israel.
La investigación del FBI sobre
las extensas operaciones de espionaje de Israel en EEUU es consecuencia de
varios factores. Tras años de estrecha colaboración entre la inteligencia
israelí y el FBI, éste (junto con la CIA) asumió la
vergüenza por el "fracaso de los servicios de inteligencia en el
11-S" sin mencionar la falta de cooperación por parte de Israel al no
haberles informado sobre lo que sabían. En segundo lugar, la descarada invasión
a gran escala de los operativos israelíes sobre el área del FBI (en
EEUU), ha socavado las actividades propias de las agencias, ha erosionado
su posición como agencias de seguridad y ha desafiado de modo especial sus
operaciones de contra-espionaje. En tercer lugar, el ascendente de
Wolfowitz, Feith y Perle en los más altos escalones del Pentágono y de Elliot
Abrams, Rubin y Libby en el Consejo Nacional de Seguridad, el Departamento de
Estado y la Oficina del Vicepresidente, facilitó la transferencia rápida y
masiva de documentación confidencial y decisiones delicadas al ejército de
operativos del Mossad y a los altos funcionarios de la inteligencia militar tanto
en EEUU como en Israel.
El flujo de información de EEUU a
Israel se convirtió en un torrente incontrolado y, por lo que respecta al FBI,
lo peor de todo fue que a nivel organizativo se convirtieron en actores
marginales cuando no directamente despreciados.
Lo que les resultó particularmente
mortificante fue tener al menos cinco testigos deseando testificar contra Wolfowitz
y Feith por un incidente de espionaje anterior y no poder ni tocarles a
causa de sus altas puestos y del respaldo presidencial (especialmente tras
el 11-S). El FBI estaba realmente preocupado por la profunda penetración
en el Estado y por el papel clave que Israel jugaba asesorando, dirigiendo y
transmitiendo propaganda y directrices a sus agentes, colaboradores y a las
organizaciones sionistas más importantes en la carrera hacia la invasión
estadounidense de Iraq. Dada la histeria de guerra y la propaganda "anti-terrorista"
bombeada por todo el aparato ideológico pro-Israel, los agentes israelíes en el
gobierno actuaron abiertamente y con total impunidad, desafiando tanto al FBI
como a la CIA al establecer su propia Oficina de Planes Especiales como "operación
clave de inteligencia" para transmitir información falsa directamente
desde Israel hasta la Casa Blanca.
El inicio, y las inmediatas secuelas,
de la guerra de Iraq y la subsiguiente ocupación supusieron el punto culminante
de la tiranía israelí sobre Washington.
‘Asesores’ pro Israel, miembros del gabinete, ideólogos, portavoces,
miembros del Comité de Acción Política Israelo-Estadounidense (AIPAC, en sus
siglas en inglés) y sus aliados en la Conferencia de Presidentes de las
Organizaciones Judías más Importantes (CPMJO, en sus siglas en inglés) celebró
su éxito presionando a EEUU a destruir completamente al principal adversario de
Israel (Iraq), su ejército, su economía, sus sistemas administrativo y
educativo y su infraestructura.
Sin embargo, la celebración de la
victoria de Israel sobre el buen sentido e intereses nacionales de EEUU fue
efímera. En cuanto la resistencia iraquí se fortaleció, en cuanto las bajas
estadounidenses aumentaron y los costes de la guerra se dispararon, el pueblo
estadounidense se volvió contra la guerra y el apoyo a la Administración
Bush ha caído en picada. Con estos cambios políticos, los agentes israelíes
y los colaboradores en el gobierno, autores y arquitectos de la guerra, debido
a la investigación, perdieron parte de su inmunidad. Al detectar el FBI
el cambio favorable en el clima político, procedió a ampliar enormemente su
investigación; se sucedieron interrogatorios que incluyeron a Feith,
Wolfowitz, Perle y otros neocon sionistas identificados con la inteligencia
israelí.
La siempre cautelosa agencia,
temerosa de los ataques de los partidarios incondicionales de Israel en el
Congreso de EEUU y en el Ejecutivo (Senadores Clinton y Lieberman, Secretaria
de Estado Condi Rice y el Vicepresidente Cheney) se centró en los
delitos de tres célebres elementos trabajando a favor de Israel – Irving "Scooter"
Libby, de la oficina del Vicepresidente, por revelar la identidad de una agente
secreta de la CIA; Larry Franklin, un funcionario del Pentágono de
segundo rango unido a Feith y Wolfowitz, por espiar para Israel; y en
dos dirigentes del AIPAC, el lobby pro Israel más importante, Rosen y
Weissman, por pasar documentación confidencial a agentes del Mossad
en la embajada israelí y por "complicidad" con periodistas de
la corporación de prensa de Washington.
Como la investigación del FBI
sobre la conexión israelí logró llegar hasta los niveles más altos en la
jerarquía estatal, Wolfowitz, cuya ambición de toda la vida era ser el
número uno en el Departamento de Defensa, dimitió de repente y fue nombrado
para presidir el Banco Mundial; Feith también dimitió y se reincorporó a
su firma legal israelo-estadounidense cuando la investigación llegó hasta uno
de sus conductos más importantes (Franklin) por proporcionar
inteligencia a los israelíes.
El FBI ha intensificado sus
dragas en la muy extensa red de espionaje israelí y sus colaboradores en el AIPAC,
la CPMJO y las organizaciones evangélicas cristiano-sionistas y muchas
otras organizaciones comunales. Al mismo tiempo, los jerarcas israelíes, los
operativos del Mossad y los funcionarios del gabinete israelí han
intensificado su campaña para involucrar a EEUU en una nueva guerra contra
Irán. Todas las organizaciones importantes pro Israel, los ideólogos y
funcionarios de la Administración se han hecho eco de esa línea belicosa. Los
Senadores Clinton y Lieberman declararon públicamente que, a la hora de "bombardear
Irán", los intereses israelíes son el factor determinante de la
política estadounidense hacia Oriente Próximo.
A pesar de las investigaciones del FBI,
el AIPAC ha lanzado una de sus más virulentas y agresivas campañas de
propaganda para satanizar a Irán, haciendo circular información falsa desde
Israel sobre la amenaza de las (no existentes) armas nucleares de Irán y
presionando con éxito al Congreso para que ladren ante la voz del Amo. A
pesar del horrible desastre que para EEUU ha resultado ser la invasión de Iraq,
en la cual los colaboradores israelíes jugaron un papel decisivo, están
siguiendo el mismo guión a favor de la guerra con Irán – inventándose armas de
destrucción masiva y amenazas para la seguridad de EEUU.
El AIPAC está haciendo
circular, entre todos los miembros del Congreso, fotos aéreas de bien conocidos
e inspeccionados laboratorios experimentales iraníes como si fueran "lugares
secretos de armas nucleares". Todos los ideólogos neocon sionistas
importantes han producido como si fueran salchichas una serie de artículos en
los que repetían como loros la compartida línea estatal israelí sobre la "amenaza
iraní" y la necesidad urgente de imponerle o bien sanciones o bien
llevar a cabo un ataque militar. En la actualidad, todo el aparato a favor de Israel
supone la fuerza política más influyente presionando para la confrontación
militar de EEUU con Irán, en contra de la opinión de todas las compañías
petrolíferas importantes de dentro y fuera de EEUU.
Según un periodista que solía
trabajar con el columnista Jack Anderson y al que el FBI pasó seis horas
entrevistando, el FBI se ha asegurado la cooperación del ya condenado
espía israelí y antiguo oficial del Pentágono, Lawrence Franklin, en el próximo
juicio a los altos dirigentes del AIPAC Rosen y Weissman. Están ahora
intentando alcanzar un acuerdo con el último para llegar hasta los escalones
más altos de poder del AIPAC y del Gobierno Federal. Pero el proceso de
investigación del espionaje israelí es lento y tedioso precisamente porque se
introduce profundamente en las más altas instancias del gobierno y se irradia
por una amplia red de organizaciones de la sociedad civil. Teniendo en
cuenta la gran presión de los israelíes a favor de un inminente ataque militar
contra Irán, no es probable que las investigaciones logren socavar su empeño en
la guerra.
Sin embargo, puede suceder que las
desastrosas consecuencias militares, políticas y económicas de la guerra contra
Irán –añadidas a las pérdidas en Iraq y Afganistán- hagan aumentar más aún el
rechazo hacia la Administración Bush y el aparato pro-Israel. Una decidida reacción popular podría impulsar que
se llevaran a cabo más arrestos y más procesamientos de funcionarios públicos
en altas instancias y entre los millonarios y operativos de las redes
israelíes que están presionando a favor de la guerra.
Estas guerras desastrosas al servicio
de Israel podrían lograr que los ciudadanos
estadounidenses reflexionen y reaccionen frente al sometimiento de la política
exterior estadounidense ante Israel. En última instancia, incluso podríamos ver
la reinstauración de una República Americana "libre de enredos
exteriores", por citar a George Washington, y de los "Benedict
Arnold" [*], como alardean los Senadores estadounidenses.
N. de T.:
[*]
Benedict Arnold vivió entre 1741-1801 y su nombre se ha convertido en EEUU en
sinónimo del traidor a su patria, aunque durante los primeros años de la
Revolución Americana fue un general brillante y muy respetado. A partir de
1780, presionado al parecer por una situación económica precaria y quizá
también por su falta de promoción en el ejército, empezó a pasar importante
información militar a los británicos, poniéndose más