625 – CONTENIDOS
DENGUE, EL
NUEVO COVID - Rocío Benítez
Celia Ortiz tenía 28 años y vivía en
Puerto Reconquista. Falleció en la madrugada del domin-go en el Hospital
Central. La joven había comenzado con dolores el día 8 de este mes, iba a la guardia
del nosocomio local, la atendían por dengue y la trataron por eso, de acuerdo a
lo expresado por la familia a Norte24.
Sergio, su marido, explicó que los
síntomas que evidenciaba eran dolor de estómago y náu-seas. Le ponían suero, porque le decían que era
dengue, y calmantes para que ella se sintiera bien del estómago, y le daban el
alta, contó. El viudo recordó con pesar que la última vez que la llevó al
Hospital no se podía parar, lloraba de
dolor, le dolía mucho el estómago. Además, relató que solicitó en la
guardia que le hicieran análisis, ya que hacía una semana que iba y venía del
efector sin que el cuadro de salud de su pareja se resolviera.
Horas después del que sería el último
ingreso, le informaron que los análisis por el virus del dengue habían salido
normal, pero le avisaron sobre la detección de peritonitis, por lo que le
avisaron que Celia sería sometida a una intervención quirúrgica de urgencia.
El hombre afirmó que cuando la pasaron a
sala le ponían oxígeno y suero porque no
podían estabilizar la presión. Por su parte, Clara, amiga a la familia,
mostró el malestar de parientes y allegados por la muerte: No puedo creer la negligencia, 28 años tenía Nina, fue todos los días a
partir del 8, así redactamos la denuncia, porque tenía mucho dolor y lo único
que le decían era que tenía dengue, le daban Paracetamol, pero jamás le
hicieron un análisis; el único momento que le hicieron fue el día anterior a su
fallecimiento, ahí le dio que tenía apendicitis. La mujer brindó su versión,
detallando lo que, supuestamente, pasó: El
8 de abril empezó a ir todos los días al Hospital porque tenía dolores, vómitos
y, sin hacerle análisis, lo que le decían era que tenía dengue, que se hidrate.
Al otro día, ella volvió. El sábado,
ya no aguantaba el dolor, entonces ahí le hacen un análisis donde obviamente
sale que tenía peritonitis y la operan, cuando la sacan (que termina la
operación) ella no se sentía bien, le faltaba el aire y lo que le dicen al
marido es que se pasaron de anestesia, pero que le iban a poner oxígeno y no
pasaba nada; pero ella nunca estuvo mejor, entonces vuelve a terapia y desde
ahí no la ven más, hasta que le entregan el cuerpo.
A las 5:55 de la madrugada del domingo, lo
llaman para decirle que su mujer falleció a las 5:30. No tenemos los nombres de
nadie, todos los días estaba el médico de turno, él fue todos los días. Esto se
pudo prevenir. Nosotros pedimos el historial clínico, que es lo que nos tienen
que dar después de la denuncia que realizamos anoche. Ahí pedimos que se
realice una autop-sia, que el fiscal aprobó.
Clara exclamó: Queremos saber qué le pasó a Nina, ella no se quedó en su casa fue
todos los días al Hospital porque se sentía mal, Nina tenía algo, nunca le
hicieron estudios, y eso se podía prevenir. Creo que con la gente de bajos
recursos pasa esto. Eso es una injusticia, cómo le explicas a sus hijas de 5 y
7 años, es un golpe para la familia, nadie se lo esperaba.
Por el momento, desde el centro de salud
pública de mayor complejidad del norte provincial no se informó oficialmente
sobre el caso.
LA MAFIA
MÉDICA, EL NEGOCIO DE CREAR ENFERMEDADES - Laura
Jimeno Muñoz
La Mafia Médica es el título del libro
que le costó a la doctora Ghislaine Lanctot su expulsión del colegio de médicos
y la retirada de su licencia para ejercer medicina. Se trata probable-mente de
la denuncia publicada más completa, integral, explícita y clara del papel que
juega a nivel mundial el complejo formado por el Sistema Sanitario y la industria
farmacéutica. El libro expone, por una parte, la errónea concepción de la salud
y la enfermedad que tiene la sociedad occidental moderna, fomentada por esta
mafia médica que ha monopolizado la salud pública creando el más lucrativo de
los negocios. Además de tratar sobre la verdadera naturaleza de las
enfermedades, explica cómo las grandes empresas farmacéuticas controlan no sólo
la in-vestigación sino también la docencia médica, y cómo se ha creado un
Sistema Sanitario basado en la enfermedad en lugar de en la salud, que cronifica
enfermedades y mantiene a los ciudadanos ignorantes y dependientes de él. El
libro es pura artillería pesada contra todos los miedos y mentiras que
destrozan nuestra salud y nuestra capacidad de auto regulación natu-ral,
volviéndonos manipulables y completamente dependientes del sistema
La autora de La mafia médica acabó sus
estudios de Medicina en 1967, una época en la que, como ella misma confiesa estaba convencida de
que la Medicina era extraordinaria y de que antes del final del siglo XX se
tendría lo necesario para curar cualquier enfermedad. Sólo que esa primera
ilusión fue apagándose hasta extinguirse. Aquí su razonamiento.
Empecé a ver muchas cosas que me hicieron
reflexionar. Por ejemplo, que no todas las personas respondían a los
maravillosos tratamientos de la medicina oficial. Además, en aquella época
entré en contacto con varios terapeutas suaves, es decir, practicantes de
terapias no agresivas que no tuvieron reparo alguno en abrirme sus consultas y
dejarme ver lo que hacían. Y llegué pronto a la conclusión de que las medicinas
no agresivas son más eficaces, más bara-tas y, encima, tienen menores efectos
secundarios.
Luego mi mente fue más allá y empecé a
cuestionarme cómo era posible que se tratara de charlatanes a personas a las
que yo misma había visto curar y por qué se las perseguía como si fueran brujos
o delincuentes. Por otra parte, como médico había participado en muchos con-gresos
internacionales y me di cuenta de que todas las presentaciones y ponencias que
apa-ecen en tales eventos están controladas y requieren obligatoriamente ser
primero aceptadas por el comité científico organizador del congreso. ¿Y quién
designa a ese comité científico? Pues generalmente quien financia el evento: la
industria farmacéutica. ¡Sí, hoy son las multina-cionales las que deciden hasta
qué se enseña a los futuros médicos en las facultades y qué se publica y expone
en los congresos de medicina! El control es absoluto.
Darme cuenta del control y de la
manipulación a la que están sometidos los médicos y los futuros médicos, es
decir, los estudiantes, me hizo entender claramente que la medicina es, ante
todo, un negocio. La medicina está hoy controlada por los seguros (públicos o
privados, da igual) porque en cuanto alguien tiene un seguro pierde el control sobre
el tipo de medicina al que accede. Ya no puede elegir. Es más, los seguros
determinan incluso el precio de cada tratamiento y las terapias que se van a
practicar. Y es que si miramos detrás de las compañías de seguros o de la
seguridad social, encontramos lo mismo, el poder económico.
Es el dinero quien controla totalmente la
medicina. Y lo único que de verdad interesa a quie-nes manejan este negocio es
ganar dinero. ¿Y cómo ganar más? Pues haciendo que la gente esté enferma porque
las personas sanas no generan ingresos. La estrategia consiste, en suma, en
tener enfermos crónicos que tengan que consumir todo tipo de productos
paliativos, es decir, para tratar sólo síntomas; medicamentos para aliviar el
dolor, bajar la fiebre, disminuir la inflamación, pero nunca fármacos que
puedan resolver una dolencia. Eso no es rentable, no interesa. La medicina actual
está concebida para que la gente permanezca enferma el mayor tiempo posible y
compre fármacos; si es posible, toda la vida.
El llamado sistema sanitario es en
realidad un sistema de enfermedad. Se practica una me-dicina de la enfermedad y
no de la salud. Una medicina que sólo reconoce la existencia del cuerpo físico
y no tiene en cuenta ni el espíritu, ni la mente, ni las emociones. Y que
además trata sólo el síntoma y no la causa del problema. Se trata de un sistema
que mantiene al pa-ciente en la ignorancia y la dependencia, y al que se
estimula para que consuma fármacos de todo tipo.
El sistema sanitario está al servicio de
quien le saca provecho: la industria farmacéutica. De manera oficial (puramente
ilusoria) el sistema está al servicio del paciente pero, oficiosamente, en la
realidad, el sistema está a las órdenes de la industria que es la que mueve los
hilos y mantiene el sistema de enfermedad en su propio beneficio. Se trata, en
suma, de una auténtica mafia médica, de un sistema que crea enfermedades y mata
por dinero y por poder.
El médico es (muchas veces de forma
inconsciente, es verdad) la correa de transmisión de la gran industria. Durante
los cinco a diez años que pasa en la Facultad de Medicina el sistema se encarga
de inculcarle unos determinados conocimientos y de cerrarle los ojos a otras
posi-bilidades. Posteriormente, en los hospitales y congresos médicos, se les
refuerza en la idea de que la función del médico es curar y salvar vidas, de
que la enfermedad y la muerte son fraca-sos que debe evitar a toda costa y de
que la enseñanza recibida es la única válida. Además se les enseña que el médico
no debe implicarse emocionalmente y que es un dios de la salud. De ahí que
incluso exista caza de brujas entre los propios profesionales de la medicina.
La medi-cina oficial, la científica, no puede permitir que existan otras formas
de curar que no sean ser-viles al sistema.
El sistema, en efecto, pretende hacer
creer que la única medicina válida es la llamada medi- cina científica. La
medicina científica está enormemente limitada porque se basa en la física
materialista de Newton: tal efecto obedece a tal causa. Y, por ende, tal
síntoma precede a tal enfermedad y requiere tal tratamiento. Se trata de una medicina
que además sólo reconoce lo que se ve, se toca o se mide y niega toda conexión
entre las emociones, el pensamiento, la con-ciencia y el estado de salud del
físico. Y cuando se la importuna con algún problema de ese tipo le cuelga la
etiqueta de enfermedad psicosomática al paciente y le envía a casa tras
recetarle pastillas para los nervios.
Da
la impresión de curar pero no cura. Simplemente elimina la manifestación del
problema en el cuerpo físico pero éste, tarde o temprano, resurge.
Las llamadas medicinas suaves o no
agresivas son una mejor opción porque tratan al pa-ciente de forma holística y
le ayudan a sanar, pero tampoco curan. Mire, cualquiera de las lla-madas
medicinas alternativas constituyen una buena ayuda pero son sólo eso:
complementos. Porque el verdadero médico es uno mismo. Y cuando uno es
consciente de su soberanía sobre la salud deja de necesitar terapeutas. El
enfermo es el único que puede curarse. Nadie puede hacerlo en su lugar. La auto
sanación es la única medicina que cura. La cuestión es que el sistema trabaja
para que olvidemos nuestra condición de seres soberanos y nos convirtamos en
seres sumisos y dependientes. En nuestras manos está, pues, romper esa
esclavitud.
La pregunta e:, ¿por qué las autoridades
políticas, médicas, mediáticas y económicas lo permiten? ¿Por qué los gobiernos
no acaban con este sistema de enfermedad, costosísimo por otra parte? A ese
respecto tengo tres hipótesis. La primera es que quizás no saben que todo esto
está pasando, pero es difícil de aceptar porque la información está a su
alcance desde hace muchos años y en los últimos veinte años son ya varias las publicaciones
que han denun-ciado la corrupción del sistema y la conspiración existente. La
segunda hipótesis es que no pueden acabar con ello, pero también resulta
difícil de creer porque los gobiernos tienen el suficiente poder. Y la tercera,
es que no quieren acabar con el sistema. Y si un Gobierno se niega a acabar con
un sistema que arruina y mata a sus ciudadanos es porque forma parte de él,
porque forma parte de la mafia.
La mafia médica está integrada a
diferentes escalas y con distintas implicaciones, por su-puesto, la industria
farmacéutica, las autoridades políticas, los grandes laboratorios, los hospi-tales,
las compañías aseguradoras, las Agencias del Medicamento, los colegios de médicos,
los propios médicos, la Organización Mundial de la Salud (el Ministerio de
Sanidad de la ONU) y, por supuesto, el gobierno mundial en la sombra del
dinero.
La Organización Mundial de la Salud es la
mafia de las mafias. Esa organización está com-pletamente controlada por el
dinero. La OMS es la organización que establece, en nombre de la salud, la
política de enfermedad en todos los países. Todo el mundo tiene que obedecer
ciegamente las directrices de la OMS. No hay escapatoria. De hecho, desde 1977,
con la Declaración de Alma Ata, nadie puede escapar de su control.
Se trata de una declaración que da a la
OMS los medios para establecer los criterios y normas internacionales de práctica
médica. Se desposeyó así a los países de su soberanía en materia de salud para
transferirla a un gobierno mundial no elegido cuyo ministerio de salud es la
OMS. Desde entonces derecho a la salud significa derecho a la medicación. Así
es como se han impuesto las vacunas y los medicamentos a toda la población del
globo.
Una labor que no se cuestiona, ¿quién va
a osar dudar de las buenas intenciones de la Organización Mundial de la Salud?
Sin embargo, hay que preguntarse quién controla a su vez esa organización a
través de la ONU: el poder económico.
Ni
siquiera las organizaciones humanitarias escapan a ese control, ya que también
depen-den de la ONU, es decir, del dinero de las subvenciones. Y, por tanto,
sus actividades están igualmente controladas. Organizaciones como Médicos Sin
Fronteras creen que sirven altruis-tamente a la gente pero en realidad sirven
al dinero.
Una mafia sumamente poderosa, omnipotente.
Ha eliminado toda competencia. Hoy día a los investigadores se les orienta. Los
disidentes son encarcelados, maniatados y reducidos al si-lencio. A los médicos
alternativos se les tilda de locos, se les retira la licencia o se les encar-cela
también. Los productos alternativos rentables han caído igualmente en manos de
las multinacionales gracias a las normativas de la OMS y a las patentes de la
Organización Mundial del Comercio. Las autoridades y sus medios de comunicación
social se ocupan de alimentar entre la población el miedo a la enfermedad, a la
vejez y a la muerte. De hecho, la obsesión por vivir más o, simplemente, por
sobrevivir ha hecho prosperar incluso el tráfico internacional de órganos,
sangre y embriones humanos. Y en muchas clínicas de fertilización en realidad
se fa-brican multitud de embriones que luego se almacenan para ser utilizados
en cosmética, en tratamientos rejuvenecedores, etc. Eso sin contar con que se
irradian los alimentos, se modi-fican los genes, el agua está contaminada, el
aire envenenado. Es más, los niños reciben ab-surdamente hasta treinta y cinco
vacunas antes de ir a la escuela. Y así, cada miembro de la familia tiene ya su
pastillita: el padre, la Viagra; la madre, el Prozac; el niño, el Ritalin. Y
todo esto, ¿para qué? Porque el resultado es conocido: los costes sanitarios
suben y suben pero la gente sigue enfermando y muriendo igual.
El sistema sanitario imperante es una
realidad que cada vez más gente empieza a conocer. Las autoridades mienten
cuando dicen que las vacunas nos protegen, mienten cuando dicen que el sida es
contagioso y mienten cuando dicen que el cáncer es un misterio.
La única inmunidad auténtica es la natural
y ésa la desarrolla el 90% de la población antes de los quince años. Es más,
las vacunas artificiales cortocircuitan por completo el desarrollo de las primeras
defensas del organismo. Y que las vacunas tienen riesgos es algo muy evidente;
a pesar de lo cual se oculta. Por ejemplo, una vacuna puede provocar la misma
enfermedad para la que se pone. ¿Por qué no se advierte? También se oculta que
la persona vacunada puede transmitir la enfermedad aunque no esté enferma.
Asimismo, no se dice que la vacuna puede sensibilizar a la persona frente a la
enfermedad. Aunque lo más grave es que se oculte la inutilidad constatada de
ciertas vacunas. Me refiero a las de enfermedades como la tubérculo-sis y el
tétanos, vacunas que no confieren ninguna inmunidad; la rubéola, de la que el
90% de las mujeres están protegidas de modo natural; la difteria, que durante
las mayores epidemias sólo alcanzaba al 7% de los niños a pesar de lo cual hoy
se vacuna a todos; la gripe y la hepatitis B, cuyos virus se hacen rápidamente
resistentes a los anticuerpos de las vacunas.
Además, las innumerables complicaciones
que causan las vacunas (desde trastornos menores hasta la muerte) están suficientemente
documentadas; por ejemplo, la muerte súbita del lactante. Por eso hay ya
numerosas protestas de especialistas en la materia y son miles las demandas
judiciales que se han interpuesto contra los fabricantes. Por otra parte,
cuando se examinan las consecuencias de los programas de vacunaciones masivas
se extraen conclu-siones esclarecedoras.
En primer lugar las vacunas son caras y le
suponen a los estados un gasto de miles de millones de euros al año. Por tanto,
el único beneficio evidente y seguro de las vacunas es el que obtiene la
industria. Además, la vacunación estimula el sistema inmune pero, repetida la
vacunación, el sistema se agota. Por tanto, la vacuna repetida puede hacer, por
ejemplo, estallar el sida silencioso y garantizar un mercado de la enfermedad
perpetuamente flore-ciente. Más datos: la vacunación incita a la dependencia
médica y refuerza la creencia de que nuestro sistema inmune es ineficaz. Aunque
lo más horrible es que la vacunación facilita los genocidios selectivos pues
permite liquidar a personas de cierta raza, de cierto grupo, de cierta región.
Sirve como experimentación para probar nuevos productos sobre un amplio
muestrario de la población y es un arma biológica potentísima al servicio de la
guerra biológica porque permite intervenir en el patrimonio genético
hereditario de quien se quiera.
Yo afirmo que la teoría de que el único
causante del sida es el VIH o Virus de la inmuno- deficiencia Adquirida es
falsa. Esa es la gran mentira. La verdad es que tener el VIH no implica
necesariamente desarrollar sida. Porque el sida no es sino una etiqueta que se
coloca a un estado de salud al que dan lugar numerosas patologías cuando el
sistema inmune está bajo. Y niego que tener sida equivalga a muerte segura.
Pero, claro, esa verdad no interesa. Las autoridades nos imponen a la fuerza la
idea de que el sida es una enfermedad causada por un solo virus a pesar de que
el propio Luc Montagnier, del Instituto Pasteur, codescubridor oficial del VIH
en 1983, reconoció ya en 1990 que el VIH no es suficiente por sí solo para
causar el sida. Otra evidencia es el hecho de que hay numerosos casos de sida
sin virus VIH y numero-sos casos de virus VIH sin sida (seropositivos). Por
otro lado, aún no se ha conseguido demos-trar que el virus VIH cause el sida,
lo cual es una regla científica elemental para establecer una relación causa/efecto
entre dos factores. Lo que sí se sabe, sin embargo, es que el VIH es un
retrovirus inofensivo que sólo se activa cuando el sistema inmune está debilitado.
Investigaciones de eminentes médicos
indican que el VIH fue creado mientras se hacían ensayos de vacunación contra
la hepatitis B en grupos de homosexuales. Y todo indica que el continente
africano fue contaminado del mismo modo durante campañas de vacunación contra
la viruela. Claro que otros investigadores van más lejos aún y afirman que el
virus del sida fue cultivado como arma biológica y después deliberadamente
propagado mediante la vacunación de grupos de población que se querían
exterminar.
Ya en el Congreso sobre SIDA celebrado en
Copenhague en mayo de 1992 los supervivien-tes del sida afirmaron que la solución
entonces propuesta por la medicina científica para com-batir el VIH, el AZT,
era absolutamente ineficaz. Hoy eso está fuera de toda duda. Pues bien, yo
afirmo que se puede sobrevivir al sida, pero no al AZT. Este medicamento es más
mortal que el sida. El simple sentido común permite entender que no es con
fármacos inmunodepresores como se refuerza el sistema inmunitario. Mire, el
sida se ha convertido en otro gran negocio. Por tanto, se promociona ampliamente
combatirlo porque ello da mucho dinero a la industria farmacéutica. Es así de
simple.
El llamado cáncer, es decir, la masiva
proliferación anómala de células, es algo tan habitual que todos lo padecemos varias
veces a lo largo de nuestra vida. Sólo que cuando eso sucede el sistema
inmunitario actúa y destruye las células cancerígenas. El problema surge cuando
nuestro sistema inmunitario está débil y no puede eliminarlas. Entonces el conjunto
de células cancerosas acaba creciendo y formando un tumor. Cuando se descubre
un tumor se le ofrece de inmediato al paciente, con el pretexto de ayudarle,
que elija entre estas tres posibilidades o formas de tortura: amputarle
(cirugía), quemarle (radioterapia) o envenenarle (quimioterapia). Ocultándosele
que hay remedios alternativos eficaces, inocuos y baratos. Y después de cuatro décadas
de lucha intensiva contra el cáncer, ¿cuál es la situación en los propios
países indus-trializados? Que la tasa de mortalidad por cáncer ha aumentado.
Ese simple hecho pone en evidencia el fracaso de su prevención y de su tratamiento.
Se han despilfarrado miles de millo-nes de euros y tanto el número de enfermos
como de muertos sigue creciendo. Hoy sabemos a quién beneficia esta situación.
Como sabemos quién la ha creado y quién la sostiene. En el ,caso de la guerra
todos sabemos que ésta beneficia sobre todo a los fabricantes y traficantes de
armas. Bueno, pues en medicina quienes se benefician son los fabricantes y
traficantes del armamento contra el cáncer; es decir, quienes están detrás de
la quimioterapia, la radiotera-pia, la cirugía y toda la industria
hospitalaria.
Sin embargo, a pesar de todo, sostengo
que la mafia médica es una necesidad evolutiva de la humanidad. Piensen en un
pez cómodamente instalado en su pecera. Mientras tiene agua y comida, todo está
bien pero si le empieza a faltar el alimento y el nivel del agua desciende
peligrosamente el pez decidirá saltar fuera de la pecera buscando una forma de
salvarse. Bueno, pues yo entiendo que la mafia médica nos puede empujar a dar
ese salto individual-mente. Eso sí, habrá mucha gente que preferirá morir a
saltar.
Pero para dar ese salto es preciso un
nivel de conciencia determinado. Yo creo que se está elevando mucho y muy rápidamente.
La información que antes se ocultaba ahora es pública: que la medicina mata
personas, que los medicamentos nos envenenan, etc. Además, el médico alemán
Ryke Geerd Hamer ha demostrado que todas las enfermedades son psicosomáticas y
las medicinas no agresivas ganan popularidad. La mafia médica se desplomará
como un cas-tillo de naipes cuando un 5% de la población pierda su confianza en
ella. Basta que ese por-centaje de la población mundial sea consciente y
conectado con su propia divinidad. Entonces decidirá escapar de la esclavitud a
la que le tiene sometida la mafia y el sistema actual se derrumbará. Tan
sencillo como eso.
Pienso que probablemente en menos de cinco
años todo el mundo se dará cuenta ya de que cuando va al médico va a un especialista
de la enfermedad y no a un especialista de la salud. Dejar a un lado la llamada
medicina científica y la seguridad que propone para ir a un terapeuta es ya un
paso importante. También lo es perder el respeto y la obediencia ciega al
médico. El gran paso es decir no a la autoridad exterior y decir sí a nuestra
autoridad interior.
Lo que nos impide romper con la autoridad
exterior e el miedo. Tenemos miedo a no acudir al médico. Pero es el miedo, por
sí mismo, quien nos puede enfermar y matar. Nos morimos de miedo. Se nos olvida
que la naturaleza humana es divina, es decir, concebida para compor-tarnos como
dioses. ¿Y desde cuándo los dioses tienen miedo? Cada vez que nos compor-tamos
de manera diferente a la de un dios nos ponemos enfermos. Esa es la realidad.
La función de los medios de comunicación
para contribuir a la elevación de la conciencia en esta materia es informar sin
intentar convencer. Decir lo que saben y dejar a la gente hacer lo que quiera
con la información. Porque intentar convencerles sería imponer otra verdad y de
nuevo estaríamos en otra guerra. Se necesita sólo dar referencias. Basta decir
las cosas. Lue-go, la gente las escuchará si resuenan en ellos. Y si su miedo
es mayor que su amor por sí mismos dirán: Eso es imposible. En cambio, si
tienen abierto el corazón, escucharán y se cuestionarán sus convicciones. Es
entonces, en ese momento, cuando quieran más, cuando se les puede dar más
información.
EL MUNDO
TÓXICO DE LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS - The
Expose
Promesas, promesas, promesas. El mundo
tóxico de los organismos genéticamente modi-ficados y la agricultura industrial
se basa en falsas promesas. Durante casi treinta años hemos estado escuchando
la propaganda de las grandes empresas de biotecnología sobre cómo la ingeniería
genética transformará la agricultura y la producción de alimentos. Hemos
escucha-do cómo reducirá el impacto ambiental de la agricultura al reducir el
uso de pesticidas. Nos han prometido que aumentará el contenido nutricional de
los alimentos. Nos han dicho cómo aumentará las ganancias de los agricultores
al aumentar los rendimientos, y que esos mayores rendimientos ayudarán a
alimentar al mundo.
A medida que el problema del cambio
climático provocado por el hombre ha pasado a ocu-par un lugar destacado en la
agenda mundial, han surgido nuevas promesas sobre cómo los OMG combatirán el
cambio climático y cómo la ingeniería genética hará que las plantas sean más
resistentes a las sequías y las inundaciones. Las promesas de los mercachifles
siguen llegando, pero ¿qué ha entregado realmente la industria biotecnológica
durante casi tres déca-das?
En primer lugar, los cultivos
transgénicos se vendieron como una forma de reducir el uso de pesticidas en las
granjas. Pero desde que se introdujeron los cultivos GM, ha habido un au-mento
dramático en el uso de pesticidas en esos cultivos en todo el mundo.
La mayoría de los cultivos transgénicos
pertenecen a uno de dos tipos. Los cultivos resis-entes a los pesticidas o
Roundup Ready, en su mayoría maíz y soja, están diseñados genética-mente para
resistir la fumigación del herbicida Roundup de Monsanto, cuyo ingrediente
activo es el glifosato. Más recientemente, también se han diseñado resistentes
a pesticidas para resistir otros pesticidas altamente tóxicos como dicamba y
2,4-D.
Los cultivos transgénicos han convertido
al glifosato en uno de los herbicidas más utilizados e imprudentemente en la
historia. Según el USDA, más del 90 % de la soja cosechada está modificada
genéticamente para resistir herbicidas como el Roundup. Los productores de pla-guicidas,
o plantas Bt, que incluyen maíz y soja pero también algodón, producen sus
propios insecticidas. Cuando una plaga agrícola se come el cultivo, en teoría,
se envenenará y morirá.
Pero
las malas hierbas y los insectos evolucionan rápidamente para ser inmunes a
estos vene-nos. La mayoría de las malas hierbas agrícolas se han vuelto
resistentes al Roundup, lo que hace que los agricultores fumiguen más cada año.
El mayor uso de herbicidas crea cada vez más súper malezas y un uso aún mayor
de herbicidas.
El aumento se vio por primera vez en los
resistentes a los pesticidas. Un estudio de 2012 de la Universidad Estatal de
Washington descubrió que la siembra de cultivos transgénicos resul-tó
rápidamente en súper malezas resistentes a los herbicidas y, como resultado,
aumentó el uso de herbicidas. En 2016, una investigación de la Universidad de
Virginia confirmó que las malas hierbas resistentes al glifosato provocaron un
aumento del 28 % en el uso de herbicidas en la soja modificada genéticamente en
comparación con la soja no modificada genéticamente. Este aumento también se ha
reportado en otros países como Canadá,
Brasil y Argentina. Más
recientemente, los insectos comenzaron a volverse resistentes a los
insecticidas incorporados en los productos pesticidas, lo que provocó que los
agricultores usaran mezclas cada vez más peligrosas de pesticidas para tratar
de mantenerlos bajo control.
En
este momento, más que nunca, necesitamos un ecosistema sano, biodiverso y
funcional, que dependa de una rica diversidad de plantas, animales e insectos. La
tierra agrícola que es biodiversa es más productiva y más capaz de hacer frente
a cambios inesperados, por ejem-plo, en el clima o los niveles cíclicos de
enfermedades de las plantas o especies invasoras. Los estudios muestran que un
suelo sano puede absorber y retener más CO que un suelo dañado.
Pero
la agricultura industrial moderna de hoy implica a menudo grandes extensiones
de tierra dedicadas a un solo cultivo, conocidas como monocultivos. En los
monocultivos, se desalienta la diversidad mediante el uso de pesticidas que
mantienen a todos los seres vivos, excepto los cultivos valiosos, fuera de la
tierra.
En los EEUU la tierra convertida para la
producción de soja generalmente ha sido tierra agrícola preexistente y, por lo
tanto, no está vinculada a la deforestación, como lo está en Amé-rica del Sur. Sin
embargo, la creciente demanda de soja está destruyendo las praderas estado-unidenses
y el análisis de los datos satelitales ha demostrado que entre 2006 y 2011, los
agri-cultores de las Dakotas, Minnesota, Iowa y Nebraska habían convertido 1.300.000
de acres de pastizales en producción de soja y maíz.
Estos monocultivos son malas noticias para
la vida silvestre, ya que reducen los hábitats de una amplia gama de criaturas
salvajes, desde aves que anidan en el suelo hasta polinizadores como abejas y
mariposas. También son malos para los agricultores. Una investigación en
profundidad realizada por The New York Times en 2016 reveló que, además de
aumentar el uso de pesticidas, la modificación genética en los EEUU y Canadá no
ha logrado los aumentos esperados en los rendimientos de los cultivos. Esto
resuena con los hallazgos de un informe de la Academia Nacional de Ciencias de
2016 que encontró que había poca evidencia de que la in-troducción de cultivos
genéticamente modificados en los Estados Unidos había llevado a ga-nancias de
rendimiento más allá de las observadas en los cultivos convencionales.
Más recientemente, los agricultores de
EEUU han estado sufriendo un exceso de soja,
vin-culado a disputas comerciales en curso con China, que han resultado
en precios bajos y quie-bras agrícolas. Igualmente importante es el hecho de
que los transgénicos no han podido ali-mentar al mundo. Los principales
subproductos de los OMG son las grasas y los azúcares. Los OMG, cuando no se
están convirtiendo en biocombustibles, se están convirtiendo en maíz, soja e
incluso aceite de semilla de algodón y azúcares como el jarabe de maíz con alto
contenido de fructosa y el azúcar de remolacha. En otras palabras, lo que los
OGM han logrado con mayor éxito es proporcionar ingredientes baratos y poco
saludables para comidas preparadas ultra procesadas, alimentos pre envasados y
restaurantes de comida rápida.
Todos
esos monocultivos y todas esas fumigaciones, sobre todo con glifosato, tienen
con-secuencias en los alimentos que consumimos. Los monocultivos de cultivos transgénicos
conducen a mono dietas. Hoy en día, solo un puñado de cultivos ahora domina las
dietas en todo el mundo. Esta nueva mono dieta tiene más calorías y menos
nutrición. Es un desastre dietético que está acelerando el aumento mundial de
enfermedades no transmisibles como la obesidad, las enfermedades cardíacas y la
diabetes. Esa dieta global también está más enve-nenada que nunca. El glifosato
se rocía abundantemente en los cultivos transgénicos. También se rocía
regularmente sobre cultivos no modificados genéticamente, como trigo, avena,
maíz y cebada, pero también soja, colza, semillas de girasol y garbanzos, como
desecante, para se-carlos antes de la cosecha.
También hay evidencia de que el glifosato
y su producto de descomposición tóxico AMPA se acumula en alimentos como la
soya GM. Las pruebas de laboratorio tanto en los EEUU como en Europa lo han encontrado en la
popular marca de helados Ben & Jerry's, probablemente de-bido a sus
ingredientes para galletas, pasteles y otros cereales. También es un
contaminante en la miel y los populares cereales a base de avena y muchos otros
alimentos, especialmente los que contienen soja.
Un análisis de laboratorio reciente
realizado por Moms Across America encontró residuos de glifosato en la nueva
receta Impossible Burger. Los niveles de
glifosato y AMPA fueron ba-jos, pero la evidencia de los estudios de alimentos
para animales indica que solo una mínima porción de glifosato puede destruir
las bacterias intestinales. No sorprende, entonces, que las pruebas muestren
que el 93% de los estadounidenses evaluados dieron positivo para el glifosato. Se
han encontrado niveles preocupantemente altos en la leche materna y la orina de
madres, así como en el agua que beben. Transmitido a los bebés a través de la
leche materna o el agua utilizada para hacer fórmula, esto podría afectar la
salud infantil ya que se sospecha que el glifosato es un disruptor hormonal.
Otros estudios de animales alimentados con
alimentos transgénicos y/o glifosato muestran tendencias preocupantes que incluyen
daño a órganos vitales como el hígado y los riñones, daño a los tejidos
intestinales y la flora intestinal, alteración del sistema inmunitario,
anomalías reproductivas e incluso tumores. En marzo de 2015, cuando la
Organización Mundial de la Salud clasificó el glifosato como probablemente
cancerígeno para los humanos, no muchos se sorprendieron.
Las empresas agroquímicas siguen afirmando
que el glifosato es seguro. Pero los jurados de todo Estados Unidos dicen lo
contrario. Actualmente, más de 40 000 personas en los EEUU han presentado
demandas alegando que la exposición al Roundup es la causa de su cáncer y, en
particular, de los linfomas. Una vez que un cáncer raro, el tipo de linfoma más
común, el linfo-ma no Hodgkin, es ahora el séptimo cáncer más común en hombres
y mujeres.
Los primeros tres casos en ir a juicio
resultaron en un total combinado de $2.424.000.000 en veredictos del jurado (aunque
esto fue posteriormente reducido por los jueces). La ciencia respalda estos
veredictos. Un estudio reciente mostró evidencia convincente de un vínculo
entre los herbicidas a base de glifosato y la alteración endocrina y las
alteraciones genéticas comúnmente asociadas con el desarrollo de linfomas.
Una consecuencia impactante del primer caso
de glifosato que fue a juicio, el de Dewayne Johnson, de 33 años , fue la
revelación de varios documentos previamente clasificados. Los documentos
detallaron los esfuerzos de Monsanto para coludirse con la Agencia de
Protección Ambiental para encubrir los riesgos de cáncer del glifosato. De los
catorce estudios de gli-fosato revisados por la EPA, que analizaron
específicamente el cáncer en animales, ocho encontraron tasas elevadas de
cáncer en al menos un órgano o tejido. Sin embargo, la EPA optó por descartar
estos hallazgos y concluyó que es poco probable que el glifosato cause cáncer.
Más recientemente, otro pesticida heredado
de Monsanto, dicamba, ha aparecido en los titulares. En 2017/18, la deriva de
dicamba fue responsable del daño a aproximadamente cinco millones de acres de
soja no transgénica en 24 estados, y numerosos cultivos especiales y plantas
silvestres.
En febrero de 2020, en el primer juicio de
dicamba en EEUU un jurado de Missouri otorgó $265.000.000 millones en daños a
los productores de duraznos Bader Farms cuando la deriva de un campo cercano de
soja transgénica mató sus árboles. Todos estos ensayos apuntan a una emergencia
ambiental y de salud y, sin embargo, faltan acciones a nivel federal para
frenar el uso de estos químicos tóxicos.
Tomando el asunto en sus propias manos,
algunos estados y comunidades locales están comenzando a prohibir o restringir
el uso de químicos como el glifosato. Más allá de las fronteras de EEUU, más de
dos docenas de países han implementado prohibiciones y/o res-tricciones.
Desde que los primeros alimentos y
medicamentos para animales modificados genéticamente, el tomate Flavr Savr y la
hormona de crecimiento bovino recombinante llega-ron al mercado estadounidense en 1994,
la industria biotecnológica ha estado librando una guerra de relaciones
públicas para obtener el público a aceptar alimentos modificados gené-ticamente.
Pero los estudios continúan mostrando que el público no lo compra y no quiere
comerlo. La mayoría está preocupada por la salud, y con razón. Otros están
preocupados por el daño que estos cultivos causan al medio ambiente. Estas son
preocupaciones legítimas, como lo son aquellas sobre el control corporativo de
nuestros alimentos.
De hecho, en los últimos años, se han
producido algunas fusiones importantes y conse-cuentes en el sector de la
biotecnología agrícola. Con estas fusiones, los Big Six (Monsanto, Bayer, BASF,
Syngenta, Dow y DuPont) se convirtieron en los Big Four (Bayer-Monsanto,
DowDuPont/Corteva, ChemChina-Syngenta, BASF) concentrando aún más la mayor
parte del poder y las ganancias del mercado de semillas y tecnología GM en
manos aún menos.
La respuesta de los medios a las fusiones
propuestas ha arrojado algunas sorpresas. Por ejemplo, el canal de noticias en
línea Bloomberg , normalmente ultraconservador y centrado en las finanzas, se
centró más en las dudosas historias de Bayer y Monsanto, que en los beneficios
del acuerdo. Un artículo más sobrio en el Wall Street Journal sugirió que este
podría ser un buen momento para reconsiderar el camino en el que estamos,
agrícolamente hablando. De cara a las súper malezas, los precios más altos de
las semillas y la caída de los rendimientos, argumentó, el boom de los cultivos
transgénicos bien podría haber terminado.
Pero el auge aún no ha terminado y las
pruebas independientes que revelan cuánto glifosato hay en nuestros cuerpos y
nuestros alimentos se han generalizado. Asimismo, la etiqueta Non-GMO Verified ahora
es tan importante como la etiqueta orgánica para los consumidores que desean
evitar los OGM en sus alimentos. Es un testimonio de la vehemencia del rechazo
públi-co y la vergonzosa inacción del gobierno, que la importancia de estos
respaldos indepen-dientes ha crecido.
A pesar de todo esto, la industria de la
biotecnología agrícola continúa avanzando con un nuevo conjunto de tecnologías
de ingeniería genética conocido como edición de genes, que in-cluye técnicas
como CRISPR, así como biología sintética e impulsores genéticos. Lo que hace
que estas tecnologías de OMG 2.0 sean diferentes es que pueden crear organismos
modifica-dos genéticamente de forma más económica y rápida que nunca.
Enfrentándose a los críticos ya los
agricultores que están abandonando la mentira de los transgénicos, defensores
de la biología sintética afirman que ya no necesitamos a los agricul-tores para
producir alimentos. Mediante la creación de nuevos productos alimenticios,
inclui-dos los sustitutos de la carne, a partir de microbios modificados
genéticamente en grandes cubas en almacenes anónimos, podemos mejorar la
eficiencia y la sostenibilidad de la produc-ción de alimentos. Para cualquiera
que crea que los alimentos deben provenir de un ecosiste-ma vivo y conectado,
esta es la más sombría de las sombrías promesas: un mundo sin agricul-tores y
sin animales de granja.
Esta sombría visión de la producción de
alimentos ha recibido el apodo de cadena alimen-taria oscura, porque no
necesita la luz del sol. Están sonando más alarmas a medida que la in-dustria
biotecnológica se traslada a otras áreas del mundo natural. Un informe reciente
y alarmante de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza
sugiere que los im-pulsores genéticos y la biología sintética podrían usarse
para revivir especies en declive o incluso extintas, erradicar especies invasoras,
mejorar el suelo mediante la
reingeniería mi-crobios del suelo y, por lo tanto, mejoran la salud de las
plantas y la biodiversidad. Podría dice-ñar árboles para que absorban más
carbono o para que sean resistentes a enfermedades, co-mo el hongo invasivo que
afecta al castaño americano, y rediseñar insectos para el control de plagas.
La agricultura es parte de la red mucho
más grande y conectada de la naturaleza. Lo que sucede allá afuera afecta
directa e indirectamente lo que sucede en la granja, razón por la cual debemos
desafiar esta preocupante dirección de viaje para los OGM.
Existe una regulación estricta para
protegernos a todos, o debería estarlo. Pero los nuevos métodos y usos
propuestos para los OGM han traído mayor complejidad a la esfera regulatoria.
En
algunos casos, como con el nuevo aceite de soja Calyno editado genéticamente que
se pue-de vender sin etiquetar, los reguladores han cedido. En otros, como con
los animales de granja editados genéticamente propuestos, los reguladores
realmente no saben qué hacer. El vago y confuso esquema de etiquetado de
bioingeniería del USDA es otro ejemplo.
Las empresas de biotecnología argumentan
que no tiene sentido regular de todos modos, ya que sus productos están tan
cerca de ser naturales que ya no necesitan ser probados o etiquetados como GMO.
Esta nueva naturalidad, afirman, hace que sea imposible distinguir los
productos editados genéticamente de los producidos de forma convencional. Esto
no es abso-lutamente cierto. Cuando los ingenieros genéticos crean nuevos OGM,
también deben crear los procesos para identificarlos, aunque solo sea para
monitorear y verificar su trabajo.
Cualquiera puede usar estos procesos. Eso
es exactamente lo que sucedió en un estudio de la Administración de Drogas y
Alimentos de EEUU publicado originalmente en 2016 y vuelto a publicar en
febrero de 2020, que encontró numerosos efectos fuera del objetivo en ganado
sin cuernos editado genéticamente, incluida una hebra de ADN bacteriano que
podría transmitirse Resistencia antibiótica.
Llegó a la conclusión de que tanto los
científicos como los reguladores deben estar alerta ante la posibilidad de que se
produzcan tales alteraciones no intencionadas. Un franco edito-rial acompañante
explicaba además por qué la regulación era importante. A raíz de esto, Belinda
Martineau, desarrolladora del tomate Flavr Savr, señaló que los desarrolladores
de vacas transgénicas tenían las herramientas para encontrar estos errores por
sí mismos, pero incompetentemente no las usaron. Errores tan grandes cometidos
durante el desarrollo de estos OMG de niños del cartel, escribió, hacen que uno
se pregunte con qué cuidado se han desarrollado otros OMG más comunes en los
últimos 25 años.
Martineau continuó diciendo que los datos
justifican, en su opinión, la intención de la FDA de llevar a cabo una revisión
obligatoria previa a la comercialización de todo el ganado editado
genéticamente y, por lo tanto, regular estos productos GM en función del hecho
de que fueron creados mediante ingeniería genética, y agregó: También creo que
la FDA también debería exigir una revisión previa a la comercialización de todos
los cultivos transgénicos.
Si, para acuñar una frase, una promesa es
una deuda sin pagar, entonces las empresas de biotecnología están acumulando
algunos pagarés éticos, morales y ambientales serios para la sociedad.
Sin embargo, de su fracaso ha surgido el
movimiento de agricultura orgánica regenerativa, una respuesta a la creciente
conciencia de la conexión entre la agricultura y la salud, la des-trucción
ambiental y el cambio climático. La agricultura regenerativa se refiere a
prácticas agrícolas y de pastoreo como: Reducción/eliminación de laboreo y uso
de químicos sintéticos.
El
uso de cultivos de cobertura, rotación de cultivos, compost y estiércol animal.
Integrar animales con plantas perennes y anuales para crear un ecosistema
biológicamente diverso en la granja. Pastoreo y apacentamiento de animales
sobre hierba y, más concretamente, me-diante un sistema planificado de rotación
multi potrero. Criar animales en condiciones que imiten su hábitat natural.
Es lo que todo agricultor diligente
debería estar haciendo de todos modos y, formalizadas en un movimiento
creciente, estas prácticas pueden mejorar la biodiversidad en la granja, mejo-rar
la productividad e incluso ayudar a abordar el cambio climático al reconstruir
la materia orgánica del suelo y mejorar tanto la extracción de carbono como la
infiltración de agua y almacenamiento en suelos.
La verdad es que la agricultura
convencional (es decir, basada en productos químicos y transgénicos) debe
cambiar. Los problemas a los que se enfrentan los agricultores ahora (sue-los
deteriorados, rendimientos más bajos, entornos de trabajo tóxicos) no se pueden
eliminar con la ingeniería genética. De hecho, los transgénicos solo llevan a
la agricultura a un modelo industrial fallido, explotador y químicamente dependiente.
Por el contrario, muchos ven la
agricultura orgánica regenerativa como la próxima etapa en evolución de la
agricultura orgánica, el pastoreo de ganado en libertad y la restauración del
ecosistema. En lugar de prometer beneficios futuros, la agricultura
regenerativa se puede poner en práctica y brindar beneficios medibles en este
momento. Por el bien del futuro, este es el camino que debemos tomar.
MISCELANEAS
DE LA COVIDEMENCIA
La FDA confirma que el óxido de grafeno
está en las vacunas COVID-19 de ARNm después de verse obligado a publicar
documentos confidenciales de Pfizer por orden del Tribunal Fe-deral de los
Estados Unidos. (The expose)
Esto publicó la revista Newsweek, una de
las mas importantes de Estados Unidos y baluarte de la difusión de la campaña
covid: Me equivoué; nosotros en la comunidad científica estaba-mos equivocados;
y costó vidas. Puedo ver ahora que la comunidad científica desde los CDC hasta
la OMS, la FDA y sus representantes, exageraron repetidamente la evidencia y
enga-ñaron al público sobre sus propios puntos de vista, incluso sobre la
inmunidad natural frente a la artificial, el cierre de escuelas y la
transmisión de enfermedades, propagación de aerosoles, mandato de mascarillas y
eficacia y seguridad de las vacunas, especialmente entre los jóve-nes. Todos
estos fueron errores científico en ese momento, no es retrospectiva.
Sorprendente-mente, algunas de estas ofuscaciones continúan hasta el día de
hoy.
El gobierno de Estados Unidos ahora
prohíbe las vacunas monovalentes de Pfizer y Moder-na, luego de años de forzar
a la población a ponérselas y de despedir y censurar a quienes no lo hicieran.
(Gabriel Araujo)
El chiste del día
VIDEO DENGUE ASINTOMATICO
Recuerden que hace tres años les decían que
no tener síntomas era uno de los síntomas.
Y esto es increíble, es una crónica de
manicomio. En la televisión española levantaron una nota de la revista IQFY que
decía lo siguiente: Los no vacunados tenían acceso a información importante
sobre los posibles efectos secundarios de las vacunas. Conocían los riesgos de
reacciones alérgicas graves, coágulos de sangre y otras complicaciones de salud
graves. Sabían que las vacunas no los inmunizaba. Sabían que no eran efectivas
y que podían causar mas daños que bien.
Sabían todo eso, pero en lugar de
advertirnos los no vacunados optaron por mantener el silencio.
Se ha vuelto demasiado claro. El silencio
de los no vacunados fue una decisión peligrosa, sociópata o irresponsable que
ha tenido graves consecuencias para quienes recibimos las vacunas. Y el
silencio, después de todo, consentimiento.
Es hora que los no vacunados asuman la
responsabilidad de sus decisiones y trabajen con el resto de nosotros para
encontrar una solución a esta crisis.
VIDEO REVISTA