LA VERDADERA HISTORIA 39: SAN MARTTIN Y LA MASONERIA

LA MENTIRA DE LA MASONERIA SOBRE EL GENERAL DON JOSE DE SAN MARTIN

     Voy a hablar de uno de los temas mas controvertidos y utilizados por el enemigo; la mentira de la masonería sobre el general José de San Martín. Los que ingresan al blog para buscar el texto del programa, encontrarán al final del mismo todas las fuentes. 

     El General don José de San Martín fue un militar católico y profundamente mariano, es decir, profesó hacia la Santísima Virgen María, la Santa Madre de Dios, un amor y una veneración que ha quedado plasmada en el camino de su vida. Hacía rezar el rosario a sus tropas, nombró a Nuestra Señora del Carmen generala de su ejército y le ofrendó con amor y fe su bastón de mando a la Madre Dios como reconocimiento y amor por su protección en la campaña liberta-dora, al igual que lo hizo el católico general don Manuel Belgrano, nombrándola generala de sus ejércitos y ofreciéndole su espada, a Nuestra Señora de la Merced, haciendo como el Li-bertador, rezar el rosario a sus tropas.

      Está absolutamente probado que el general José de San Martín no perteneció ni fue iniciado en ninguna logia masónica, lejos de él, por el contrario fue un ferviente Católico Apostólico Ro-mano, no existe ninguna logia en la que figure San Martín como iniciado, no existe ningún docu- mento que lo pruebe, porque simplemente no se puede probar lo que no existió o no existe. De-cir que San Martín fue masón es faltar el respeto a su memoria de siervo fiel a Dios y a la Iglesia Católica. La propaganda masónico-liberal-laicista quiere presentarnos a San Martin como un iniciado de las logias de la secta masónica, y eso no es cierto.

     San Martín nació, vivió y murió como un verdadero católico, y de ello hay pruebas suficientes de lo que no hay pruebas es de que haya pertenecido a la secta masónica.

    Como es sabido, José de San Martín nace en Yapeyú, provincia de Corrientes ahora, anti-guamente las Misiones Occidentales, de niño su familia se fue España; allí se hizo militar hasta llegar a teniente coronel del ejército español, luchó contra Napoleón, donde ganó sus mayores condecoraciones, peleando en la célebre batalla de Bailén.

     España era gobernada por el Consejo de Regencia en lugar del Rey Fernando VII, Consejo que había sido nombrado por la Junta Central en Sevilla. De ahí que en América se comenzaron a formar juntas de gobierno autónomas en Buenos Aires, Santiago de Chile, Bogotá, decidien-do no acatar al Consejo de Regencia. Consejo que fue incluso desconocido en Lima y en Cádiz. El Consejo de Regencia convoca en Cádiz a una asamblea, ya que las Cortes de Cádiz han sancionado la Constitución de 1812.

     En el año que San Martín viene al Plata, la Corona de Castilla estaba a cargo de José Bona-parte (Pepe botella), puesto por su hermano Napoleón. En 1812 gobierna en Cádiz (ya en el resto de España están entrando las tropas napoleónicas) el Consejo de Regencia y las Cortes, que han sancionado una constitución liberal, llamada doceañista.

     San Martín es un militar que está en el ejército español, defendiendo el último espacio que queda en la península que es el istmo de Cádiz; siendo teniente coronel del regimiento de infantería. Y ¿por qué deja eso y viene a procurar la libertad con la campaña libertadora de América?,¿Por qué se va de Cádiz?. Lamentablemente la historia argentina respecto a San Martín ha tenido un gran historiador. Todavía hoy, todas las explicaciones e interpretaciones se basan en la obra de Bartolomé Mitre, profundamente liberal y masónica, no olvidemos que Mi-tre fue grado 33 y gran comendador de honor del supremo consejo del grado 33 de la masone- ría argentina. Bueno es decir que poco antes de morir Mitre abjura de la masonería ante los monseñores Rasore y Romero, siendo éste último el que recibe el manifiesto antiliberal firmado por Mitre.

     Mitre afirma que San Martín salió subrepticiamente de Cádiz, es decir, escondido, entre ga-llos y medianoche. No es cierto, San Martín presentó ante el Consejo de Regencia su retiro del ejército español, y se lo concedieron, incluso con uso del grado y del uniforme, de manera que salió perfectamente a mediodía desde Cádiz. No fue un desertor, no fue un perjuro.

     San Martín pudo llevar la guerra contra el gobierno español, porque antes había renunciado a ser funcionario de ese gobierno y ese gobierno había aceptado su renuncia. San Martín partió con nada menos que treinta y siete oficiales americanos como él, que habían nacido en Améri- ca y habían decidido salir del mismo modo que él. Todos, o más bien, casi todos pidiendo per-miso. Otros no, pero todos salieron.

     Porque en 1811 (septiembre), cuando salieron todos ellos, el Consejo de Regencia declaró la guerra a diversas partes de América que no lo reconocían. Así que ellos se encontraban en una situación especial: eran americanos, parte del ejército español, pero el ejército español estaba haciendo la guerra a los americanos, motivo más que obvio y suficiente para que ellos no si-guieran en el ejército español.

     Sin embargo, a partir de lo escrito por Mitre se construyó, la historia de que San Martín ha-bría salido de Cádiz, porque se había hecho miembro de una logia secreta que se llamaba Lo-gia Lautaro. Diciendo que la misma era masónica.

     Ahora bien, ¿Qué es la masonería? Una sociedad secreta, iniciática, es decir, que tiene un rito de iniciación, donde se tiende a establecer un tipo de juramento que obliga a adherir a la doctrina (la masónica), que es permanente, y cuyos fines son de tipo más bien cultural y polí-ticos; es decir, básicamente iban contra la monarquía en su tiempo, y aún hoy contra la Iglesia Católica. Por eso la Iglesia Católica la tenía condenada a la masonería por diversas bulas y en-cíclicas.

     Pero resulta que la logia Lautaro no era masónica, no era iniciática; sí exigía un juramento: guardar secreto, pero nada más; era una sociedad secreta, lo que no significa por modo algu-no que fuera masónica. Hay tres muy buenos artículos, dos ingleses y uno norteamericano, hechos por masones en revistas masónicas que afirman que ni la logia, ni San Martín eran masones.

     Pero lo más importante es que uno de los integrantes de la logia, un dominico llamado fray Servando Teresa de Mier, que andaba por Europa, llega a Cádiz y ve que la situación no era buena para los americanos (él era mexicano); entonces se encuentra con otro religioso, el sa-cerdote nacido en Buenos Aires don Ramón Eduardo de Anchoris. Por consejo de éste último, se une a la logia de los caballeros racionales, o Logia Lautaro, manifestándole Anchoris que la Lautaro no era masónica.

     Una vez entrado en la logia Lautaro, le toca a fray Servando hablar durante una de las reu-niones semanales. El dominico Mier habla contra la masonería, y el único que protesta por lo bajo es Carlos María de Alvear (quien sí era masón). Éste era americano, también correntino como San Martín, un hombre rico que prestaba su casa para la reunión. Todos los demás están de acuerdo con lo que dice Mier, y esto lo deja escrito Mier en sus memorias dos veces. Es el único testimonio desde adentro, por la cual sabemos que la Logia Lautaro no es masónica, porque Mier lo dijo allí, y los otros no dijeron nada, estuvieron de acuerdo tácitamente. Y él lo dijo porque en México (cuando él escribe años después) decían ya que la logia Lautaro era masónica.

     Fray Servando Teresa de Mier era un sacerdote medio liberal para su época, pero no tanto para violar las resoluciones del Papa. Tenía claro que si era masónica no ingresaba. La Logia Lautaro, no era masónica. La logia les servía para defenderse, porque eran atacados por ser americanos (casi todos, aunque había algunos que no lo eran). La logia Lautaro no era la única logia que había en esos tiempos en Cádiz: había 17 organizaciones secretas, masónicas, anti-masónicas, no masónicas, había de todos los gustos, y estaba ésta, la de los americanos o sociedad secreta llamada Lautaro.

     Según el masón Bartolomé Mitre, San Martín salió de Cádiz porque un oficial inglés Lord Macduff (conde de Fife) le arregló la salida con otro funcionario que se llamaba Sir Charles Stuart. Son los ingleses los que lo hacen salir de Cádiz; entonces los que siguen la historia liberal de Mitre inmediatamente dicen que era un hombre al servicio de los ingleses. ¿Qué se puede responder a esto? El ejército del Sur de España era anglo-español, porque los ingleses habían ido en auxilio de los españoles del Sur que resistían a Napoleón; estaban luchando, y lucharon hasta el final en España. Los dirigía el duque de Wellesley, futuro Lord Wellington que era el jefe superior de San Martín. Macduff era otro oficial como San Martin, otro teniente coro-nel (inglés). Ambos eran compañeros, colegas en el ejército; nada de extraño tenía, por tanto, que San Martín le pidiera a Macduff que le registrara la salida. ¿Por qué le tenía que registrar la salida un inglés? Porque Cádiz es un istmo; las tropas francesas estaban a las puertas (sitio del Mariscal Victor); por los costados estaba la escuadra inglesa del almirante J. F. Cunningham, y no había forma de salir pacíficamente; no había ningún buque ni botes, ni modo de salir que no fuera con los franceses o con los ingleses. Él estaba en el sector aliado a los ingleses, es decir, que tenía que salir en un buque de guerra inglés, y eso es lo que le pidió a Macduff.

     Y en un bergantín de guerra partió a Lisboa. En Lisboa, que también estaba bajo el mando luso-inglés, Charles Stuart le sella el pasaporte, no hace otra cosa, y ahí sí, ya toma un buque americano desde Lisboa a Londres. Nada de esto tiene de extraño, porque es lo que hicieron todos los que salieron, todos los americanos; no tenían otro modo (y en su gran mayoría no eran masones), así que es mentira decir que salió porque los ingleses lo llevaron. No se podía venir directamente; la única vía, por supuesto que era vía acuática, era salir desde Londres, pero él estaba en Cádiz, por tanto, tenía que llegar a Londres primero. Es el camino lógico y natural de quien quisiera venir a América, estando en Cádiz, entonces.

     Todo lo que hizo no tiene nada de extraño o de oculto, ni de masónico o de servicio a los ingleses. Pero también dicen que cuando llegó a Londres, a Grafton Street 37, a la casa de Francisco de Miranda, tuvo lugar la Gran Reunión Americana, siendo allí donde se asocia San Martín a la masonería inglesa y recibe instrucciones de los ingleses. Es decir, viene directa-mente como un agente militar inglés.

     Pues bien, Grafton Street 37 no era la casa de Francisco de Miranda (un venezolano que había vivido allí y hacía un año que se había ido), era la casa de los diputados de Venezuela, que estaban tramitando que Inglaterra reconociera estas juntas autónomas de América, cosa que nunca hizo Inglaterra, y enseguida veremos por qué.

     Nunca hubo ni existió una Gran Reunión Americana. Este es un punto central, es una mentira que digan que la Lautaro era una logia masónica, que pertenecía a otra logia masónica más grande que se llamaba la Gran Reunión Americana, fundada por Miranda. Ni siquiera está demostrado que Miranda fuera masón. Era un gran sinvergüenza que estaba al servicio de Inglaterra (cobraba de la corona inglesa por pasar informes, noticias, planes y demás) sí, pero nada más. Lo que sí es seguro, es que no existió esta Gran Reunión, de modo que San Martín nunca se pudo encontrar con una entidad que no existía.

     Entonces vemos: Que no desertó, porque está el expediente del retiro del ejército español como el de sus otros compañeros. Que la logia Lautaro no era una organización masónica, sino una organización secreta de los americanos que vivían en Cádiz. Que no salió por servicio de los ingleses, sino porque era la única manera de salir de Cádiz. Que en Londres no se hizo miembro de una masonería mayor al servicio de los ingleses.

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     También está lo que se conoció como el plan Maitland, un documento que en el que había allí un escrito de un militar escocés Thomas Maitland, que anunciaba un plan inglés para marchar sobre el Perú, y decía que el mejor camino era desembarcar en Buenos Aires, cruzar La Pampa, llegar a Mendoza, organizarse bien allí, cruzar la cordillera, atacar Chile, y una vez vencido en Chile el español, entonces por vía marítima desde Chile se atacaba Perú y Quito. Claro, obviamente había un parecido con lo que hizo San Martín, algunos pensaron que San Martín cumplió órdenes siguiendo el plan, y eso está lejos de la verdad, no es así. ¿Por qué? Porque cuando Maitland escribió eso en 1800, Inglaterra estaba en guerra con España; pero cuando San Martín actuó, Inglaterra estaba aliada a España; así que de ninguna manera Ingla-terra pensaba desembarcar en Buenos Aires, llegar a Mendoza, cruzar a Chile e ir al Perú; todo lo contrario, Inglaterra estaba peleando con España allá en Cádiz.

    Pero el plan Maitland les ha caído de maravillas a todos los enemigos de San Martín. Enton-ces ahí está la prueba. ¿Prueba de qué? De nada: porque además Maitland lo escribió muchos años antes, y nunca nadie había dicho que hubiera admiración del uno por el otro, ni cosa por el estilo. Pero es una cosa ver que no se ajustó al plan Maitland: según todos éstos, San Martín vino a Buenos Aires, y de Buenos Aires a Mendoza. No, señores: nunca vino de Buenos Aires a Mendoza; desembarcó en Buenos Aires, allí creó el regimiento de Granaderos a Caballo, combatió contra las tropas del Concejo de Regencia en San Lorenzo, y después fue mandado al Norte, a Tucumán para comandar el ejército del Norte. Así que nada de pasar por vía de Chile. El ejército del Norte estaba enfrentado con tropas del Perú, en este caso del Alto Perú (hoy Bolivia). Y estuvo allí unos meses dirigiendo este ejército y lo hizo bien, pero después cayó enfermo, y de ahí que para reponerse fuera a Córdoba, donde se reunión con Pueyredón, don-de varios historiadores determinan que se planificó la campaña libertadora.

    Existe un hecho que los historiadores ocultan; el gran enemigo de San Martín era Bernardino Rivadavia a quien echó del Primer Triunvirato con la Revolución del 8 de octubre de 1812. Riva-davia le quitó todo apoyo para la campaña al Perú. Y cuando San Martín regresa para vivir en Mendoza es hostigado por el presidente Rivadavia, a tal punto que abandona la Argentina por consejos de amigos que le avisaron que lo querían asesinar. Quién era Rivadavia?; el principal agente inglés en toda la historia de nuestro país. Además socio de ellos en la explotación de la Mina de Famatina, generador del emnpréstito con la Baring Brothers; y masón grado 33. Nadie pregunta como es que San Martín arremete contra él?.

     Además, en 1829, durante la guerra contra Brasil regresa a ponerse a disposición para esa guerra, conociendo que detrás de la misma estaba Inglaterra. 

     El 5 de enero de 1817, San Martin después de haber elegido en junta de oficiales a la Virgen del Carmen como Patrona de Ejército de los Andes, se dispone a solemnizar con emotivas ce-remonias religiosas el magno acontecimiento. La procesión, presidida por los prelados, San Martín ya teniente gobernador, llega de San Francisco a la Matriz, donde se halla la nueva ban-dera depositada sobre la bandeja de plata. Antes de la misa, San Martín se levanta de su sitial, sube al presbiterio, toma la bandera y la presenta al sacerdote, quien la bendice juntamente con el bastón del General. Al Evangelio, el canónigo Guiraldes pronuncia el panegírico de cir-cunstancias. Terminada la misa se entona el Tedeum, se reanuda la procesión y llegan al altar del tablado la bandera y la imagen de la Virgen. Entonces San Martín coloca su bastón de man-do en la mano derecha de la Madre de Dios, poniendo bajo su amparo la dirección del ejército y el éxito de la campaña libertadora.

      El 25 de Mayo de 1815 ordena como Gobernador de Cuyo, celebrar con solemne función de Iglesia el aniversario de la Revolución; y el 8 de agosto de 1816, jura con su estado mayor, por Dios y por la Patria, la Independencia Nacional.

      Antes de emprender el cruce de la cordillera, oye misa y comulga con todo el ejército al que le impone el Escapulario de la Virgen del Carmen, como hizo el católico General Belgrano con los cuatro mil escapularios que le enviaran las monjas de Buenos Aires, colocándoselos a sus soldados en Tucumán después del triunfo obtenido en el día de la Virgen de las Mercedes. Y el general San Martín en unidad de pensamiento con su íntimo amigo el general O´Higgins, que juró proclamar a la Virgen del Carmen como patrona y Generala de los ejércitos de Chile, si lograban las armas patriotas el triunfo de la libertad; y que después de Cancha Rayada, de ro-dillas y ante el altar de la Reina y Madre del Carmelo, formuló el voto de levantar un templo en el campo de la victoria.

      Ya el 16 de julio de 1817, festividad de la Virgen del Carmen, se había hecho la solemne en-trega de la medalla de honor a los vencedores en Chacabuco, seguida de una gran procesión, en que participaron las tropas libertadoras; y el 21 de abril de 1818, se oficia por la victoria de Maipú, una solemne misa en la Catedral de Santiago de Chile, a la que asistieron San Martín y O´Higgins, con el panegírico del Presbítero Julián Navarro.

     Como vemos el general San Martín no sólo era un devoto católico sino que era profunda-mente mariano (veneraba con sincero amor a la Madre de Dios.) Si hubiese sido masón jamás podría haberla venerado de la forma que lo hizo y con el amor que le profesó a la Santísima Virgen María, ellos (los masones) están muy lejos de Virgen.

     En el palacio residencial de San Martín en Santiago de Chile, junto a la habitación destinada a su inseparable Capellán, había una capilla, en la cual campeaba la imagen del a Virgen del Carmen; y además todos los ornamentos y utensilios litúrgicos para la celebración del Santo Sacrificio. Poseía también en su casa particular un retablo de la Virgen de los Dolores, el altar portátil y dos artísticos crucifijos.

     Después de sus victorias, el 12 de agosto de 1818, San Martín acredita su sincera devoción a la Madre de Dios y su fervor cristiano al donar al Convento de los Franciscanos de Mendoza su bastón de general diciendo lo siguiente: La decidida protección que ha prestado al Ejercito de los Andes su Patrona y generala, Nuestra Madre y Señora del Carmen, son demasiado visibles. Un cristiano reconocimiento me estimula a presentar a dicha Señora, que se venera en el con-vento, el adjunto bastón, como propiedad suya y como distintivo del mando supremo que tiene sobre dicho Ejército.

      Más tarde envió la bandera de los Andes, para que fuera custodiada en el camarín de la Virgen del Carmen, la generala victoriosa de las armas de la patria. Y en carta al gobernador de Mendoza, escrita en Lima en 1821, le recuerda que las banderas tomadas a los realistas, deben depositarse en dicho templo. (2)

      Que San Martín no era masón porque era católico practicante de una fe inquebrantable no hay discusión, ya que tanto los Caballeros Racionales como la Logia Lautaro no pertenecían a la masonería ni a ninguna logia de esa secta.

     El historiador Ricardo Rojas en su libro El Santo de la Espada, editado en Buenos Aires en el año 1983, en su página 71, dice categóricamente no existe ningún documento para probar que San Martín haya sido masón, como asimismo el testimonio de dos ex presidentes de la Repú-blica, que desempeñaron, además, el cargo de Gran Maestre de la Masonería Argentina. Grado 33 como son Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento.

      El General don Bartolomé Mitre escribió: La Logia Lautaro no formaba parte de la masonería y su objetivo era sólo política. (3) Es importante destacar que para esta cuestión Mitre consultó al General Matías Zapiola, quien había integrado la Logia Lautaro.

     Por su parte, Domingo Faustino Sarmiento opinó: Cuatrocientos hispanoamericanos disemi-nados en la península, en los colegios, en el comercio o en los ejércitos se entendieron desde temprano para formar una sociedad secreta, conocida en América con el nombre de Lautaro. Para guardar secreto tan comprometedor, se revistió de las fórmulas, signos, juramentos y grados de las sociedades masónicas, pero no eran una masonería como generalmente se ha creído. (4)

     La Revista Masónica Americana, en su Nº 485 del 15 de junio de 1873, publicó la nómina de las logias que existieron en todo el mundo hasta 1872, y en ella no figura la Lautaro. (5)

     Así, el único antecedente que pueden exhibir quienes defienden la hipótesis comentada, es una medalla acuñada por la logia La Parfaite Amitié, de Bruselas, en 1825. Al respecto puede señalarse que la medalla sólo contiene la efigie del General y la inscripción Au General San Martín, sin dársele el tratamiento de hermano (H).

      Como la Masonería no limita los homenajes a sus propios miembros, y la figura del Liber-tador era suficientemente conocida en Europa, dicho elemento no aporta ninguna evidencia.(6)

Además, se ha llegado a determinar que en 1825 el rey de Bélgica, Guillermo I, dispuso acuñar diez medallas diseñadas por el grabador oficial del reino, Juan Henri Simeón, con la efigie de otras tantas personalidades de la época. Aparentemente, debido a las necesidades políticas internas, el rey concedió a la logia citada la acuñación de la medalla destinada a San Martín.

     Hay que añadir que eso ocurrió en 1825, y en los siguientes veinticinco años que vivió San Martín en el viejo continente, no se produjo ningún hecho ni documento que lo vinculara a la organización.

     Sobre la posición de San Martín en materia religiosa, ha investigado especialmente el sacer-dote jesuita Guillermo Furlong, quien llega a esta conclusión: Hemos de aseverar que San Martín no sólo fue un católico práctico o militante, sin que fue además, un católico ferviente y hasta apostólico. (7)

     Pero hay un testimonio curioso, que viene a confirmar lo dicho, con ocasión de una misión pontificia en Buenos Aires, presidida por Monseñor Muzi, en 1824, estando San Martín ya ale-jado de toda función oficial. En esa oportunidad, el Gobernador Rivadavia no recibió al Vicario Apostólico, y tuvo actitudes sumamente descorteses. Pues bien, el testimonio corresponde a un integrante de esta misión, el Padre Mastai Ferreti; quien sería luego el Papa Pío IX, apuntó en su Diario de Viaje: San Martín, recibido por el Vicario, le hizo las más cordiales manifes- taciones. (8)

     De sobra está decir respecto a lo mencionado que Rivadavia fue un miembro conspicuo de la masonería argentina, de hecho cuando se cumplieron los cien años de su muerte la masonería argentina le celebró un inmenso homenaje en Buenos Aires.

     La Masonería como dijimos más arriba, fue condenada por el Papa Clemente XII mediante la Bula In Eminenti, del 4 de mayo de 1738, donde se prohíbe: muy expresamente(...) a todos los fieles, sean laicos o clérigos (...) que entren por cualquier causa y bajo ningún pretexto en tales centros(...)bajo pena de excomunión. (9)

      Esta condenación fue confirmada por el Papa Benedicto XIV en la Constitución Apostólica Providas del 15 de abril de 1751, y como consecuencia, fue también prohibida la Masonería en España, ese año, por una pragmática de Fernando VI. Por ello es importante esclarecer este punto, pues: El catolicismo profesado por San Martín establece una incompatibilidad con la Masonería, a menos que fuera infiel a uno o a la otra. (9) Consta en las Memorias del general Tomás de Iriarte, que Belgrano rechazó la posibilidad de ingresar en la organización: Aducien-do, precisamente, la condenación eclesiástica que pesaba sobre la secta. (10) Fuente: Gral. Tomás de Iriarte: Memorias. Tomo I, cit. por Aragón, op.cit., nota 8, pág.19.

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     El historiador argentino Patricio Maguire, un estudioso e investigador sobre éste tema en particular, dejó un enorme archivo, entre ellos se encuentran muchos documentos obtenidos por Maguire en los que se aclara definitivamente esta cuestión sobre la pertenencia de San Martín a la masonería. (11) Entre estos documentos está la correspondencia entre el señor Patricio Maguire y las logias centrales de la Masonería pertenecientes a Inglaterra, Escocia, Irlanda y otras, transcribiremos textualmente parte de ellas que son esclarecedoras del tema y demuestran porque San Martín no fue masón y la logia Lautaro no perteneció a la masonería como bien lo dijeron los grandes maestres de la masonería argentina grado 33, Mitre y Sar-miento En su tiempo.

     La carta carta del señor Patricio Maguire a la Gran Logia Unida de Inglaterra dice así:

     Madrid, Agosto 7, 1979. Al Señor Gran Maestre de la Gran Logia Unida de Inglaterra Freemasons May Great Queen Street WC 2 LONDRES

     Estimado señor:

    Soy un historiador argentino que investiga los antecedentes de la revolución e independen-cia de las posesiones españolas en América, con especial referencia a la argentina. Gran importancia se atribuye a la acción de la denominada Logia Lautaro, existiendo una contro-versia ya centenaria respecto si constituyó una logia masónica o una logia puramente política.

Ningún historiador ha dado a conocer una respuesta basada en documentos. Todo ha sido deducción pura. Por esta razón el suscripto recurre a vuestra amable ayuda.

     Podría resultar posible que esa Gran Logia poseyera los archivos de aquella época donde se registraría la existencia, si fueran masónicas, de las logias y sus afiliados.

     Las logias cuyos antecedentes procuro hallar son las siguientes: 1) Logia Lautaro (de Bue-nos Aires y de Chile). 2) Logia de Caballeros Racionales Nº 7, de Londres. 3) Logia Gran Reu-nión Americana de Londres. Las dos primeras pueden haber sido fundadas en 1808 y 1811. La tercera, algunos autores señalan su creación hacia 1795.

     Las principales personas que presidieron o pertenecieron a esas logias fueron:

1) Francisco Miranda, de Venezuela. 2) Carlos María de Alvear, de Buenos Aires. 3) Simón Bolívar, de Venezuela. 4) José de San Martín, Matías Zapiola y Martiniano Chilavert, de Buenos Aires. 5) Bernardo O`Higgins, de Chile. 6) Luis López Méndez y Andrés Bello, de Venezuela.

     Preguntamos: 1) ¿Algunas de las mencionadas logias fueron inscriptas por la Gran Logia Unida de Inglaterra? 2) ¿Podían los masones extranjeros ajenos a la jurisdicción inglesa instalar logias masónicas en Inglaterra durante aquellos años? 3) ¿Existe algún documento de carácter masónico en los Archivos de esa Gran Logia, referentes a las logias o personas antes mencionadas, y de existir, podría obtenerse fotocopia de los mismos, teniendo en cuenta su valor histórico?

   Quedaría muy agradecido a las autoridades de esa Gran Logia por cualquier información que pudieran suministrarme.

    Patricio Maguire

Mi domicilio hasta el 15 de octubre de 1979: Lagasca 67 Ap. 309 B Madrid-España

     La respuesta no se hizo esperar, y la contestación llegó de esta manera:

     Gran Logia Unida de Inglaterra Freemasons Hall -Great Queen Street- London Departamento del Gran Secretario.

21 de agosto de 1979

     Estimado Señor:

    Su carta del 7 de agosto de 1979, dirigida al Gran Maestro, me ha sido derivada para su contestación.

1)La Logia Lautaro era una sociedad secreta política, fundada en Buenos Aires en 1812 y no tenía relación alguna con la Francmasonería regular. 2) Las tres logias que Ud. menciona en su carta, jamás aparecieron anotadas en el Registro o en los Archivos ni de los Antiguos moder-nos, ni de la Gran Logia Unida de Inglaterra: no hubieran sido reconocidas como masónicas en este país en este país entonces ni posteriormente. 3) Las seis personas mencionadas en su carta, de acuerdo a nuestros archivos, nunca fueron miembros de logias bajo la jurisdicción de la Gran Logia Unida de Inglaterra. 4) La gran Logia de Inglaterra no era el único organismo masónico existente durante el período del cual está usted interesado. Existían grandes logias independientes en Irlanda, Escocia, Francia, Holanda y Estados Unidos de América, todas las cuales autorizaban la instalación de logias propias. 5) Nunca han existido medios legales para prohibir que extranjeros en Inglaterra crearan sus propias logias, pero tal acción siempre ha sido considerada por la Gran Logia de Inglaterra como una invasión de su soberanía territorial, y las logias así creadas no serían reconocidas como regulares, ni se permitiría a sus miembros concurrir a las logias inglesas o que los masones ingleses concurrieran a aquellas.

1)    Sinceramente suyo. J.W Brubbs. Gran Secretario

P. Maguire, Esq., Lagasca 67- Ap. 309 B Madrid, Spain.

     En la misma fecha, el historiador Maguire dirigió una carta a la Logia Quator Coronati N° 2076, que está en la misma sede de la Gran Logia Unida de Inglaterra y que agrupa en su seno a historiadores masones dedicados a la investigación. El tono y el requerimiento del historiador argentino son similares a los utilizados en la carta anterior. Daremos algunos fragmentos por la similitud de la respuesta:

     Es una cuestión a la cual recibimos requerimientos de tiempo en tiempo, pero sobre la cual estamos imposibilitados de proveer cualquier evidencia sobre las fuentes primarias debido a que no existió contacto alguno entre la francmasonería regular y esos movimientos dedicados a la independencia de Sudamérica. Las logias a las cuales Ud. se refiere en su carta no eran en ningún aspecto logias masónicas regulares, sino sociedades secretas políticas.

     Luego, el autor de la respuesta sugiere la lectura de Mitre y transcribe párrafos de su obra en la que el autor argentino se explaya en los mismos términos. Ya finalizando la carta, expre-sa: Que varios miembros de la Lautaro fueron masones no cabe la menor duda. Uno de mis predecesores John Heron Lepper, quien fue un lingüista español y una autoridad en asuntos de Sudamérica, dijo que él había investigado todo registro probable en Freemasons Hall con el objeto de relacionar aquellos con la logia inglesa, pero sin éxito. Lamento que mis informes, os archivos por lo tanto, están desprovistos de documentación referente a las entidades y personas que Ud. menciona. Espero que lo manifestado sin embargo pueda servirle de ayuda.

Suyo sincera y fraternalmente T.O Hauch Bibliotecario y Curador

Sr. Patricio Maguire Lagasca 67 Ap. B 309 Madrid, España.

     Cartas similares el historiador argentino dirigió a la Gran Logia de Escocia y a la Gran Logia de Irlanda con resultado negativo. No existe, por lo tanto, rastros en las grandes logias ingle-sas, escocesas e irlandesas, que pudieran probar el masonismo de la Logia Lautaro y de San Martín. El historiador Maguire no hizo la pesquisa en las logias francesas y holandesas. O bien consideró la indagatoria como improcedente por estar Holanda o Francia fuera de la cuestión o por sospechar que los resultados negativos de las respuestas hubieran sido similares a las obtenidas por Inglaterra.

     Por lo tanto, la Logia Lautaro fue una reunión de americanos con exclusivos fines políticos y militares En otras palabras, existían grupos políticos y militares al margen de la masonería e independientes de su ideología y sus mandatos, con frecuencia opuestos ideológicamente a ella y que se reunían en la prosecución de objetivos políticos y/o militares.(12)

     Quien es considerado, con justicia, el Padre de la Patria, fue combatido y obligado al exilio por aquellos que no aceptaban que el alma de la patria fuese cristiana. Que renegaban de la tradición hispánica, pues preferían los postulados masónicos de la Revolución Francesa. Aún desde Europa, San Martín continuó hasta su muerte preocupándose por el cuerpo y el alma de la Argentina. En varias de sus cartas aboga por una mano firme que ponga orden en la patria. Cuando esa mano firme como la del Brigadier General Juan Manuel de Rosas enfrenta al invasor extranjero, en la Vuelta de Obligado, San Martín redacta su testamento, disponiendo: El sable que me ha acompañado en la independencia de América del Sur, le será entregado al general de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas, como prueba de la satisfacción que como argentino he tenido de ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla. (13)

     La masonería argentina encomendó al político español en el exilio Augusto Barcia Trilles, grado 33, la tarea de escribir la historia de San Martín, para demostrar que el libertador fue masón e instrumento de la masonería internacional. En los varios volúmenes de su obra el au-tor afirma categóricamente que se cumplen tales circunstancias en la vida del prócer máximo de la argentinidad; pero al llegar a las pruebas de sus aseveraciones, se despacha (muy suelto de cuerpo) diciendo que no se han podido encontrar los documentos respectivos (no sola-mente en la Argentina, Chile, Perú, Inglaterra y España; sino ni siquiera en Francia y Bélgica, donde seguramente estarían) y esto, porque los archivos de las logias han sido destruidos por los nazis durante la ocupación?. Y concluye así. Todas las gestiones por nosotros realizadas hasta hoy, han sido estériles e ineficaces. (14) Otra prueba más de que la logia los Caballeros Racionales o la Logia Lautaro, tanto como San Martín no fueron ni pertenecieron a la masone-ría.

     También es interesante lo que nos dice el Fraile Dominico Fray. Servando Teresa de Mier uno de los miembros de los la logia de los Caballeros Racionales la que entre otros integraron Carlos María de Alvear, José de San Martín, Miranda, Bolivar. Zapiola, Chilavert, O´Higgins, Bello, etc

     Entre los protagonistas americanos de la emancipación se cuenta alguien escasamente conocido por los historiadores argentinos, nos estamos refiriendo a fray Servando Teresa de Mier, nació en Monterrey en 1765, durante su estada en la península fray Servando formó parte de la Sociedad de Caballeros Racionales, con sede en Cádiz, y en la que se reunieron mas de 60 americanos, deseosos de luchar por la emancipación de sus patrias de origen. Vamos a brindar aquí el testimonio que escribió el padre Mier ya de vuelta en México en las Declaracio-nes de Fray Servando Teresa de Mier sobre la masonería.

      En 1810 se estableció en Sevilla una logia de americanos que tuvo que disolverse cuando dicha ciudad, en enero de 1811, fue ocupada por los franceses. La misma se reorganiza en Cádiz durante el mes de febrero del mismo año.

     En el proceso a que sería sometido en Mexico, más tarde, Fray Servando ofrece pormenores de su funcionamiento, empezando por la iniciación de sus miembros. Veamos su relato. (15)

     Decimo sexta declaración el 16 de Noviembre. Fray Servando narra acerca de la existencia de un grupo de americanos que buscan la independencia, unión y beneficencia de los países del continente Americano, menciona a Don Carlos Alvear como el fundador de este grupo de insurgentes. Explica que logro tener contacto directo con este grupo, además de narrar algu-nos detalles de cómo fue que logro convertirse en un miembro más de este grupo, que se hacía llamar la Sociedad de Caballeros Racionales, y esto pues pensaban que solo personas racio-nales miran no sólo por ellos, sino que también por sus patrias y paisanos.

      Durante esta declaración Fray Servando da a conocer sólo algunos nombres que recuerda de los integrantes del grupo llamado la Sociedad de Caballeros Racionales, y el número aproxi-mado de las personas que participaban en él. Explica que a pesar de que el líder (Carlos Al-vear) era masón y algunas acciones de la sociedad se podían vincular a ciertas ideas masó-nicas, no quería decir que todos los miembros profesaran la misma religión y que incluso esto tuvo como consecuencia algunas discusiones internas. Reafirmando así que la sociedad tenía como principales ideas, el patriotismo y beneficencia.

     También narra: Que durante la partida de Alvear en 1812 con dirección a Londres, este tam-bién intento formar un grupo de americanos que desde el continente europeo apoyaban el ideal independentista, sin embargo al regreso de Alvear ese grupo en Europa se diluyo finalmente que en 1816 Alvear es excluido del grupos de Caballeros Racionales.

    Por último Fray Servando explica que la sociedad de Caballeros Racionales fue muy pequeña y que nunca hubo más de 20 integrantes dentro de esta y polivalente por eso el gobierno de Cá-diz cuando mando a investigar este grupo de reaccionarios, no encontraron nada.

     Fray Servando de Mier nos relata en sus memorias cómo ingresó a la logia de los caballeros racionales, la cual no pertenecía a la masonería como bien lo dice él en su exposición, si bien algunos como Carlos María de Alvear si lo eran y pretendían que la logia entrase en la maso-nería, nos cuenta Fray Servando de Mier: Don Carlos de Alvear, americano de Buenos Aires, casado con una señorita andaluza, teniente de carabineros reales que se había portado bien durante la guerra, fundó en su casa una sociedad de americanos diciendo que para ello había recibido papeles de Santa Fe, a fin de averiguar qué americano se había portado bien a favor de España, para recibirlos en España, si no, no.

      Sigue relatándonos Fray Servando de Mier: Que junto a un desconocido fue conducido a la casa de Alvear, barrio de San Carlos, cerca de la muralla a boca de noche. Entrando en la sala se metió por dentro el dicho español, y de ahí a un rato volvió y le dijo: Por el deseo de recibir a Ud. no se han juntado no mas de ocho o nueve socios (la verdad es que no había más en tal so-ciedad). Usted no haga caso si le dicen que se deje sangrar, es fórmula, y ha de dispensar Ud, si al entrar le vendan los ojos, porque los socios no quieren ser reconocidos hasta que Ud, sea recibido. Dicho esto lo llevó a una puerta, y dio cuatro golpes, oyó dentro una voz que decía, a la puerta han llamado con un golpe racional, otro dijo vea quien es, entreabierta la puerta, y respondió el de la puerta, es D.N.de T. que trae a un pretendiente –Quien es el pretendiente-. –D.Servando de Mier. – Qué estado- Presbítero.-De que tierra es. – De Monterrey en América. –Cúbranle los ojos y que entre. –Entonces le preguntó uno. –Que pretende Ud. Señor. –Entrar en esta sociedad. –Qué objeto le han dicho tiene esta sociedad. –el de mirar por el bien de Amé-rica y de los americanos. – Puntualmente, pero para esto es necesario que Ud, prometa bajo su palabra de honor someterse a las leyes de esta sociedad. – Si haré como no sean contrarias a la religión y a la moral. Y advierte que esta misma respuesta oyó dar a tres eclesiásticos de la América, y solo acuerda de los nombres de Anchoriz y otro Monroy, y también a varios de los seculares. Siguió el Presidente. Para mayor confirmación es necesario que Ud. se deje sangrar a fin de afirmar con su sangre la firmeza. –Como el confesante sabía que era de fórmula, respondió que estaba pronto. –Y entonces el que lo conducía que luego vio que era el Maestro de ceremonias dijo: General una vez que el Sr. se ha ofrecido a voluntad a esta prueba se puede omitir toda otra. –Descúbranlo, entonces vio a don Carlos de Alvear sentado y delante de la mesa, teniendo a sus lados sentados a dos otros y por los lados otros en número de tres de cada lado. Poniéndose entonces Alvear en pie y teniendo en la mano una espada le dijo: Señor, esta sociedad se llama Caballeros Racionales, porque nada es más racional que mirar por su patria y sus paisanos. Esta espada se la debería dar a Ud. por insignia para defender la patria pero como Ud, es sacerdote, la defenderá en la manera que le es permitido.

    La segunda obligación se socorrer a sus paisanos, especialmente a los socios con sus bienes, como éstos con los suyos lo harán con Ud. La tercera obligación por la circunstancia en que nos hallamos, en que se nos podría levantar, que ésta es una conspiración, es guardar secreto sobre todo lo que pase en la sociedad. Dicho esto mandó el maestro de ceremonias que me hiciera dar los tres pasos, que dio tres de cada lado; y volviéndome a la mesa, me dijo Alvear: estos pasos significan que cuantos de Ud. a favor de la América del Norte, dará a favor de la América del Sur y al revés. Las señales para conocerse son estas: pondrá Ud. la mano en la frente y luego bajará la barba. Si alguno correspondiere, se pondrá junto a él y entre ambos deletrearán la palabra unión, acabada se abrazarán y dirán: unión y beneficencia, y lo mismo hicieron los demás.

       Con esto me senté y un abogado tuerto echó una arenga diciendo: que de estas sociedades habían en la América del Sur instituidas por lo crítico de las circunstancias, y que esta de Cádiz estaba subordinada a la de Santa Fe, como una purificación que exigía, según arriba queda dicho. Concluida la arenga se levantaron todos y se tomó un refresco sin ceremonia alguna

     Esta sociedad no era ni contra la religión ni contra el re;  los más eran militares y se fueron a pelear en los ejércitos de su majestad, quedando extinta la sociedad a principios de septiem-bre de 1811. Tampoco era de masones la sociedad, aunque como Alvear era masón imitase al-gunas fórmulas y tal vez pensase en amalgamarse con ellos, pero encontró resistencia pues una noche propuso, que si algún socio quisiese entrar masón para saber lo que trataba en ellas contra América, se le podría permitir. La sociedad le respondió que cada uno lo viese en su conciencia. Habiéndole tocado al confesante arengar tres veces a los nuevos por ausencia del orador, les advirtió expresamente que no era sociedad de masones. Sí Alvear tuvo esa execra-ble intención, mudó después enteramente de plan.

      Como queda evidenciado en la declaración hecha por el sacerdote Dominico Fray Servando Teresa de Mier, quien fue miembro de los Caballeros Racionales, junto a San Martín, Alvear y tantos otros, dicha logia de los Caballeros Racionales no pertenecía a la masonería.

      Para terminar Felix Frías testigo presencial de la muerte de San Martín informa: Un Crucifijo estaba colocado sobre su pecho. Otro en una mesa entre dos velas, que ardían al lado del le-cho del muerto, su hija y sus dos nietecitas rogaban por él, y dos Hermanas de la Caridad reza-ban por el descanso del alma que abrigó aquel cadáver.

    El carro fúnebre se detuvo en la Iglesia de San Nicolás. Allí rezaron algunos sacerdotes las oraciones a favor del alma del difunto. Después de esa ceremonia el convoy fúnebre continuó hasta la Catedral. Allí permanecieron los restos de San Martín hasta el 21 de noviembre de 1861, en que celebrándose solemnes exequias, fueron trasladados a Brunoy. Más tarde con toda la pompa de la Liturgia católica. Se celebraron los funerales en la Catedral de El Havre, el 21 de abril de 1880, y en las Catedrales de Montevideo y Buenos Aires.

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      Los venerados restos del General don José de San Martín, reposan en la Catedral Primada de Buenos Aires, en una de sus naves laterales que por supuesto son parte misma de la Cate-dral de Buenos Aires, y no como algunos masones mal intencionados han dicho, que la misma se encuentra fuera de ella. Los venerados restos del libertador Don José de San Martin des-cansan en la capilla de Nuestra Señora de la Paz en la Catedral de Buenos Aires.

     La masonería argentina se ha encargado de inventar la triste historia de que los restos del General San Martin, católico sin claudicaciones, fueron enterrados fuera de la Catedral de Buenos Aires, y que la misma Iglesia Católica Argentina se había opuesto en un principio por que el prócer de la patria pertenecía a la masonería.

     Eso es una mentira escandalosa, ya que los venerados restos del general José de San Martín fueron enterrados en la misma Catedral primada de Buenos Aires, nos relata el historiador y miembro del Instituto Nacional Sanmartiniano don Enrique Mario Mayochi con referencia a ello:

En 1870 se presentó don Manuel Guerrico a la Municipalidad de Buenos Aires para solicitar, en nombre de la familia del general San Martín, un terreno en el cementerio del Norte, o de la Re-coleta, para colocar allí los restos del héroe. La petición se resolvió favorablemente y se acor-dó también que la Municipalidad construyera a sus expensas un monumento en ese terreno. El monumento no se construyó y en cambio se hizo, sí, un modesto mausoleo. Sin embargo, tiempo después el terreno fue cedido a otra persona, situación que quedó sin efecto al reivin-dicar la corporación municipal sus derechos sobre ese terreno y quedar de su propiedad lo construido en él.

     Pasados los años y ya fallecida Mercedes San Martín de Balcarce, el señor Enrique Perisena, integrante de la Comisión Municipal, solicito a ésta que el mencionado mausoleo fuese mejo-rado y que, en virtud de la ley nacional de 1864, se comunicase al Poder Ejecutivo Nacional que se creía llegado el momento para disponer la traslación de los restos. Finalmente, también se proponía designar una comisión formada por cinco municipales para que se tratara de realizar los trámites previos a esa traslación, comisión a la que también se daba autorización para hacer los gastos necesarios. Todo fue aprobado por la Comisión Municipal el 4 de febrero de 1871.

     El presidente Nicolás Avellaneda estima que, sobre la base de lo que ya viene haciendo la Municipalidad porteña, el momento es propicio para hacer un llamado al pueblo. Lo formula el 5 de abrid le 1877, y convoca a todos para reunirse en asociaciones patrióticas, recoger fondos y promover la traslación de los restos mortales de don José de San Martín para encerrarlo dentro de un monumento nacional, bajo las bóvedas de la Catedral de Buenos Aires. Seis días después, el 11 de abril, Avellaneda firma el decreto de creación de la Comisión encargada de restituir a la Patria los restos del Libertador, la decisión de dar sepultura definitiva a los vene-rados restos en la Catedral estaba tomada desde un año antes y que desde entonces se con-taba con el asentimiento del Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires para así hacerlo

     La decisión de dar sepultura definitiva a los venerados restos en la Catedral estaba tomada desde un año antes y que desde entonces se contaba con el asentimiento del Cabildo Eclesiás-tico de Buenos Aires para así hacerlo.

     La comisión de municipales designada por la corporación porteña decidió que sería prefe-rible la Catedral a la Recoleta como destino final para los restos de San Martín. Por ello, el 12 de abril solicitó al arzobispo León Federico Aneiros que interpusiera su influencia cerca del Cabildo Metropolitano para que éste destinara a tan patriótico objeto la antigua capilla bau-tismal existente en la Catedral. La nota de petición, firmada por José Prudencio Guerrico y refrendada por Santiago de Estrada, decía, también, que la Comisión se proponía erigir en el frente oeste de la capilla un altar dedicado a Santa Rosa de Lima, por ser Patrona de la Amé-rica del Sud, y colocar, arrimado a la pared Sud, el sarcófago que encerraría los restos del campeón de nuestra independencia.

     El arzobispo Aneiros transmitió el pedido a los canónigos y estos prestaron por unanimidad su acuerdo a lo solicitado el 17 siguiente. Lo hicieron, según puede leerse en la nota remitida al prelado, mirando como una de las preeminencias y de las glorias de la Iglesia metropolitana ser la depositaria de los restos de tan ilustre varón. En virtud de este acuerdo dado por el Cabildo Eclesiástico, monseñor Aneiros dirigió el 19 de abril una comunicación a la corpora- ción municipal en la que manifestaba que consideraremos siempre como una gloria tener y custodiar el depósito de los restos del brigadier general don José de San Martín.

     Corrido casi un año, la comisión municipal propuso al prelado el cambio de capilla por en-tenderse que la posible erección de un monumento mausoleo requería una superficie mayor que la del antiguo bautisterio. Monseñor Aneiros giró la nueva solicitud a los canónigos y éstos respondieron prontamente que accedían a la permuta del local y que, en consecuencia, el mausoleo proyectado seria erigido en la capilla por entonces dedicada a Nuestra Señora de la Paz. Poco después, el presidente Avellaneda hacía su ya recordada convocatoria al pueblo y en seguida se formaban en primer término la comisión provincial de Buenos Aires y después, la nacional. Todo esto llevó a la comisión constituida por la Corporación Municipal a dar cuenta de lo actuado hasta ese momento y a incorporarse, como fue decidido, a la comisión provincial.

     Por su parte, la corporación Municipal resolvió comunicar a la comisión provincial que contribuiría a la colecta con doscientos mil pesos corrientes y a remitir a la comisión nacional, para su conocimiento, todos los antecedentes del asunto, como también los diseños y planos de un mausoleo levantados en Italia por el escultor Tantardini, quien lo había hecho por pedido de la comisión de municipales. No fue este proyecto el finalmente escogido, sino el presentado por el escultor francés Albert Carrier-Belleuse. Y como su obra exigía determinadas condicio- nes, se dio forma octogonal a la capilla de Nuestra Señora de la Paz y se la extendió unos me-tros fuera del edificio catedralicio. En esa capilla y en ese mausoleo fueron depositados, final-mente, los restos del Libertador llegados el 28 de mayo de 1880 para que quedara cumplido su deseo testamentario.

     Lo relativo a la sepultura de los restos de San Martín en la Catedral porque el asunto ha dado lugar a mas de una tergiversación y a alguna leyenda harto difundida. Con lo dicho se ha deja-do bien en claro que fue la Municipalidad de Buenos Aires la que gestionó la cesión de parte del recinto catedralicio y que la autorización debida fue dada por la autoridad eclesiástica por entender, como antes se dijo, que sería una gloria tener y custodiar los restos del Libertador. Cuanta otra cosa se diga no pasa de especulación infundada o añagaza malintencionada. Y allí están los restos venerados, allí, en la Catedral de Buenos Aires, donde recibió el sacramento del matrimonio, donde por años lucieron algunas de las banderas que tomó al enemigo en las victoriosas batallas por la independencia americana. (16)

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     Esto es así de sencillo, señores; si la masonería es reconocida como algo positivo para la so-ciedad; San Martín, el padre de la patria, se identifica con ella. Si, por el contrario, se la consi- dera como la responsable de nuestros males y desgracias; San Martín era parte de ella, por lo tanto se destruye el sentido de pertenencia.

      Si, por el contrario, la sociedad avala los dichos escasamente documentados de alguien que dice ser peronista y defenestra a San Martín y Rosas; ese hombre miente o no es peronista.

VIDEO SAN MARTIN-ROSAS-PERON

 

FUENTES:

(1) DESMITIFICANDO A LOS ENEMIGOS DE SAN MARTIN.. Dr. Enrique Díaz Araujo.

(2) MASONERIA. HISTORIA DE LOS HERMANOS TRES PUNTOS .P. Alberto J. Triana

(3)TESTIMONIOS CATOLICOS DEL GENERAL SAN MARTIN. Héctor Piccinali. Revista Mikael, Buenos Aires Nº 16, 1978, pág. 90.

(4) EL GENERAL SAN MARTIN, cit. Por H. Piccinali, op, cit. Pág.90

(5) EL GENERAL SAN MARTIN Y LA MASONERIA. Armando Tonelli, Buenos Aires, 1944, págs. 23/24

(6) LA POLITICA DE SAN MARTIN., Roque Raúl Aragón. Córdoba, Univ.Nac. de Entre Ríos, 1982, ----pág 18/19. P.Cayetano Bruno, La religiosidad del general San Martín, Ed. Don Bosco, Boulogne, Buenos Aires, 1978, pág. 21/22.

(7) EL GENERAL SAN MARTIN ¿MASON, CATOLICO, DEISTA?. Guillermo Furlong.S.J. Buenos Aires, Teoría, 1963, pág. 136.

(8): HISTORIA DE LA IGLESIA EN LA ARGENTINA. P. Cayetano Bruno cit. por Héctor Piccinali en San Martín y el Liberalismo, Revista Gladius, Buenos Aires, Nº 19, 25/12/90, pág. 116

(9) Roque Raúl Aragón, op.cit., pág.19.

(10) MEMORIAS. GENERAL TOMAS DE IRIARTE. Tomo I, cit. Por Aragón, op. Cit. Nota 8, pág.19.

(11) SAN MARTIN NO FUE MASON. Mario Meneghini.

(12) SAN MARTIN Y LA MASONERÍA. Jorge Oscar Sule.

(13) SAN MARTIN NO FUE MASON . Mario Meneghini. Ob. Cit.

(14) MASONERIA. HISTORIA DE LOS HERMANOS TRES PUNTOS. Alberto J. Triana. Op. cit.

(15) DOS ESCOLIOS SANMARTINIANOS. ¿Masonería establecida en Cádiz? Fermín Chávez. Revista del Instituto Nacional Sanmartiniano