DEVASTADORA
CRÍTICA DE YAKOV RABKIN AL SIONISMO, "PORQUE SE OPONE A LA TRADICIÓN JUDÍA
Y AL LIBERALISMO"
Philip Weiss
- Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
El año pasado, uno de los libros más
importantes de todos los tiempos sobre el sionismo, salió publicado en inglés
por Pluto: What Is Modern Israel? , escrito por Yakov Rabkin, un profesor de
Historia en la Universidad de Montreal. El tema central del libro es cómo los
sionistas han explotado el judaísmo y las tradiciones occidentales para mostrar
a Israel como una democracia liberal cuando en realidad es un proyecto
nacionalista colonialista colgando de sus garras paranoides.
Rabkin tiene experiencia. Es un académico
religioso y su judaísmo le ha llevado a abrazar un cosmopolitismo universalista
a la hora de interpretar la historia de nuestro siglo. Dados sus antecedentes
ha sido capaz de desafiar lo que llama el “clima de terror intelectual que
rodea la cuestión de Israel”. Con la
lectura de su libro, se me ocurrió que el mayor servicio que podía ofrecer a un
lector es desarrollar las ideas letales de Rabkin acerca de la naturaleza del
“Estado judío” y el antagonismo esencial entre judaísmo y el sionismo. Lo que
sigue es una larga secuencia de observaciones y conclusiones de Rabkin, todas
las cuales tienen como objetivo poner fin a ese clima de terror y permitir que
los occidentales hablen libremente acerca de la era sionista.
Rabkin dice que el sionismo tiene cuatro
objetivos esenciales. 1º.- “Transformar la iden-tidad judía transnacional
centrada en la Torá en una identidad nacional semejante a la de otros países
europeos”. 2º.- “Desarrollar una nueva lengua vernácula”. 3º.- “Trasladar a los
judíos de sus países de origen a Palestina”. 4º.- “Establecer el control
político y económico sobre Palestina”.
Por lo tanto el sionismo es un caso de
“modernización típica impuesta por el colonialismo occidental”, una política
rechazada tanto por los árabes como por las poblaciones judías tradicionales.
En lo político Israel ha podido contar con
el apoyo sólido de las élites de las naciones occidentales, en parte debido a
los objetivos colonialistas del sionismo: “El
carácter esen-cialmente europeo de esta colonia de reciente creación, que se
asemeja en muchos aspectos a las antiguas colonias del Reino Unido a lo largo
el mundo, también explica el apoyo occidental a Israel. Su identidad
auto-atribuida como un ‘Estado judío’ viene de facto con la legitimidad de la
renovación de la etnicidad como criterio de pertenencia“.
Rabkin toma nota de la tendencia popular
que hemos estado describiendo: “la
parcialidad occidental hacia Israel sufre de un déficit democrático: al
contrario de sus élites, la mayoría de los ciudadanos de las naciones
occidentales consideran al Estado de Israel una amenaza para la paz mundial”.
La distinción entre las alas izquierda y
derecha del sionismo es mucho menos significativa de lo que es la hostilidad
del sionismo al liberalismo:
Es seguro que sería más útil hablar de una
división entre el cosmopolitismo liberal y el nacionalismo étnico. El sionismo,
por su parte, es fundamentalmente hostil al cosmopoli-tismo liberal, lo que
explica por qué los sionistas de “izquierda” en Israel y en otros lugares han
virado, en gran parte, a la “derecha”. Lo que une a los dos bandos (la
convicción de la legitimidad del sionismo) es más sustancial que las
diferencias de estilo o tácticas que los dividen.
Rabkin une el crecimiento del sionismo con
la secularización de la identidad judía en la modernidad y la aspiración judía
a la experiencia normal entre las naciones:
La identidad laica judía adquirió una dimensión sociocultural, aquella
que conscientemente rechazaban y que el judaísmo pudo preservar, al menos por
un tiempo, un lenguaje específico (yiddish), y algunos otros rasgos culturales.
Esta nueva identidad se conjugó en una amplia gama de opciones políticas, a
menudo de inspiración socialista o nacionalista. Con la consumación de la
ruptura con la tradición, el concepto de judío laico, en desacuerdo con la
visión tradicional judía, hizo posible redefinir a los judíos como “pueblo
normal” y por lo tanto esto se convirtió en la piedra angular del sionismo.
El concepto del pueblo judío en el que se
basaba el sionismo tenía muy poco en común con las definiciones tradicionales
del término. Los eruditos religiosos saben que: “la Torá, y sólo la Torá,
otorga a los judíos una identidad colectiva”.
La tradición judía ha hecho del exilio el
foco de la existencia judía. Dice el Rabino Samson Raphael Hirsch: La Torá...
nos obliga, hasta que Dios nos llame de nuevo a la Tierra Santa, a vivir y
trabajar como patriotas dondequiera que Él nos haya colocado, para recoger todas
las fuerzas espirituales, físicas, materiales y todo lo que es noble en Israel
encaminado a promover la riqueza de las naciones que nos han dado refugio.
Pero la nueva identidad laica judía ganó
popularidad en Europa del Este y, especialmente, en Rusia, y “eliminó la
dimensión religiosa (y por lo tanto la normativa) de la identidad judía y
retuvo sólo sus dimensiones biológicas y culturales”. Al mismo tiempo que
contrarrestaba la religión judía, el sionismo también contradijo al
liberalismo: “los sionistas consideran una sociedad liberal y multicultural un
importante obstáculo para la expansión de una concien-cia nacional judía”.
Zeev Sternhell: “Aceptar el concepto
liberal de la sociedad significaría [para la intelectualidad nacionalista judía]
el final del pueblo judío como una unidad autónoma”. Por lo tanto, Rabkin dice:
“La principal amenaza para el sionismo es el liberalismo europeo, que ofrece a
los judíos una elección individual, pero según muchos sionistas les niega la
oportunidad de vivir una verdadera vida nacional”.
El sionismo es en su origen una respuesta
a los desafíos del liberalismo: “lejos, muchos más israelíes se instalan en las
democracias liberales del mundo que los ciudadanos de esos países que emigran a
Israel”. Eso vale para los judíos rusos también: “De los 1.200.000 de judíos que emigraron
desde Rusia a comienzos del siglo XX, apenas unos 30.000 palesti-nos llegaron a
Rusia, y de ellos, sólo una cuarta parte permaneció allí”.
La tradición judía del exilio es tan
fuerte que cuando a los judíos soviéticos se les permitió emigrar se pidió a
Israel que llevase a cabo “una campaña diplomática a gran escala en un esfuerzo
por convencer a sus aliados (principalmente los Estados Unidos y Alemania) para
limitar la inmigración de judíos a esos países“.
Rabkin dice que el sionismo fue iniciado
por judíos asimilados y laicos que sintieron que la emancipación les había
otorgado la libertad de penetrar en los más altos niveles de la socie-dad
europea. Y habiéndose encontrado con el rechazo, buscaron una nación como otras
naciones para contrarrestar esa frustración. Hasta el sionismo la Torá había
sido la base de la unidad judía. Pero cuando volvieron a la tierra de Israel
“ya no necesitaron seguir los preceptos de la Torá, porque su conciencia
nacional, como la experimentaban en la tierra de Israel, sería suficiente para
sostener la unidad”.
Israel permitió a estos judíos perdonarse
a sí mismos por la asimilación: porque se asimilaban a la historia “normal”: “Sólo el Estado de Israel ofrece a los judíos
la máxima libertad de rechazar totalmente su patrimonio espiritual y
convertirse en 'pueblo normal'. La nueva identidad israelí parece facilitar la
asimilación colectiva sin afectar en quienes la adoptan el sentimiento de culpa
a menudo vinculado a la asimilación de manera individual“.
Rabkin cita el rabino Amram Blau diciendo
que el sionismo trajo un mayor daño a los judíos que a los árabes: “Los árabes pueden haber perdido sus tierras
y sus hogares, pero al aceptar el sionismo los judíos han perdido su identidad
histórica”. Y cita a Meron Benvenisti,
ex alcalde de Jerusalén, que caracteriza el sistema inequitativo de los
derechos de los judíos y de los palestinos ocupados como “la democracia de la
Herrenvolk (raza superior)”.
La exaltación del volk por los sionistas
como el tema exclusivo de la historia judía llevó a los rabinos a denunciar
este “elemento cardinal” de la ideología sionista, dice Rabkin. A continuación
cita a un rabino austríaco. “No hay
nación judía... los judíos deben cultivar el lenguaje hebreo antiguo, estudiar
su rica literatura, conocer su historia, apreciar su fe y hacer los mayores
sacrificios por ella; deben tener esperanza y confianza en la sabiduría de la
divina providencia“.
El sionismo depende del antisemitismo y
también lo fomenta. “El sionismo político promueve intencionadamente el
antisemitismo”, escribió I.M. Rabinowitch en 1974. “Desde el principio ha
tenido la política de incitar deliberadamente el odio al judío. Y a
continuación, con horror fingido, señalar que justifica un Estado judío".
Rabinowitch dijo que el sionismo contiene
las “mejores semillas fértiles para la prolifera-ción del antisemitismo”: el
concepto de la doble lealtad. A continuación Rabkin cita a un ex diplomático
israelí que describe el papel de los judíos en Occidente como “la diáspora
esclavizada por Israel”.
Aquí Rabkin no se intimida por el clima de
terror intelectual. El vasallaje de la diáspora va más allá de la doble
fidelidad a “una forma de lealtad exclusiva al Estado de Israel”. (Recuerde a
Dennis Ross reclamando que los judíos de los Estados Unidos deben ser los
“defensores” de Israel, no de los palestinos.) Rabkin dice: “La defensa
incondicional de Israel a la que ciertos líderes de la comunidad han empujado a
los judíos, tiende a expo-nerlos a la crítica, que a su vez justifica el
sionismo y hace indispensable el Estado de Israel como una póliza de seguro. Incluso
los israelíes orgullosamente laicos encuentran que esta política es suicida
para el futuro de la diáspora... “La
denigración de la vida judía fuera de Israel ha sido durante mucho tiempo una
característica del pensamiento y la práctica sionista. La movilización de la
diáspora para justificar cualquier acción política o militar que Israel podría
emprender constituye su elemento crítico“.
No es que los sionistas supieran cómo
tratar con los palestinos. Los activistas sionistas en Europa nunca conocieron
la “variedad tolerante del nacionalismo” que distingue entre la nación, la
religión, la sociedad y el Estado. Por el contrario, las dos consignas
adoptadas por los pioneros sionistas ilustran claramente sus intenciones:
“conquista mediante el trabajo” y hafradá (separación). “En otras palabras, el
movimiento sionista adoptó una política de desarrollo separado que permanece en
vigor hasta el presente y explica en gran medida la perpetuación del conflicto
con los palestinos y el aislamiento del Estado de Israel en la región”.
Estas políticas han dado lugar a una gran
inseguridad en Israel. Hoy en día el término “seguridad” ha sustituido el
concepto de autodefensa que se empleaba extensamente antes de la creación del
Estado.
“Israel
se considera a menudo un lugar de refugio, incluso el último refugio, y bien se
puede haber convertido en el lugar más incierto de todos para los judíos...
Ahora, a diferencia de los primeros años del sionismo, el sentido de víctima se
ha convertido, a lo largo de las últimas décadas, en una parte integral de la
identidad judía israelí. “Algunos de los que han persistido en verse a sí
mismos como víctimas se han dado cuenta de que en realidad son víctimas de la
empresa sionista, que les ha sometido a guerras interminables y, en el caso de
los judíos árabes, a una situación de inferioridad social y económica crónica”.
Estas condiciones generan la paranoia, que
Rabkin remonta a una maldición bíblica: “huiréis aunque nadie os persiga”
(Levítico).
Los israelíes judíos son conscientes en
algún nivel de que su país se basa en fundamentos inestables: La sensación de
fragilidad es alimentada por la conciencia de la hostilidad palestina y de la
hostilidad de la población de la región en su conjunto, una hostilidad que a
menudo se atribuye a las llamadas causas “esencialistas” (la religión islámica
y el odio irracional a los judíos) más que a causas sociales y políticas
perfectamente comprensibles, como la ira generada por la discriminación, el
despojo y la expulsión de la población nativa.
La exigencia de los líderes israelíes de
que otros reconozcan a Israel como un Estado judío “da testimonio de la
fragilidad del Estado de Israel, resentida por muchos sionistas a pesar de su
poder y prosperidad”. Mientras que los temores sionistas de convertirse en una
minoría hacen que se fomenten las políticas de inmigración discriminatorias que
sólo agravará el problema.
“El auto-odio judío” (el rechazo de la
tradición judía) ha sido un sello distintivo de la ideología sionista del
renacimiento nacional. Y esto también socava cualquier sentido de la
permanencia de Israel.
“La tradición judía enseña que los judíos
deben tener en cuenta la impresión que pueden causar en los demás, incluso en
los que les han perseguido en el pasado... Pero el sistema de educación
sionista desde sus inicios ha promovido el uso de la fuerza, la autoafirmación
y la combatividad. Los sionistas han considerado la obligación de comportarse
como ejemplos morales con desprecio y burla, cuidándose poco de la impresión
que ellos, y más tarde su Estado, causaron en el mundo, y sobre todo en sus
vecinos inmediatos. Ben Gurion formuló la proposición de este modo: "Lo
que importa es lo que los judíos hacen, no lo que piensan los goyim”.
Así, el sionismo produjo un Estado que
rechazó el “judaísmo y su humildad”. La nueva cultura sionista/israelí se ve
como europea a ultranza. “Así fue como docenas de canciones, canciones de cuna
y cuentos infantiles fueron traducidos del ruso al hebreo durante los primeros
años de la colonización sionista”. ¡Pero no canciones árabes!
Los sionistas utilizaron la violencia para
despojar a los judíos de su tradición religiosa: “Muchos de los fundadores de
los grupos armados judíos, tanto en Rusia como en Palestina, también
reconocieron que el uso de la fuerza era una manera de quebrantar a los judíos
su tradición judía”.
El Holocausto jugó un papel importante.
Citando a un historiador israelí, Rabkin dice "en la política israelí, la
lección que se extrae convenientemente de la Shoah es que un judío desarmado no
vale más que un judío muerto". Rabkin agrega con advertencia: "Sin
embargo otra lección que podría extraerse de la tragedia que sufrieron los
judíos de Europa sería fomentar la desconfianza de los estados poderosos que
desprecian la moralidad del individuo, practican la discriminación racial y
cometen crímenes contra la humanidad".
Los
espacios cívicos en Israel se asocian sobre todo con "la muerte de la
patria", un vínculo que se remonta al comienzo de la colonización
sionista, dice Rabkin. Y señala que la advertencia de Hannah Arendt cuando
afirma que el líder nazi Adolf Eichmann no es culpable de "crímenes contra
el pueblo judío", sino de responder normalmente a un sistema burocrático
malvado, encierra "un significado universal y que debe ser una advertencia
para cualquier estado que adopte la discriminación étnica como política de
Estado".
"No hay duda de que después del
genocidio nazi el uso de la fuerza se convirtió en un artículo de fe para un
gran número de judíos. Dudar de la legitimidad y la eficacia de la fuerza es,
en los círculos sionistas, equivalente a la traición".
Ese artículo de fe ha hecho que Israel
derogue el derecho internacional: “Desde
la proclamación del Estado, la política israelí ha permanecido constante.
Refleja el imperativo de perpetuar un Estado establecido en contra de la
voluntad de la población árabe nativa ocupando predominantemente tierras que le
habían pertenecido... el comportamiento de Israel, la encarnación del principio
'el poder tiene la razón' ha socavado las bases mismas del derecho
internacional público concebido para reducir los conflictos y promover la paz“.
Rabkin es claro acerca del carácter
racista de ciertas instituciones israelíes como el Fondo Nacional Judío (KKL):
“Esta institución ha desempeñado un papel
crucial en el desarrollo del Estado sionista. En respuesta a una acción
antidiscriminación interpuesta contra el KKL en 2004, la organización confirmó
que 'la lealtad del KKL es al pueblo judío y sólo a él está obligado. El KKL,
como dueño de la tierra, no tiene el deber de practicar la igualdad con todos
los ciudadanos del Estado”.
Entre los judíos ortodoxos la crítica del
sionismo está viva: “Mientras que el respetado intelectual israelí Boaz Evron argumenta que
'el sionismo es de hecho la negación del judaísmo', las palabras que durante
décadas están escritas en las paredes del barrio haredí de Mea Shearim en
Jerusalén se hacen eco de esta posición fundamental: 'el judaísmo y el sionismo
son diametralmente opuestos uno al otro'”.
Y, por supuesto, la reputación
internacional del sionismo se ha trastocado: “El sionismo como símbolo de la lucha contra el racismo y por los
derechos humanos ha adquirido las características de una ideología que produce
el racismo judío y un sistema institucional que tiene mucho en común con el
apartheid sudafricano. “El Estado sionista, que debía haber sido un instrumento
de liberación nacional, se ha convertido en realidad en un experto manipulador
que ha intentado monopolizar el control de la tierra, el agua y otros recursos
del país”.
Eso repele muchos sionistas: “La emigración
afecta principalmente a los estratos más instruidos de la población. Se estima
que un 25 por ciento de los académicos israelíes trabajan en los Estados
Unidos“. Ellos entienden que el sionismo
está fuera de sintonía con la historia: “La tendencia posmodernista presagia el
colapso del sionismo, ya que el nacionalismo se percibe como una forma de
opresión que debe dar paso a la afirmación de la alteridad y el
multiculturalismo”.
Rabkin ve la cultura política israelí cada
vez más autoritaria: La corriente totalitaria no da señales de disminuir. Si
bien algunas preguntas de fondo sobre ciertas políticas israelíes son a veces
toleradas, no solamente las críticas fundamentales al sionismo son
deslegiti-madas, sino también cualquier individuo que se hubiera atrevido a
formular estas críticas en el pasado. Son excluidos sistemáticamente de las
actividades comunitarias... Recordemos que los líderes del sionismo socialista
tomaron la decisión de asesinar a Jacob de Haan (en 1924), sobre todo, porque “hablaba
mal del movimiento con el mundo exterior”.
Esta cultura totalitaria tiene
implicaciones especiales para los judíos norteamericanos, los que sostienen la
doctrina sionista y aquellos que no lo hacen: La susceptibilidad ante cualquier
crítica a Israel se explica fácilmente por el hecho de que para muchas personas
la lealtad a Israel ha reemplazado largamente al judaísmo como principio de
anclaje de la identidad judía. Pero en la diáspora esta lealtad llega a ver un
Estado ideal, incluso imaginario, y no al real y existente de Israel, una
potencia económica y militar que domina la región. Sin embargo también existe
una identidad judía cuyo contenido único es criticar e incluso denunciar al
Estado de Israel...
El autor comparte la esperanza de que
Israel se transforme: Un ex presidente de la Knesset, Avraham Burg, cree que la
conversión de Israel en un Estado de sus ciudadanos y que borre su naturaleza
judía es “nuestra única esperanza de supervivencia”. Yitzhak Laor, destacado
poeta e intelectual, argumenta, “No tenemos que dejar este lugar o renunciar a
nuestras vidas... hay que deshacerse del sionismo“.
Rabkin cita a otros judíos anti sionistas
sobre la urgencia de esta idea: Al aceptar la idea de que las estructuras del
sionismo podrían simplemente ser desmanteladas, el rabino Moshe Sober hace
hincapié en su aspecto psicológico y expresa un optimismo cauteloso sobre su
sentido práctico: “Una solución no es
imposible; ni siquiera es particularmente costosa. Sin embargo, nunca se
logrará a menos que nos permitamos olvidar por un momento nuestras apreciadas
creencias por las cuales hemos sacrificado muchas vidas, y, en cambio, mirar la
actual situación real. Debemos dejar de tratar a Israel como un sueño romántico
y aprender a verlo como un país heterogéneo en el que dos poblaciones étnicas
fieramente orgullosas y de tamaño similar están luchando por el
control...".
El entendimiento de Sober conduce al
reconocimiento del apartheid: “Toda discusión de la ocupación simplemente
esconde otra realidad, concluye. Israel se ha convertido de hecho en un Estado
binacional que niega los derechos políticos a una de esas naciones“.
Rabkin es también crítico de la necesidad
de Israel de la supremacía geopolítica en su región. También en este caso se ve
el racismo: A pesar de que tanto Israel como Estados Unidos poseen armas
nucleares se niega a Irán el derecho a adquirir armas similares, argumentando
que sus gobernantes son fanáticos religiosos irracionales. Es evidente que el
principio de la doble moral está en juego, reflejando la reactivación del
concepto de los llamados países civilizados que, en contra de la evidencia
empírica, afirman que poseen el monopolio de la racionalidad en la política
internacional.
El sentido de superioridad no tiene nada
que ver con el judaísmo o el antisemitismo. Es inherente al sionismo, que se
opone al liberalismo.
Las referencias al judaísmo y la tradición
judía son de poca ayuda para la comprensión del Israel contemporáneo; todo lo
contrario, son más propensas a inducir a error, porque el sionismo y el Estado
que encarna son fenómenos revolucionarios. Es más fácil, de hecho, entender la
política, la estructura y las leyes de ese Estado sin ninguna referencia a los
judíos o a su historia.... Por tanto, es impreciso hablar de un “Estado judío”
o un “lobby judío”: “Estado sionista” y “lobby sionista” sería más apropiado.
Israel ha... conseguido que la perspectiva
sionista (antiliberal por definición) se vuelva aceptable para el público en
general, así como para los medios de comunicación y el mundo académico, incluso
en países con una larga tradición liberal donde el Estado, antes que la lealtad
confesional, o “tribal”, garantiza teóricamente los derechos del ciudadano...
El Fondo Nacional Judío, que durante un siglo ha ido estableciendo
asentamientos segregados que están fuera del alcance de los árabes, no sólo
goza de los beneficios fiscales canadienses, sino también de la participación
de personal de los altos cargos federales en los esfuerzos de recaudación de
fondos para la organización.
Hay que criticar a los líderes judíos de
Estados Unidos por ser tan buenos sirvientes voluntarios de esta ideología,
dañando tanto las nociones de ciudadanía estadounidense como israelí: Los
líderes de las principales organizaciones judías en Estados Unidos y otros
países actúan de forma rutinaria en nombre de Israel... Esos líderes parecen
haber pasado por alto los límites de la “doble lealtad” cuando a menudo los
judíos son acusados de amparar, insistiendo en que la lealtad al Estado de
Israel debe prevalecer sobre todo los demás, incluida la lealtad a su propio
país. Esto conduce a la transformación cada vez más evidente de las
organizaciones judías de todo el mundo en vasallos israelíes. Por otra parte,
haciendo hincapié en la primacía de una “nacionalidad judía”, étnica y
confesional definida, el Estado de Israel da la espalda a la idea de una
“nacionalidad israelí” que reflejaría la sociedad multicultural que ha tomado
forma en esta tierra en el Mediterráneo oriental durante el último siglo… Los
líderes israelíes ignoran las fronteras, intervienen en el proceso político de otros
países, particularmente en los Estados Unidos donde Israel a menudo pone al
Congreso en contra de la Casa Blanca. En el Oriente Medio, el ejército de
Israel no presta atención a las fronteras, golpea objetivos en los países
vecinos, con intervenciones llevadas a cabo con llamativa impunidad...
La conclusión de Rabkin es que el sionismo
es, en sí mismo, una receta de conflicto interminable: “Israel, a pesar de su abrazo a la
modernidad, permanece encadenado por la ideología sionista, que asegura que a
pesar de su avanzada edad sigue siendo una experiencia fronteriza plagada de
conflictos internos y externos”.
LOS
VERDADEROS MOTIVOS DEL ENOJO DE LA DAIA CON LOS K
- Horacio Lutzky
Muchos creen que el ensañamiento de la
DAIA con el kirchnerismo se originó en la firma del fallido memorándum con Irán
impulsado por el gobierno de Cristina. La realidad es bien otra: esta historia
comenzó mucho antes, apenas días después de la asunción de Néstor Kirchner como
presidente de la Nación el 25 de mayo de 2003. Es que, entre los primeros
gestos y dramáticas medidas que tomó el por entonces casi ignoto nuevo
presidente (revolucionarias para ese momento argentino) hubo algunas referidas
a la causa AMIA que preocuparon muchísimo a los encubridores y sus cómplices. Y
a la DAIA. Particularmente, que el 5 de junio de 2003 haya firmado un decreto
que liberaba del secreto de Estado los sumarios internos de la SIDE que eran
pedidos por el Tribunal Oral Federal 3, en lo que sería el primer paso (seguido
de otros) para demostrar el pago ilegal al preso Telleldín de una coima de más
de US400.000 para comprarle una declaración y desviar la investigación,
maniobra que contó con el consentimiento del liderazgo de la DAIA, y que hasta
entonces no estaba probada.
La siguiente crónica fue escrita por este
autor en aquellos mismos momentos, a semanas de la asunción del nuevo
presidente, como parte de un trabajo titulado “CASO AMIA – LA DEUDA INTERNA”,
dedicado al 9º aniversario del atentado y publicado en julio de 2003. La investigación
fue luego ampliada en el libro “Brindando sobre los escombros. La dirigencia
judía y los atentados: entre la denuncia y el encubrimiento” (Sudamericana,
2012).
Su discusión es necesaria para procurar
comprender el origen del alineamiento político de la DAIA hasta la actualidad,
donde funciona ya sin disimulo como el brazo judío del PRO. Lo cierto es que el
posicionamiento “anti-K” es muy anterior a las sobreactuaciones de los últimos
años, que no son más que revanchas y movidas en defensa propia por parte de
esta cuestionada institución. Entidad que desde hace décadas dejó de encarnar
los nobles valores que justificaron su creación, y que tiene entre los
procesados por encubrimiento a uno de sus presidentes, su líder históricamente
más carismático, Rubén Beraja.
Fragmentos del “Caso AMIA- Le deuda
interna”, Capìtulo III, “La entrega de la DAIA”. Julio 2003:
“En este tema, una vez más, la querella
oficial y “Memoria Activa” se han mostrado con serias diferencias, que hasta la
llegada de Kirchner a la presidencia de la Nación parecían quedar relegadas al
anecdotario del juicio. Pero algo cambió. Y en la DAIA surgió una pro-funda
preocupación. Ya en los primeros meses de audiencias del juicio oral para todos
que-daba claro día a día que tal o cual prueba había sido aportada por la SIDE,
o que deter-minados elementos habían sido extraviados, o que ciertos testigos
habían sido “visitados”, o que existían investigaciones cuyos resultados se
desconocían, etc. Cuando la querella de “Memoria Activa” pidió que se cite a
declarar al ex jefe de la SIDE y a una serie de miembros y planteó para ello la
inconstitucionalidad de la ley secreta de Inteligencia primero, y luego de un
decreto firmado por el presidente Duhalde, la abogada de la DAIA no se
manifestó de acuerdo con cuestionar la validez de esas normas. El Tribunal Oral
había ordenado las fundamentales declaraciones de 14 agentes de los servicios,
y el levantamiento del secreto sobre los sumarios internos del organismo, pero
la SIDE se negó y apeló la medida mediante recurso de Casación presentado por
el entonces titular Miguel Angel Toma. Duhalde defendió por decreto la postura
de Toma limitando, además, a unos pocos agentes la autorización y con
limitaciones que en definitiva garantizarían que el secreto sobre lo realmente
ocurrido seguiría imperando.(…) La abogada de la DAIA expresaba la línea de la
querella, que ante el paulatino desmoronamiento del castillo de naipes oficial
frente a los elementales soplidos de abogados, defensores oficiales y jueces
del Tribunal Oral, comenzaron a criticar a los severos magistrados por “desviar
del objetivo principal”. Por esos días se vivía la caída del menemismo, y una
gran expectativa por los cambios por venir, después de una década de profunda
degradación institucional, con la Justicia como uno de sus más penosos
exponentes. Pero lo que para muchos era una esperanza, era vivido por otros
como una amenaza. (…) Una vez que Néstor Kirchner resultó electo presidente de
la Nación tras la bochornosa defección de Menem a la segunda vuelta de la
elección, la DAIA resolvió llevar su preocupación al Congreso Judío Mundial.
La circunstancia que la flamante primera
dama sea la pujante senadora Cristina Fernández de Kirchner, quien integró la
comisión del Congreso Nacional de seguimiento de las investigaciones y tiene
una mirada muy crítica sobre lo actuado, no debe haber tranquilizado al equipo
de José. Y eso que todavía faltaba lo mejor.
En la reunión del Ejecutivo del Congreso
Judío Mundial realizada el 19 de mayo de 2003 en Jerusalem, la DAIA estuvo
representada por su presidente José Hercman, y su asesor político Alfredo
Neuburger y sostuvo en su desesperada presentación: “(…) nos preocupa que los
tres jueces estén más abocados “investigando la investigación” que se hizo
previamente, que a buscar la verdad y sancionar a los acusados, cuya
responsabilidad está acreditada”.
Mientras la DAIA en un acto de legítima
defensa pedía “que no se investigue la investí-gación”, en Argentina se
avecinaban cambios a toda velocidad. Néstor Kirchner asumió la presidencia el
25 de mayo de 2003, y sus primeros días fueron definidos como “electrizan-tes”
por el nivel de cambios rotundos en la línea política imperante y en el perfil
de las figuras elegidas para acompañar su gestión. (…) Las medidas de las
primeras semanas (que llegan hasta el momento de escribirse estas líneas)
sorprendieron por su audacia (…). La DAIA aún se encontraba distribuyendo la
resolución de “apoyo” a su pedido de no investigar la investigación, y se
produjo una verdadera revolución, sin su participación ni control: Kirchner, el
5 de junio de 2003 firmó un decreto que libera de secreto los sumarios internos
de la SIDE que habían sido pedidos por el Tribunal Oral. Y la noticia fue
anunciada en la sala de prensa de Casa Rosada en conferencia de prensa al
finalizar una reunión del presidente Kirchner, el secretario de la SIDE Sergio
Acevedo y el ministro del Interior Aníbal Fernández con los directivos de la
AMIA encabezados por su presidente Abraham Kaúl.
Este último, no dudó en declarar que “por
primera vez en nueve años el Estado argentino ha tomado el atentado a la AMIA
como una causa del Estado argentino”. Y, por primera vez, una noticia de
semejante envergadura no era anunciada por la DAIA.
El tema había vuelto a ponerse sobre el
tapete cuando trascendió que la defensa de uno de los acusados por el atentado
a la AMIA presentó documentación que prueba que cuaren-ta días antes del
atentado a la mutual, la SIDE había “pinchado” sin orden judicial cuatro
teléfonos de la Embajada de Irán y de su Consejero Cultural en Buenos Aires,
Mohsen Rabbani, quien está vinculado al armado de la trama terrorista, y quien
tuvo a su secretario político colaborando con Galimberti y la campaña
presidencial de Menem.
La SIDE habría tomado la decisión de
intervenir los teléfonos ocho días después de recibir un cable de Cancillería
que alertaba sobre la posibilidad de un segundo atentado en la Argentina
impulsado por Hezbollah.
Las cintas de esas escuchas telefónicas
son uno de los tantos elementos que la SIDE ocultó a la Justicia. Y es una de
las pruebas que demuestran que muchas de las escanda-losas irregularidades
denunciadas por los críticos de la investigación tienen base cierta.
Irregularidades que excederían el propósito y la extensión de este trabajo
referir, pero que hoy ya son advertidas incluso por quienes en la propia
comunidad seguían ciegamente los dictados de la DAIA. (…) Paradójicamente, las
investigaciones de lo ocurrido en la SIDE comenzaron cuando el ex prosecretario
del juez Galeano, Claudio Lifschitz, denunció irregu-laridades gravísimas y actos
de encubrimiento provenientes tanto de los servicios de inteligencia cuanto del
propio juez.
La AMIA querelló a Lifschitz conjuntamente
con la DAIA pidiendo prisión contra él por “violación de secreto”. ¿A quién
sirve realmente semejante acción?¿Es más importante como valor jurídico el
secreto que la verdad, en un atentado donde fueron asesinadas 85 personas? Para
algunos, evidentemente sí.
La DAIA, sorprendida por el giro de los
acontecimientos y ante la pérdida de protago-nismo, emitió una declaración, con
fecha 10 de junio de 2003, titulada “Ejerciendo la repre-sentación política de
la comunidad judía”. Allí plantea que “El momento es oportuno para esclarecer a
propios y extraños sobre el verdadero significado y alcances de la represen-tación
política de la comunidad judía, que también por decisión soberana de las
institucio-nes comunitarias, la DAIA ejerce desde 1935. En primer término,
aunque resulte obvio, la misión exige absoluta prescindencia
político-partidaria, y el priorizar exclusivamente los elevados intereses y
objetivos de los mandantes, los judíos argentinos, congregados en las más
diversas y multifacéticas instituciones, que abarcan todo el espectro
religioso, ideológico y social”.
Después de años de mimetización con el menemismo,
la DAIA reclama un accionar que se efectúe “sin importar el color del gobierno
de turno”. Y sostiene que “sería inadmisible que las autoridades nacionales
pretendieran decidir quien es su interlocutor comunitario”(…).
En verdad la crisis de identidad, o de
lealtades de la DAIA, afloró semanas antes de las elecciones a presidente de la
Nación cuando todavía algunos pensaban que ganaba Menem, “en la primera
vuelta”. La DAIA organizó su tradicional ronda de candidatos, pero con Menem se
reunieron previamente.
Fue demasiado, incluso para el grupo de
familiares de las víctimas que aún actuaban en apoyo del accionar de la
institución comunitaria y la querella oficial, sector que no participó de
“Memoria Activa”: “Cuando pensábamos que nuestra capacidad de asombro e indigna-ción
estaba colmada, volvemos a chocar con una realidad que nos da una bofetada y se
burla de nuestro dolor. El lunes 24 de marzo, efeméride siniestra en nuestra
historia, una delegación de la DAIA encabezada por su presidente, José Hercman,
se entrevistó con Carlos Menem. La DAIA tuvo la oportunidad de elegir entre la
ética y la dignidad humana, por un lado, y el protocolo, por otro.
Evidentemente eligió el protocolo. A sus dirigentes les decimos: esa actitud
ofende a nuestros muertos. A pesar de que se afirme que en la reunión se le
reiteraron al ex Presidente duras críticas sobre la investigación, la actuación
del Poder Judicial y la participación de miembros de fuerzas de seguridad en la
concreción y/o encubrimiento de los atentados, repudiamos esa actitud
conciliadora. Sabemos cómo Menem usará esa reunión en beneficio propio y cómo
la DAIA asume una actitud contraria a los deseos de la comunidad a la que dice
representar. Hace tiempo que los Familiares estamos en la vereda opuesta a la
DAIA en nuestra visión del comportamiento de esa institución en su rol de
querellante en las investigaciones del atentado a la AMIA. Estamos convencidos
de que el objetivo principal de la DAIA es la defensa sistemática y obsesiva
del juez Galeano y la historia oficial. No nos vemos representados como judíos
cuando la DAIA se sienta con Menem, que nunca se preocupó por esclarecer los
dos actos terroristas más sangrientos que hayan sucedido en nuestro país. La
DAIA nuevamente se apresta a cruzar la plaza para rendir pleitesía, como lo
hizo en 1997, cuando se disculpó ante el gobierno por el discurso ‘Yo acuso’.
Si la DAIA se empeña en cobijarse al calor del poder, será la segunda vez que
cruce la plaza. Nosotros, los Familiares, cruzamos la vereda.” (Familiares y
Amigos de las Víctimas de la Masacre en la AMIA.)”.
Hasta aquí, los fragmentos relativos a los
hechos que marcaron desde inicio el tono de la relación: el rápido decreto de
Néstor Kirchner del 5 de junio de 2003 y la enojada reacción de la DAIA con el
comunicado del 10 de junio. Luego vendrán nuevos episodios, con la DAIA jugando
siempre a favor del secreto y Kirchner habilitando la declaración de los espías
que desviaron la investigación y criticando a Menem y a Beraja. El descomunal
enojo de la DAIA ante la revisión de los desvíos de la causa lo sintió incluso
el funcionario que Kirchner puso al frente de la pesquisa con una nueva Unidad
Fiscal especializada, dotada de cuantiosos recursos y gran apoyo: el propio
fiscal Nisman, a quien llegaron a amenazar según él mismo contó, cuando aún se
interesaba en investigar las irregularidades. Pero esa, es otra historia.
A.P.E.M.I.A.
(AGRUPACIÓN POR EL ESCLARECIMIENTO DE LA MASACRE IMPUNE DE LA AMIA) – Discurso
18-07-06
A.P.E.M.I.A es una organización conformada por una minoría
de familiares de víctimas del atentado a la AMIA. Liderada por Laura Ginsberg,
viuda de una de las víctimas de la tragedia, nació como un desprendimiento de
Memoria Activa.
Hoy… al cumplirse 12 años del atentado en
la calle Pasteur, levantamos esta tribuna para denunciar que con el actual
gobierno continúan la impunidad y el encubrimiento de los responsables de esta
masacre que se cobró la vida de nuestros familiares y amigos en la AMIA. Lo
hacemos en circunstancias muy especiales: en estos días se refuerzan las
maniobras nacionales e internacionales que ponen al Estado argentino tras las
políticas de Bush, Blair y Olmert.
Tenemos el orgullo de poder compartir
nuestra tribuna con quienes confrontan día a día las mentiras y la criminalidad
del aparato estatal y denuncian una a una las promesas gubernamentales que
nunca son satisfechas.
En estos familiares y amigos de las
víctimas de muchas otras causas aún impunes, se simbolizan luchas que envuelven
y se entrecruzan con la lucha por el esclarecimiento de la masacre de la AMIA.
Sus triunfos también son los nuestros, porque, aunque alguna vez parezcan
insuficientes, marcan un camino y un método ejemplares en la lucha contra la
impunidad en nuestro país.
Con este orgullo y con este
acompañamiento, tenemos la obligación de advertir a todo el pueblo argentino
que en manos de este gobierno la causa AMIA marcha hacia su pres-cripción, lo
que significará un duro golpe para la causa de todas las luchas por los
derechos humanos en nuestro país.
Las circunstancias de este nuevo
aniversario son más graves aún que en años anteriores. Las políticas del
gobierno de Kirchner y las de sus socios locales e internacionales agravan la
impunidad, el encubrimiento y confunden deliberadamente a toda la población.
El actual Ministro de Justicia, el mismo
hombre que sirvió a Menem, a Duhalde y a Ruckauf como vice Ministro de
Interior, tuvo la osadía de reconocer que la causa AMIA va hacia la
prescripción y al mismo tiempo afirmó que hay “avances en la investigación” y
que el gobierno es querellante contra los encubridores.
Qué coraje! ¿De qué avances habla Sr.
Ministro? ¿Puede alguien creer que los mismos hombres que indultaron a los
Videla y Massera, que sostuvieron a Galeano y Anzorreguy, que pagaron a
Telleldín por su silencio y que aún ratifican a los jueces de la “servilleta”
como Bonadío… puede alguien creer que con esta gente se avanza en algo
diferente a ratificar un pacto de impunidad? ¿Puede alguien pensar que
satisfaciendo las demandas de DAIA y AMIA, cómplices del Estado en todas sus
maniobras nacionales o internacionales, se avanzaría un paso, por pequeño que
fuese, en el esclarecimiento y en el quiebre del pacto de impunidad?
A diferencia del pasado, para este
aniversario el gobierno Kirchner ni siquiera pudo hacer un anuncio que sembrara
alguna ilusión a la medida de lo que llama “un avance”. A diferencia del
pasado, para este aniversario el espacio de los anuncios que no llena el
gobierno lo ocupan el embajador de Israel en Argentina y los integrantes del
Congreso Judío Mundial que vinieron a Buenos Aires.
Sin aportar ninguna prueba, vinieron
directamente a ratificarle al gobierno sus demandas de acusar a Irán, a Siria y
a Hezbollah del crimen de AMIA y dar por terminada cualquier investigación de
la “conexión local” de los asesinos y de los encubridores que pudiera
incriminar al Estado argentino y a sus socios internacionales en este crimen de
terrorismo de Estado. Vinieron a exigir un paso más en la estrategia compartida
con el gobierno nacional de usar la causa AMIA como excusa para comprometerse
en la estrategia mundial contra el llamado “eje del Mal”.
Compartiendo las políticas de Bush, Blair
y Olmert, este gobierno que prometió terminar con la vergüenza nacional del
encubrimiento de los criminales y con las “irregularidades” de la causa AMIA,
entrega en bandeja cualquier posibilidad de investigación, y termina consa-grando
la impunidad en esta masacre llevado por las necesidades de sus socios que,
nacional e internacionalmente. le cubren las espaldas.
Al poner la causa AMIA al servicio de la
política del Estado de Israel, el gobierno nacional consolida el mismo camino
que abrió Menem, cuando le mandó sus condolencias por esta masacre al Primer
Ministro israelí.
Por eso el gobierno no tiene nada para
mostrar. Por eso no puede hacer ningún anuncio ni estar siquiera presente en el
acto oficial. Por eso Kirchner mantiene la boca cerrada frente a la magnitud y
la criminalidad de las acciones terroristas del Estado de Israel en Gaza y en
el Líbano.
Nosotros no estamos de acuerdo en poner la
causa AMIA al servicio de esta política de guerra y agresión. Nosotros nos
solidarizamos con las víctimas de tamaña agresión y como víctimas del
terrorismo del Estado nacional en AMIA, denunciamos que la política del
gobierno argentino permite que la “solución final” de la causa AMIA quede en
manos de estos genocidas!
Ahora, el alineamiento internacional con
las estrategias de Estados Unidos e Israel le impide al Estado nacional
cualquier posibilidad de avanzar en la investigación y esclareci-miento de la
masacre de la AMIA.
Aunque en este aniversario la dirección de
DAIA/AMIA y del Congreso Judío Mundial parecen confrontar con el gobierno, los
acuerdos políticos logrados garantizan la continuidad del mutuo encubrimiento y
de las “relaciones carnales” entre los socios.
¡Si estos son los socios internacionales
que lo apoyan … Qué clase de “avances” pode-mos esperar del gobierno de
Kirchner?
El último intento que hizo por mostrar
algo novedoso fue hace 10 meses, cuando el titular de la Unidad Fiscal de
Investigaciones, Alberto Nisman, anunció haber identificado al conductor
suicida que se habría inmolado en la AMIA. El juez Canicoba Corral (a cargo de
la causa llamada “AMIA residual”) aprovechó los anuncios para reivindicar
abiertamente no sólo a los fiscales y su equipo, sino también al ex juez
Galeano. La asociación no fue inocente ni casual…
El fiscal construyó las pruebas como antes
lo hacían Galeano y sus socios, jefes del mismísimo Nisman durante el juicio
oral que consagró la impunidad.
Nisman jugaba con las palabras presentando
sus certezas como “pruebas”, después de reconocer que no pasaban de ser
“inferencias” que surgían de la declaración de un hermano del suicida que
“nunca había dicho que su hermano participó en el ataque contra la sede de la
AMIA”… La estafa no duró ni 24 hs.
Pero hace pocos días, DAIA y AMIA lo
alentaron a mantener en secreto sus investigacio-nes y hoy mismo le reclamaron
rapidez y resultados. Después de 12 años y con el apoyo del FBI y el Mossad, el
gobierno y el fiscal siguen conspirando en silencio, buscando alguna prueba que
señale la participación de alguien que tenga el perfil de un terrorista
internacio-nal para incriminarlo en el ataque a la AMIA.
Aún si aceptáramos las conclusiones del
fiscal, no avanzaríamos un milímetro en el esclarecimiento del atentado, porque
“certificar” el nombre y la culpa del muerto no aclara el carácter de los
vínculos entre el Estado nacional y el grupo político al que habría pertenecido
el atacante. Nada nos dice acerca de cómo hizo ese joven que no hablaba español
para coordinar su acción criminal y el uso de helicópteros, explosivos y
vehículos, con la no menos criminal participación de la Policía Federal, de la
Bonaerense, de la SIDE, y de los funcionarios de los tres poderes del Estado,
tibiamente aludidos en el fallo de los jueces del Tribunal Oral que liberó a
Telleldín, a Ribelli, y que lavó la cara de la Policía Bonaerense.
No sólo no avanzaríamos un milímetro en el
esclarecimiento: retrocederíamos brutalmen-te, porque con el “responsable”
muerto se cierran las actuaciones y, de paso, el Estado se ahorra tener que
declarar la prescripción de la acción penal o reconocer el atentado como un
crimen del terrorismo de Estado en nuestro país.
Si el fiscal Nisman creyera en sus propias
investigaciones debería inculpar al Estado nacional que necesariamente dio
cobertura criminal a la acción terrorista, y que ya reconoció que, al menos, le
dio cobertura jurídica, cuando el mismo Nisman era miembro del equipo de
fiscales que sostuvo la impunidad. Tampoco aclara si, ahora que conoce la
identidad del muerto, el fiscal piensa perseguir la confesada y probada
responsabilidad de los funcionarios de Estado.
Así, el gobierno intentó minimizar la
participación del Estado argentino, que ya se había reconocido como “encubridor
agravado”, y reforzar la conexión internacional a pedido de sus socios
encubridores.
El Estado sostiene a Nisman con los mismos
argumentos con los cuales hasta ayer soste-nía a Galeano: el resultado de las
investigaciones sobre la conexión internacional se man-tiene en secreto para
defender el supuesto éxito de las mismas. Lo único que logran por este camino,
es repetir el fracaso. Lo hacen para proteger a los encubridores y exculparse a
sí mismos de su responsabilidad criminal en el ataque.
Es imprescindible reflexionar alrededor de
estas ideas para comprender que la masacre de la AMIA no fue el producto de un
solitario hombre-bomba suicida, sino el producto de los intereses y vínculos
políticos entre los Estados.
Si el gobierno, la DAIA, la AMIA y Memoria
Activa pueden mostrar como avances los mismos métodos del pasado… entonces
siguen la impunidad y el encubrimiento!!
En el último año, trataron de mostrarse
activos en la persecución de Galeano, presentado como el gran responsable del
encubrimiento y de la impunidad. El Consejo de la Magis-tratura se las arregló
para entregar su cabeza y, al mismo tiempo, rechazar el 90% de los cargos en su
contra. Galeano fue acusado por el único delito que nunca pudo haber cometido
en soledad: el pago de los u$s 400.000 a un imputado hacía imprescindible
contar con el apoyo político y material de los tres poderes del Estado.
El pago a Telleldín fue la evidencia del
acuerdo entre el Estado nacional y los criminales para que ni los “mandantes”
ni los “mandados” sean condenados por nada.
Denunciamos públicamente que el actual
Ministro de Justicia, Dr. Iribarne, pretende mostrarse del lado de la
persecución a Galeano, cuando en realidad es uno de los responsables
ideológicos y materiales del encubrimiento.
Desde 1994, Iribarne conocía el decreto
que este gobierno aún mantiene en secreto y que autorizaba ese pago. Lo conocía
porque como vice Ministro del Interior de Carlos Menem, fue uno de los
responsables ideológicos de ese decreto al que aún hoy sigue considerando
legítimo. Ahora… el ex juez Galeano invoca en su propia defensa la “legalidad”
de ese mismo decreto secreto que el Ministro aún defiende y que Kirchner no
derogó.
Que Galeano y los fiscales todavía no
hayan terminado presos nos permite intuir que la solidaridad de sus ex colegas
del Poder Judicial los dejará finalmente en libertad.
Entonces… No persiguen a los criminales ni
a los encubridores…Por eso no pueden hacer ningún anuncio. Los avances del
gobierno son contrarios a la verdad y a cualquier investigación seria.
Con los archivos secretos cerrados, el
gobierno y sus socios creen tener un motivo para alegrarse. Hablan de
“seriedad” y de “progresos” en la “judicialización” de lo producido por la SIDE
y por los servicios de inteligencia extranjeros.
Los jueces no pudieron evitar la
abrumadora evidencia de la acción delictiva de los tres poderes del Estado y de
su Servicio de Inteligencia, aunque se propusieron no sancionarlos. Es parte de
los intentos que desde el Poder Judicial se vienen haciendo para rearmar al
Estado con una nueva interpretación jurídico-política que, en este caso,
legitime los “principios” y acciones ilegales de sus propios servicios de
seguridad.
Los encubridores se felicitan porque, de
aprobarse las modificaciones a la Ley de Inteligencia, los secretos de Estado
se harán aún más restrictivos, incluso para los propios jueces. Esto se cocina
en las cuevas del Ministerio de Justicia con el apoyo de Memoria Activa y el
CELS, convencidos de que una modificación en la legislación garantizará un
cambio en la conducta criminal de los servicios de inteligencia.
Este gobierno que alardea de su
inalterable compromiso con “Memoria, Verdad y Justicia” sigue usando los mismos
métodos del pasado: el encubrimiento y el secreto. Por eso el gobierno avanza
contra la verdad y el juicio y castigo a los culpables. El único avance que el
gobierno Kirchner concreta es hacia la prescripción. Esto significa que nunca
habrá juicio y castigo para todos los culpables y los homicidios de nuestros
familiares y amigos quedarán impunes.
Por eso la lucha contra la prescripción de
la causa AMIA es parte de la lucha contra la impunidad. En nombre de la defensa
de su legalidad, el Estado consagra la impunidad. El gobierno que dijo venir
para reformar la legalidad y ponerla al servicio de la justicia, termina por
reforzar la impunidad y es incapaz de garantizar justicia.
Mantiene cerrados los archivos secretos
que ocultan la trama entre este ataque y los vínculos del Estado argentino y
sus socios internacionales, como Estados Unidos e Israel en, al menos, el
encubrimiento de esta masacre. Por eso seguimos exigiendo su inmediata entrega
a una Comisión Investigadora Independiente del Estado. Después de 12 años y de
la probada responsabilidad de los tres poderes en el ocultamiento criminal de
sus responsa-bilidades en el atentado, sólo una Comisión Independiente integrada
por organizaciones y personalidades de distintos sectores podrá esclarecer las
responsabilidades políticas y materiales en este crimen.
Nosotros… los que desde hace años
sostenemos una lucha inquebrantable y desigual por la verdad y la justicia, no
necesitamos que los criminales de Estado vengan a hacernos reconocimientos de
ética o que vengan a concedernos el llamado “derecho a la verdad”. Hace 30 años
que nos vienen diciendo que nos asiste el derecho y la verdad… Sin embargo
terminan liberando a todos los criminales y a los pocos que condenaron, se los
arrancó la movilización popular.
Hacemos un especial llamamiento a todos
aquellos que se movilizan y luchan desde hace años contra el terrorismo de
Estado del pasado para unificar un reclamo común y luchar por el
esclarecimiento de la masacre de la AMIA en el presente.
Nuestra tarea consiste en instalar una
agenda de lucha contra la impunidad en nuestro país junto a los ex detenidos
desaparecidos, a los familiares de las víctimas de la masacre del Puente
Pueyrredón, al pueblo de Río Tercero, a las víctimas del gatillo fácil, y a los
familiares y sobrevivientes de Cromañón.
Es de esta manera que daremos batalla para
que la causa AMIA, una verdadera causa nacional como lo dijimos en años
anteriores, no termine entregada por el Estado argentino a las políticas del
Estado de Israel como si se tratara de un problema judío o ajeno a nuestra
sociedad. Así es como el gobierno de Kirchner defiende lo que llama una
“verdadera causa de Estado”.
Es tan grave esta intentona de entrega de
la causa AMIA que no sólo será la excusa para acompañar las políticas de
invasión en Medio Oriente, sino que además se convertirá en el instrumento para
imponer las leyes antiterroristas que Kirchner y Taiana se comprome-tieron a
sancionar ante los representantes del Congreso Judío Mundial.
Sabemos para qué van a usar esas leyes….
Las van a usar para perseguirnos a nosotros, a la sociedad toda, a todos
aquellos que enfrentamos al Estado en esta lucha contra la impunidad.
Basta de impunidad y de encubrimiento !!! No
a la prescripción de la causa AMIA!!! Que abran los archivos secretos!!! Juicio
y castigo a todos los culpables!!!
Por eso
A 12 años de la masacre de la AMIA
A 11 años de la masacre de Río Tercero
A 5 años de las jornadas del 19 y 20 de
diciembre
A 4 años de la masacre del Puente
Pueyrredón
A 18 meses de la masacre de Cromañón
Y cuando día a día se suman más víctimas
del gatillo fácil, decimos