DEUDA,
DOLAR Y COMERCIO EXTERIOR
Por Lic.
Héctor L. Giuliano
El gobierno
Macri mantiene el atraso cambiario como uno de los requisitos de su política de
gobernar con deuda – deuda pública externa e interna – que en su mayoría está
tomada en moneda extranjera.
Esto le
permite comprar más dólares con la recaudación fiscal en pesos, lo que sirve
como garantía de pago a los acreedores del Estado ante las sumas crecientes de
intereses por el nuevo macro-endeudamiento público en curso y la contracción de
nuevas obligaciones.
Esta
política de retraso cambiario tiene tres efectos primarios:
1. Favorece
abiertamente el negocio de los capitales especulativos, que lucran con el
arbitraje entre tipo de cambio estable y atrasado combinado con altas tasas de
interés locales.
2. Frena el
estímulo de las Inversiones Extranjeras Directas – y de las inversiones
productivas en general – debido a la menor rentabilidad de las mismas frente a
las alternativas de inversiones financieras autónomas.
3. Afecta en
forma directa la competitividad de nuestras exportaciones y favorece el aumento
de las importaciones por acción de un tipo de cambio que actúa en la práctica
como subsidio de las compras provenientes del extranjero así como del turismo
internacional emisivo.
Tal política
vigente de retraso del tipo de cambio tiene una especial implicancia – desde el
punto de vista práctico y conceptual – en la distorsión del verdadero rol del
comercio internacional.
¿Para qué
existe el Comercio Exterior de un país y cuál es su papel en el desarrollo de
la Economía Nacional?
Sigamos una
secuencia lógica de razonamiento para responder a esta pregunta central:
1. Salvo
rarísimas excepciones, ningún estado posee autarquía completa en materia de
recursos como para no tener necesidades de importar materias primas, insumos
y/o bienes de capital. O bien puede disponer de los mismos pero a un costo tan
elevado y poco rentable que le conviene más importarlos.
2. Para
poder efectuar estas compras el país necesita divisas, y
3. Para
poder conseguir tales divisas el país necesita exportar.
Ergo, el
Comercio Exterior – desde el punto de vista de la Economía Nacional – no existe
para que los gobiernos subsidien negocios privados de ventas al extranjero sino
que existe para que los países obtengan de sus exportaciones las divisas
necesarias para poder pagar sus importaciones.
De allí la
necesidad de que el comercio exterior esté equilibrado, dado que si las
exportaciones exceden el nivel compensatorio necesario de las importaciones
habrá una tendencia a la apreciación cambiaria local (peso más fuerte por mayor
entrada de divisas) y si, en cambio, las importaciones superan a las
exportaciones, se verificará la tendencia inversa: devaluación o depreciación
de la moneda local.
Ésta es la
forma en que el comercio exterior influye en el mercado cambiario y monetario
de los países; aunque ciertamente no es el único factor de influencia en los
complejos ámbitos de la Economía y las Finanzas modernas.
En el caso
argentino actual, empero, se da un proceso inverso o anti-natural porque el
tipo de cambio retrasado no es producto del desequilibrio de la Balanza
Comercial (Exportaciones versus Importaciones) sino, por el contrario,
consecuencia de la Política Financiera – Monetaria, Cambiaria y Bancaria – del
gobierno.
Porque el
tipo de cambio es aquí la resultante de pautas fijadas por el Banco Central
(BCRA) en función de las necesidades financieras de pago de los servicios de la
deuda externa y no de las necesidades económicas de crecimiento de la Economía
Nacional.
Ya que el
BCRA mantiene un alto nivel de tasas de interés que atrae capitales
especulativos o golondrina, que entran para lucrar con el diferencial entre
tasas locales e internacionales.
Al darse la
irrupción combinada de estos capitales financieros y de nueva deuda externa,
fuertemente creciente, suben en forma artificial las reservas internacionales
del BCRA – que no son propias del Banco sino que se sostienen fundamentalmente
con deuda – y con ello se produce una apreciación del peso argentino.
Siendo que
este proceso, de típica naturaleza financiero-cambiaria, se contrapone a la
lógica natural y perjudica el funcionamiento normal del comercio externo y de
la economía doméstica.
Puesto que,
como derivado de esta sobre-valuación inducida de la moneda local, se genera y
potencia el desequilibrio negativo de la Balanza Comercial – al que hicimos
referencia - con la consiguiente afectación de la Economía Física o Real en
materia de actividad y empleo.
Dicho con
otras palabras: que el desequilibrio y las distorsiones en el comercio exterior
argentino no son producto de un funcionamiento anormal del mercado comercial
sino consecuencia de la política cambiaria del gobierno – llevada a cabo a
través del BCRA - y que el actual esquema de retraso cambiario que provoca ese
desequilibrio externo es consustancial a las necesidades de la política de
endeudamiento deliberada e institucional del Estado.
Es la forma
clásica en que el Sistema de la Deuda se transforma en obstáculo del Desarrollo
de la Economía Nacional.-
Lic. Héctor
L. GIULIANO
Asesor del
FORO
ARGENTINO de la DEUDA EXTERNA
Foro
Regional La Plata, Berisso y Ensenada
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