or Javier Álvarez. “Paraguay produce 9
millones de toneladas de soja, pero exporta 12”, se ufanó, sin sonrojarse, un
diplomático de ese país. Se había sentado minutos antes a la mesa de un
exclusivo restaurante de Puerto Madero junto a una importadora connacional y a
un empresario argentino.
El contrabando de soja ya mueve 3.400 millones de
dólares en Argentina. Cómo funciona el contrabando mas impensado que mueve
miles de millones de dólares y sucede en lugares supuestamente controlados por
la Gendarmería Nacional. El contrabando es una realidad brutal que se
desarrolla en varios puntos de los 1.699 kilómetros de frontera que separan a
ambos países. Por tierra y por agua, los porotos de la oleaginosa se van de la
Argentina vía Paraguay y también Uruguay y Brasil.
Pero los grandes barones del contrabando no caen,
se sientan detrás de escritorios en sus oficinas de Puerto Madero en Buenos
Aires y en la calle Palma, en el centro financiero de Asunción.
En las oficinas centrales de la AFIP frente hay
investigaciones secretas con números alarmantes, a las que pudo acceder
#BorderPeriodismo: el mercado negro de la oleaginosa logró evadir al menos
1.200 millones de dólares en 2014. Son unos 10.000 millones de pesos que no
entraron al fisco.
Es el equivalente al 5,04 por ciento de los
23.779 millones de dólares que el sector agroexportador argentino liquidó
legalmente entre el 1 de enero y el 23 de diciembre del año pasado, cifra por
demás alarmante si se tiene en cuenta la fuerte necesidad de divisas de la
Argentina para sostener su tipo de cambio, pagar importaciones y afrontar su
deuda.
Esos mismos documentos oficiales indican que se
fueron de la Argentina vía contrabando poco más de 9,1 millones de toneladas de
soja, por unos 3.420 millones de dólares. Sí, el 18,7 por ciento de los 48,5
millones de toneladas cosechadas en la campaña 2013/2014 fue comercializado en
forma ilegal.
¿Cómo es la operatoria? Hay varias modalidades.
La soja se produce en las provincias y es cargada en camiones con acoplado que
llegan a la frontera con sobrepeso. Y los transportistas sólo declaran la caja
del camión, el sobrepeso y el acoplado entero pasan sin registro alguno.
En los organismos de control aseguran que no es
así, aunque reconocen que el contrabando es un hecho. Y sólo resumen el delito
a la falsificación de documentación declaratoria que, a veces, no es detectada
o a otras maniobras como el robo de claves fiscales.
Empresas fantasmas y productores truchos o
impostores también falsean los datos de las cartas de porte y el Código de
Trazabilidad de Granos (CTG). Sólo en noviembre último, unos 200 camiones con
destino a Brasil fueron implicados en una mega apuesta evasora en Misiones.
Se trató de unas 6.000 toneladas de soja
producida en Córdoba, Buenos Aires, Chaco y Misiones, con un valor de mercado
de 22,5 millones de dólares. Cayó entonces parte de una banda con “presta
nombres” de la costa del río Uruguay, y ahora la AFIP sigue las pistas para
desarticular la red.
Una vez que la soja está en territorio paraguayo
es comercializada a una empresa local y esta se la revende a los grandes pooles
de siembra y exportación como ADM, Cargill, LDC y Bunge, trasnacionales que
controlan el mercado agroexportador legal paraguayo.
La Dirección General de Rentas de Misiones frenó
el 23 de diciembre tres camiones cargados en el Chaco con más de 30.000 kilos
de soja cada uno. En todos los casos sólo se habían declarado unos 20.000
kilos.
Pero la corrupción juega su partido. Existen
fuertes sospechas internas sobre agentes de la Aduana, la Gendarmería y la
Prefectura por la presunta admisión de coimas para dejar pasar los cargamentos.
Y de vez en cuando, atrapan a algún chacarero que se arriesga al contrabando
para cobrar un mejor precio.
Otra maniobra es la de las barcazas declaradas
ante el Estado argentino como buques extractores de arena. Cruzan de un lado al
otro de los ríos Paraná y Uruguay cargados con porotos de soja en zonas libres
del control de Prefectura. También hay precarias barcazas con bandera
paraguaya.
Pero los grandes barones del contrabando no caen,
se sientan detrás de escritorios en sus oficinas de Puerto Madero y en la calle
Palma, en el centro financiero de Asunción. El Gobierno tiene en la mira a un
reconocido empresario del transporte de pasajeros con negocios diversificados en
Buenos Aires.
Una vez que la soja está en territorio paraguayo
es comercializada a una empresa local y esta se la revende a los grandes pooles
de siembra y exportación como ADM, Cargill, LDC y Bunge, trasnacionales que
controlan el mercado agroexportador legal paraguayo.
“La soja no tiene código de barras. Qué sabe la
exportadora dónde se cosechó. Ellos compran y venden, no preguntan”, le dijo a
#Border el diplomático de aquella polémica admisión en un restaurante porteño.
Los contrabandistas consiguen documentación paraguaya que da fe que esa soja
fue producida en ese país.
Los dólares que cobran los contrabandistas son
depositados en cuentas bancarias del exterior y parte de ellos ingresan a la
Argentina por rutas ilegales utilizadas también por el narcotráfico. Esos
billetes alimentan, en gran medida, las cuevas financieras que operan el
polémico dólar blue.
Si la operación ilegal sale redonda, el negocio
cierra a todos: el contrabandista percibe el precio de mercado internacional,
sin la quita del 35% de las retenciones que aplica la AFIP en el circuito
formal. Los funcionarios que prestan connivencia con el delito se llevan
jugosas sumas por sobornos.
Cuando el Gobierno argentino detiene a un perejil
le aplica la Ley Penal Tributaria, porque el delito en cuestión es el del
“contrabando”, que prevé penas de prisión para quien lo lleva a cabo. Y cuando
no, pierde miles de millones de pesos por impuestos no cobrados.
El diplomático cuyo nombre no será revelado para
preservar la fuente de información asegura que este negocio negro creció fuerte
desde 2008, pero se disparó a partir de 2011 con el cepo cambiario en la
Argentina, y se anima a apuntar contra algunos altos funcionarios provinciales
de los cuales por ahora no da nombres.
Fuente: MariaJuliaOlivan