La
ideología prevalente del Gobierno
y
su antinomia con el Peronismo[1]
La
confusión ideológica en torno al Gobierno
Ya, desde el discurso de asunción a la Presidencia de N.K.,
se puso de manifiesto la reticencia de asumir a la Doctrina Peronista
como el eje referenciador de la gestión del nuevo Gobierno: no mencionó ni al
Gral. Perón, ni al sujeto histórico por excelencia desde donde se concibe y
construye la política popular y nacional, que es el Pueblo.
Por el contrario se destacó la
trascendencia conferida a la reivindicación de su generación (la de los 70),
como uno de sus prioritarios objetivos, al punto que conformó la base en la
formulación de la política hegemonizante de los Derechos Humanos.
Este anticipo buscó cristalizarse en el
armado de un frente, producto de una mal llamada “concertación”[2]
política, de supuesta construcción transversal y en la que se mezclaban
dirigentes aislados, agrupaciones, organizaciones perentorias, pero que en
realidad, si tuvo intenciones de construir poder, terminó absorbido por la
especulación electoral. Esta fue una oportunidad en la que se demostró la
decisión de reservarle al peronismo, un papel secundario diluido entre actores
menores del escenario político del país.
Desde lo ideológico, el nuevo Gobierno, se nutrió con distintas
expresiones que fueron, entre otras, desde el progresismo socialdemócrata, progresismo ex P.C., progresismo
desarrollista, hasta el montonerismo
remanente.[3]
Y
en su naturaleza filosófica, estas manifestaciones, nunca han podido ni podrán confundirse
con el peronismo, porque mientras en
ellas “las minorías deciden y los
pueblos convalidan, por el contrario, en el justicialismo el Pueblo protagoniza
y las minorías sirven a ese protagonismo”.
Desde esta perspectiva, es que se les
hace difícil asumir los déficits de la Democracia Demo
liberal y entender, a su vez, que “gobernar
para el Pueblo, implica gobernar
con el Pueblo y para ello, así como se organiza el Gobierno y
el Estado, debe también organizarse libremente el Pueblo y garantizar su
participación protagónica.[4]
Bastará un repaso de la estructura de
sus intelectuales, para reconocer que entre ellos campea ese modernoso
pensamiento, puesto de moda desde las usinas internacionales encargadas de
desvirtuar el saber sustantivo, que es el llamado “progresismo”.
Expresión
degrada en que terminaron las formas de adecuación que fue adoptando
el liberalismo en su necesidad de contener el ascenso conciente de los Pueblos
en su devenir histórico[5],
a saber, entre las principales, el socialismo clásico, el comunismo europeo, la
social democracia, el social cristianismo, el capitalismo europeo y el Rooseveltiano
(Keynesianismo).
Dichas formas, en su momento, coincidieron en un fuerte componente social,
ejercido de arriba hacia abajo (Estado Benefactor); en una Democracia
Republicana con protagonismo prevalente de las élites sobre los pueblos (papel
convalidante); en una participación comunitaria limitada (co-gestión y
autogestión): en una economía capitalista prevalentemente productivista y con
un Estado regulador y protagónico (Estado Activo).
Sin embargo, el advenimiento de la
globalización, con la aparición del neo-liberalismo[6],
gravita sobre sus estructuras filosóficas, también elitistas y materialistas, haciendo que sufran sus efectos degradantes, dado, que en
sí mismo, el propio neo-liberalismo es producto de la crisis ideológica final
del liberalismo clásico.
Terminan arrastradas a ser cómplices de
que las políticas sociales constituyan la variable de ajuste de la economía de
especulación con la consecuente desnaturalización de las reivindicaciones y la
explosión del desempleo y la exclusión; que la democracia sea vaciada de
política e ideología, reemplazadas por la plutocracia y los negocios que llevó
a asumir a la corrupción como la forma excluyente de la decisión, provocando un
gran repliegue popular en la participación; que se reemplace al Estado activo
por el mercado dando lugar a una gran concentración económica en base al
inconmensurable crecimiento del capital especulativo.
Entre tanto, la llamada crisis de las
izquierdas, no fue otra cosa que una gran confusión (no entienden al pueblo y
fracasan las vanguardias revolucionarias) porque, obviamente, forman parte del
derrumbe del mundo liberal.
Es así, que el progresismo termina hoy siendo el encargado de introducir el “minimalismo”
en las políticas sociales[7]
y el “relativismo” en lo moral y en lo cultural[8],
como uno de los últimos intentos de travestir conceptos y palabras,
comportamientos y valores, haciéndolos aparecer como transformaciones
superadoras de esta realidad a que nos somete el capitalismo usurero y mafioso,
pero que en si mismo implica la intención de sujetar, interferir y desvirtuar,
el incontenible influjo subversivo, resultado de la gravitación de lo pueblos.
La
ideología prevalente del Gobierno y el Progresismo Desarrollista[9].
Promediando el año 2005, N.K., por
primera vez desde que asume el Gobierno, hace una manifestación sobre su
concepción ideológica, afirmando que en el campo de la economía, su pensamiento
respondía a un “desarrollismo nacional”.
El expresidente no sólo creía en una
integración regional a punto de partida de un inexcusable protagonismo
brasilero (cuidando de sus tendencias hegemónicas), sino que se declaraba un
admirador del fenómeno desarrollista verificado en ese país.[10]
Reconocer las raíces del Desarrollismo,
significa remontarse a la segunda mitad de la década del 50 y comienzo de la
del 60, en el marco de la guerra fría, lapso en el que la disputa por la
hegemonía mundial, entre los dos mundos estructurados, imponía, entre otros
factores, prevalecer en el crecimiento económico, para lo cual se hacía
trascendente, procurar la aceleración del
mismo.
El Mundo Capitalista, lejos de todo
dirigismo, produce un cambio trascendente en el proceso de inversión; en el
capitalismo clásico (productivo), se determinaba el objeto de la misma (el
producto) y a él se sujetaba la captación y aplicación del capital y no todas
las veces dicha inversión, implicaba alcanzar un resultado en el corto plazo e
incluso, en oportunidades no se conseguía concretar los efectos esperados.
La transformación consistió en privilegiar
procesos de acumulación de capital, aplicaciones intensivas y diversificadas
con interacciones complementarias y aprovechamientos de márgenes
significativos, consecuencia de utilizar los avances manifiestos de la
tecnología. La estrategia de la inversión productiva pasó a determinarse,
prioritariamente, en base a criterios que garantizaban la “aceleración” del
crecimiento por encima de otros conceptos.
Coincidente con este fenómeno, en nuestra
región aparecen cuadros intelectuales que describen y explican la teoría del
subdesarrollo y la dependencia[11]
y algunos de ellos[12]
replantean formular la alternativa del aprovechamiento intensivo de este
principio para que, mediante dicha aceleración del crecimiento aplicado a los
países subdesarrollados, éstos pudieran acortar las diferencias que en este
sentido, tenían con los llamados países desarrollados.
Nace así, la idea del Desarrollismo, cuyos ejes centrales consistían en la concentración económica en manos de la
burguesía nacional, capaz y convencida que era la vanguardia y la
protagonista de este proceso[13];
captación y desarrollo de tecnologías transformadoras; formación, con tendencia
a la excelencia, de cuadros técnicos - políticos y contar con un pueblo gregario que pudiera ser sujetado a las
condiciones impuestas por la mencionada concentración, mientras durase el
despegue desarrollista.[14]
Los resultados en Brasil y en la Argentina fueron dispares ya que mientras en el primero
se dan las condiciones, la experiencia frondicista, por su parte, se intenta
concretar montada sobre la proscripción del peronismo que venía de transitar un
Modelo Nacional y Popular de Desarrollo en el que el protagonista primero, era un Pueblo trabajador, cada vez más
conciente, libre y organizado, que participa significativamente en los ingresos
de la nación, pero también de su vida social, política y cultural.
En la experiencia brasilera, se advierten tres etapas, una, conducida por sus
intelectuales de avanzada, que persiguen la secuencia: concentración de capital, aceleración del crecimiento, conformación de
la burguesía nacional como vanguardia y pueblo postergado en proceso de
proletarización; otra, la fase
militar, coincidente con el proceso de globalización y la aparición del neo
liberalismo, que tiende a desdibujar el
eje productivo nacional, mediante la extranjerización - privatización de sus
empresas y la creciente gravitación del capitalismo financiero[15],
abandonando toda consideración por las condiciones del pueblo y finalmente,
la actual, que con los gobiernos de Lula
y Ruseff se retoma la esencia del Desarrollismo al establecer, como prioridad económica. el PAC (Programa de
Aceleración del Crecimiento), pero
manifestando su preocupación por la reivindicación social del pueblo,
decidiendo, como política, la “Inclusión Social”[16]
Este minimalismo,
es el que explica la actual asociación del desarrollismo
con el progresismo, ya que si la
condición primera es la concentración de capital para garantizar la inversión
intensiva y diversificada para el PAC, la contrapartida es limitar al máximo
posible la distribución del ingreso, a los fines de que por un lado contenga y
entretenga los reclamos crecientes del pueblo[17],
al tiempo que se garantiza la acumulación suficiente en manos de la burguesía.
Como se puede advertir, este engendro no deja
de constituirse en una versión agiornada de la economía capitalista, ya que
sigue financiándose desde el capitalismo especulativo; se sustenta en la
concentración de capital teniendo como criterio prioritario para la inversión, la Aceleración del
Crecimiento, postergando como categoría principal al Pueblo y la Nación emancipada y
haciendo imposible la aplicación de la planificación y consecuentemente, la
racionalización del desarrollo integral al servicio de la Justicia Social , la Independencia Económica
y la Soberanía Política.
[18]
Por su parte en la Argentina , hoy queda
casi como un legado la intención de NK de instalar el “Progresismo
Desarrollista”, ya que su desaparición resta al proyecto su principal
intérprete.
No obstante, ya el ex – presidente cometía el
mismo error de apreciación en el que
incurrieron los otrora cuadros frondo-frigeristas, al considerar al Pueblo en
un proceso de degradación y desinstitucionalización que lo haría presa fácil del proceso de concentración económica, como
presupuesto básico del desarrollismo. De ahí sus primeras actitudes de desden
hacia el Movimiento Obrero Organizado, olvidando su origen en una experiencia
histórico-social, sustentada en una doctrina que lo proyecta, a través del
tiempo, como reaseguro de la acción dignificante de la Justicia Social en el marco de
una Nación Liberada.
Se creyó que la desinstitucionalización, la
exacerbación del individualismo a expensas de terminar con la cultura de la
solidaridad, la exclusión y la
degradación, producto de las décadas de
neo liberalismo, creaban condiciones propicias para que la aplicación del minimalismo social, presentado como la
reivindicación popular, hiciera de los argentinos un pueblo sumiso que
permitiera el proceso de concentración económica y su aplicación a un inversión
dirigida a la aceleración del crecimiento.
Y finalmente el Gobierno tropezó con la misma
piedra; el Movimiento Obrero Argentino, una vez más, demostró la naturaleza de
su poder al servicio de la dignificación del pueblo y la emancipación de la Patria , colocando al
servicio del interés nacional su participación protagónica, que obligó a NK a
complementarse en una especie de centralidad política que referenció hasta el
momento de su muerte, al escenario político-social del país.
No obstante, la naturaleza especulativa de esta relación del gobierno con el
Movimiento Obrero, impidió que éste influyera lo suficiente para evitar mantener
e intensificar la primarización de la economía a expensas de las actividades
extractivas a mano de los intereses multinacionales extranjeros; una actividad
industrial solventada en una estructura
productiva, que en las dos terceras
partes de su composición, está integrada por empresas monopólicas y foráneas,
concentrada, a su vez, en la actividad automotriz y en la construcción suntuaria y especulativa y subvencionada en
parte por el estado arrojando un manifiesto déficit comercial; que los servicios
públicos continúen extranjerizados, consecuencia de mantener el régimen
menemista; fuga de capitales, incremento de la deuda externa y aparición y
desarrollo significativo de la deuda interna[19];
sistema impositivo regresivo; insuficiente
inversión en infraestructuras y falta de planificación estratégica a mediano y
largo plazo, ajustando la gestión sólo a lo coyuntural.
Este panorama resulto en un crecimiento acelerado (a tasas chinas) a
expensas de sacrificar un Desarrollo Integral
con Justicia Social y Soberano.
Y esto es así, porque el desarrollismo no es peronismo.
El peronismo
incentivó la aparición de la burguesía nacional, no para que hegemonizara
el proceso de transformación, sino para que, juntamente con las fuerzas del
trabajo, concertara las decisiones estructurantes de la nación; mucho menos
justifica la concentración económica en pocas manos, determinando que la
formación del capital y la estrategia de la inversión productiva es inherente
al Estado en concurrencia con las organizaciones de la producción, el trabajo,
los profesionales e intelectuales y en
el marco de un Proyecto Nacional como pauta rectora en el ordenamiento de los
esfuerzos y voluntad de los argentinos.
Finamente, para el peronismo, la Justicia Social
no sólo es consecuencia de su concepción humanista y cristiana, sino que se la
considera uno de los motores del desarrollo al integrar protagónicamente al Pueblo, con la dignidad hecha entusiasmo, a la epopeya de recuperar a la Argentina para los
argentinos.
Dr.
Jorge A. Dall Áglio
Marzo del 2012.-
[2] La concertación se diferencia de la alianza, en que las partes
son estructuras definidas y comparten un objetivo del que surge una misión por
cumplir y una responsabilidad consecuente. La alianza es circunstancial y
generalmente especulativa. Un ejemplo de concertación política fue la
concretada por el Gral. Perón en el restaurante Nino y cuyo objetivo era, nada más ni nada menos,
que alcanzar la Liberación Nacional , de donde surgió el FREJULI.
[3] Todas estas expresiones, además de constituir formas desdibujadas
de ideologías estructurales, tienen en común que todas ejercieron y ejercen el
“entrismo” en el peronismo, es decir nunca fueron peronistas – incluso algunos
son antiperonistas – pero siempre especularon con tener posibilidad política a
instancias de montarse sobre él. Para ello intentaron hacerlo desaparecer,
posteriormente coparlo y en los últimos años travestirlo en su pensamiento.
[4] Este precepto se refrenda en la “Idea de la Comunidad Organizada ”
y en la formulación de “La Hora
de los Pueblos”
[5] La experiencia histórica de los Pueblos, luego de tantos fracasos
en el ejercicio de las representaciones, los llevó a entender que “si no participan protagónicamente de las decisiones,
quedarán fuera de sus resultados”.
[6] Revolución Conservadora de Reagan. Consenso de Washington. F.
Fukuyama
Inclusión Social: En
primer término se incluyen” cosas”;
las “personas” se integran, que
implica su plena realización en la dignidad
para ser protagonistas en la comunidad de
la que participan, y ser dignos significa
haber alcanzado el ejercicio completo de los atributos que distinguen al hombre
del resto de los animales y por supuesto que también de las cosas, que son: la libertad, la razón y la moral y ello
sólo se consigue mediante la Justicia Social ; en segundo
término, ante el fenómeno abrumante de la
exclusión, producto de la
globalización especulativa, la inclusión
aparece como un programa “revolucionario”
cuando en realidad, con medidas sociales mínimas,
se los mantiene en situación de pobreza y postergación.
Trabajo Decente: La Dignidad se alcanza con trabajo digno
que implica mucho más que aspectos materiales, desde su concepción como
”obra humana”, porque es el medio de realización plena del hombre (y en tal
sentido su condición de derecho natural”) hasta constituir la base de integración solidaria en su comunidad nacional. En este sentido
¿Qué quiere decir trabajo decente
sino su desnaturalización, despojándolo de lo humano para transformarlo en
mercancía? (Las antiguas Direcciones de Personal fueron transformadas en Direcciones de Recursos Humanos. ¿Sólo un
recurso? ¿ Que es el trabajo: una finalidad o un insumo?) (En la acción
transformadora del hombre, se encuentra su propia realización y la evolución de
su medio en el marco del orden natural)
[8] Derechos
Individuales: El “progresismo”, que como se dijo, no es otra cosa que un socialismo
devenido a menos, por el cual los clásicos derechos sociales por los que se
caracterizaron y justificaron las luchas populares en su devenir reivindicativo,
se trastocaron en una nueva “generación de derechos individuales” por los que se llega a
considerar hoy, que un chico que no come es
“un discriminado” antes que la consecuencia de la injusticia, vaciando de sentido y significación
a las palabras y disimulando el avance del individualismo sobre el compromiso
social.
“Igualdad de género”: En su nombre se llega a justificar que,
en última instancia, ello se perfecciona en
la negación de que la mujer tenga como finalidad sustantiva la procreación.
“Imperialismo
Demográfico”(Una Moral que autoriza a actuar sobre la Salud de los Pueblos): En 1974, el Consejero de Seguridad
Nacional de los Estados Unidos, Henry Kissinger, elabora su famoso Informe, el Memorando
Secreto 200/74, en el que desarrolla a escala planetaria las políticas
antinatalistas y que una vez desclasificado en 1989, pone de manifiesto que el crecimiento poblacional mundial es un
problema, sólo y únicamente porque amenaza la
seguridad nacional de los Estados Unidos y
sus intereses de ultramar. A los efectos
propone “ofrecer planes alternativos de
acción para los Estados Unidos en su manejo de asuntos poblacionales en el
extranjero, particulmenoarmente los países en vías de desarrollo” a los fines de reducir, de manera urgente, la
fertilidad, augurando una franca disminución del consumo de alimentos y servicios
y permitiendo “incrementar la capacidad
para contribuir a inversiones productivas”.La meta estaba planteada en
alcanzar para el año 2000 una Tasa de Fertilidad 1,1, es decir un nacimiento
por cada fallecimiento, llevando inexorablemente al envejecimiento poblacional.
Para ello, se promueve profusa e irresponsablemente el aborto, las ligaduras de las trompas y la vasectomía, colocando a la medicina en situación de
actuar en contra de su justificación, como lo es intervenir órganos sanos y que
funcionan normalmente. (El Progresismo se constituye en el adalid de estas
políticas, transformándolas en Leyes y Decretos y promoviendo cambios
desvirtuantes de las referencias básicas
de la moral y la cultura nacional.)
“Conocimiento Positivo”: La exacerbación de lo “material sobre lo espiritual”, ha llevado al hombre a un proceso
de “cosificación” que consiste en la
pérdida de valores, al tiempo que
determina su degradación. Dicha
regresión ha sido acompañada por un racionalismo extremo que subvierte el orden
natural, en lugar de colocarlo al
servicio de su proceso evolutivo,
promoviendo el cambio siguiendo los sentidos, formas y tiempos del
comportamiento de la naturaleza..
[9] En términos generales y en función de sus orígenes, al
progresismo se lo puede clasificas en “socialdemócrata”,
por derivar principalmente de los socialismos europeos y “desarrollista”, a partir de
la conjunción que hace Lula, al promediar el ejercicio de su Gobierno, entre el
clásico desarrollismo con las pautas sociales que establece el progresismo.
[10] Jorge A. Dall´Aglio: “La Ideología del Presidente”. Febrero/2006
[11] Hasta la propia CEPAL abunda en el tema, empezando con Presbich y
su “Capitalismo Periférico”
[12] Entre otros, F.E.Cardoso (Subdesarrollo y dependencia); Celso
Furtado (Desarrollismo y dependencia) en Brasil y A. Frondizi y R. Frigerio, en
la Argentina )
[13] Los intelectuales brasileros y también los argentinos, encuentran
justificación de esta concentración económica a expensas de la postergación del
Pueblo, en la teoría del marxismo-leninismo que hace referencia a una “etapa
burguesa de la revolución” que posibilita la formación del “proletariado”,
imprescindible para su concreción.
[14] Brasil alcanzó a ser en su momento, la 8va. economía mundial,
pero a su vez la 4ta. en concentración económica igualando niveles de países
africanos.
[15] El Gobierno Militar explicitó su voluntad por mantener la
experiencia desarrollista, aunque relegó al exilio a sus intelectuales.
[16] Programa Bolsa Familia, Hambre Cero, etc.
[17] A partir de la década del “80” , el PT se afirmó como principal referencia
partidaria junto a militantes de los movimientos sociales, principalmente los
identificados con la CUT
y el Movimiento de Trabajadores sin Tierra, surgidos en aquella época. Según el
Instituto de Investigaciones Económicas y Aplicadas (IPEA), en el 2009, más del
50 % de la población (107 millones de personas) recibían una renta de entre R$
67 y R$ 465.
[18] Del “Barómetro Internacional
Brasilero”: “Si bien hoy somos la sexta economía del mundo en términos
de volumen de producción y riqueza circulante, estamos lejos de ser el sexto
país menos desigual e injusto del
Planeta” …”El casino financiero alimenta el sector del crédito al
consumo y en la punta de la pirámide el Estado sigue financiando la expansión
privada multinacional y extranjera” . Además, la determinación del reciente
ajuste, especialmente en salud, educación y sistema previsional y la acometida
del capital especulativo europeo que al invadir su mercado, afecta su comercio
exterior y desacelera el crecimiento de su industria.
[19] En valores absolutos, la
deuda externa aumentó de 126.000 millones de dólares en el 2005 a 186.000 a principios del
2012. La deuda intraestado, es hoy superior a los 80.000 millones de dólares..