El día en que los militares argentinos bombardearon la Plaza de Mayo
El 16 de junio de 1955, un fallido golpe de Estado contra Perón dejó más de
300 civiles muertos en el centro de Buenos Aires
Federico Rivas Molina – ÉL PAÍS - Buenos
Aires 16 JUN 2017
Casi 20 años antes del bombardeo a La
Moneda en Chile, que terminó con el presidente Salvador Allende muerto y
Augusto Pinochet en el poder, otro ataque más sangriento, pero menos conocido
intentó matar al presidente Juan Domingo Péron en Buenos Aires.
El 16 de junio de 1955, hace hoy 62 años,
Buenos Aires vivió la única escena de guerra de su historia. No fue contra un
enemigo externo. 34 aviones de la Fuerza Aérea y la Marina argentina
bombardearon a la población civil que se encontraba en ese momento en Plaza de
Mayo. Querían asesinar al general Juan Domingo Perón en su despacho de la Casa
Rosada.
Fue una masacre: las bombas estallaron
sobres transeúntes, autos y trolebuses que se movían por el centro de la ciudad
en un mediodía como cualquier otro. Mujeres arropadas de invierno, niños que se
dirigían a la escuela y oficinistas fueron objetivos de los militares. Perón no
cayó ese 16 de junio, pero sí tres meses después, en septiembre, cuando inició
un largo exilio en España.
El triunfo de la Revolución Libertadora,
como la llamaron los golpistas, y el profundo antiperonismo que se instaló
durante décadas en Argentina silenciaron el número y el nombre de los muertos.
En 2009, una investigación del Archivo
Nacional de la Memoria (ANM) determinó que el bombardeo a Plaza de Mayo
y otros puntos del poder peronista, como la sede de la Confederación General
del Trabajo (CGT), dejó 308 muertos. Pero el documento advirtió que a
esa cifra debía sumarse “un número incierto de víctimas cuyos cadáveres no
lograron identificarse, como consecuencia de las mutilaciones y carbonización
causadas por las deflagraciones”. Los historiadores elevan a 364 los
muertos, además de casi 800 heridos. Sólo 12 de las víctimas estaban dentro
de la Casa Rosada, donde impactaron 29 bombas. “El resto de las bombas,
proyectiles y fusiles semiautomáticos FN de fabricación belga que los infantes
de Marina estrenaron ese día estuvieron dirigidos a la población”, según el
informe del ANM.
Buenos Aires amaneció nublada y fría
el 16 de junio de 1955. Un comunicado oficial anunciaba un acto en homenaje a
Perón que debía incluir el sobrevuelo de “aviones Gloster Meteor de las
unidades caza-interceptoras de la Fuerza Aérea Argentina” sobre la
Catedral, ubicada frente a la Plaza de Mayo y en diagonal con la Casa Rosada.
Pero lo que a las 12.40 sobrevoló el lugar fue un avión Beechcraft, el primero
de las 34 que bombardearon el centro de la ciudad durante casi seis horas. Las
dos primeras bombas de 100 kilos cayeron sobre la sede del Gobierno y el
ministerio de Hacienda, ubicado enfrente. La tercera explotó sobre un trolebús
cargado de pasajeros. Todos murieron en el impacto.
Los golpistas se dirigieron entonces a la
sede de la CGT, el departamento de Policía y la residencia oficial de Perón, en
Palermo. Hacia las cuatro de la tarde volvieron con más bombas y fuego de
metralla sobre la Casa Rosada. El golpe no tuvo éxito en su objetivo de matar a
Perón, que alertado por las fuerzas leales se había refugiado en el ministerio
de Guerra, a 200 metros del lugar. Y si no hubo una masacre aún peor fue por la
determinación de Perón de considerar al golpe una cuestión a resolver “entre
soldados”.
Advertido de que los sindicatos se estaban
reuniendo en la CGT para marchar hacia el centro, dio la orden de replegarse. “Usted
vuelve a la CGT y comunica, de parte del presidente de la Nación, que a la
Plaza de Mayo no debe concurrir ni un solo hombre. Si estos asesinos, para
matarlo a Perón, están bombardeando impunemente la ciudad, no les va a temblar
la mano para hacerlo sobre un montón de obreros. Éste es un enfrentamiento
entre soldados y, si caemos, caeremos entre soldados”, le dijo Perón a un
mensajero.
El Golpe fue dominado y los cabecillas
huyeron hacia Montevideo en los mismos aviones con que habían bombardeado
Buenos Aires. Tres meses después de la masacre alcanzaron el éxito y la mayoría
de los protagonistas de junio ocupó cargos importantes en el nuevo Gobierno.
Nunca hubo detenidos ni nadie pagó por los
muertos. El saldo político del bombardeo sólo puede medirse en décadas. La escalada de violencia y la guerra entre peronistas y
antiperonistas duró casi 30 años, con un punto en marzo de 1976, cuando la
Fuerzas Armadas derrocaron a Isabel, viuda de Perón. La masacre de Plaza de
Mayo es historia, pero la disputa que le dio origen aún figura en el ADN de la
política argentina.