Caso Facundo Astudillo Castro

 

caso Facundo Astudillo Castro

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La verdad que nadie quiere contar acerca de la desaparición de Facundo Astudillo Castro

Por 

 Christian Sanz  

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18/08/2020




Nada es lo que parece. Nada. La trama está lejos de ser lo que pregonan puntuales informantes, siempre interesados. Es doloroso, pero real.

 

La desaparición de Facundo Astudillo Castro, acaecida el pasado 30 de abril, es parte de una trama espesa, donde se intenta imponer una verdad que no se corresponde con lo que dice el expediente judicial.

Periodistas, grandes medios e incluso gran parte de la sociedad, son llevados de las narices por el abogado de la familia del joven desaparecido.

Se trata de un personaje polémico llamado Leandro Aparicio, quien cobró celebridad hace exactamente un año cuando trascendió un audio en el que incita a usurpar terrenos en Bahía Blanca.

El letrado intenta llegar a una conclusión antojadiza, que carece de elementos de prueba objetivos. Apela para ello a la ingenuidad de los cronistas que repiten sus acusaciones como loros, en lugar de tomarse el trabajo de ver el expediente judicial.

Grandes, medianos y pequeños medios han caído en la trampa, que le sirve al abogado para presionar a la Justicia. ¿Cuál es la intención? Avanzar contra puntuales policías bonaerenses, a los que intenta acusar de la “desaparición forzada” de Facundo. El problema, como se dijo, es que no hay evidencia en toda la causa judicial para hacerlo.

El Ministerio Público Fiscal lo dejó bien claro el pasado 8 de agosto, cuando explicó a través de una extensa resolución los motivos por los cuales decidió no avanzar contra los uniformados que habían detenido a Astudillo Castro por haber violado la cuarentena, rechazando el pedido de la querella. Es decir, la familia.

Vale la pena leerlo —aquí puede hacerse—, porque el documento refuta las pretensiones antojadizas del abogado Aparicio.

Allí mismo, por caso, la Justicia explica por qué presume que el joven siguió viaje hasta Bahía Blanca, luego de haber sido detenido por la policía:

Se advirtió un impacto de la línea de Astudillo en una antena ubicada en Ingeniero White -denominada Polopetroquímico UN- a las 16.06 del día 30/04/2020. De dicha circunstancia, informada por la empresa “Claro”, podría colegirse que el nombrado siguió su rumbo hacia Bahía Blanca, alejándose cada vez más de Origone.

Ello podría confirmar el testimonio de E.R., quien aseguró haber levantado a Facundo en una circunstancia que parecería ser la narrada por González. La testigo explicó que lo vio haciendo dedo cerca del camino de ingreso a Origone, próximo a un móvil policial.

Desde allí lo habría trasladado hasta las vías más cercanas a dicho pueblo, desde donde Facundo habría emprendido su camino hacia Bahía Blanca –lo que explicaría el impacto informado por la empresa “Claro”-.

La verosimilitud de la declaración de E.R. se ve fortalecida –al momento- con el informe aportado por el Municipio de Villarino, del que surge que su vehículo fue captado a las 16.03hs por la lectora de patentes emplazadas en el kilómetro 714 de la Ruta N° 3.

¿Cuántos medios de prensa informaron lo que acaba de mencionarse, que sí aparece en el expediente judicial? Ciertamente, unos pocos. En cambio, cientos y cientos de portales de noticias reproducen a diario las temerarias afirmaciones del abogado de la familia de Facundo, sin repreguntarle nada. Básicamente, porque ningún periodista se ha tomado el trabajo de leer esa causa judicial.

Ello explica la furia de estas horas de Sergio Berni, a quien Aparicio ha acusado de presionar al fiscal de la causa —entre otras cuestiones—. “Uno se siente ofendido por lo que dice la familia y por un abogado inescrupuloso que va a tener que dar muchas explicaciones”, sostuvo el ministro de Seguridad bonaerense.

Como sea, la pregunta crucial a esta altura es: ¿Por qué Facundo quería llegar a Bahía Blanca? La respuesta aparece en el expediente y la aportó su propia madre, Cristina Castro, aunque hoy en día omita recordar su propio testimonio: el joven fue a buscar a su exnovia, Daiana González, con quien buscaba “amigarse”.

El problema es que ella no quería verlo, sino todo lo contrario. De hecho, lo había bloqueado de toda manera posible para que no pudiera “acosarla”.

De hecho, hay un mensaje en su cuenta de Twitter que pasó totalmente desapercibido, donde da a entender esa repulsión. Fue escrito el 19 de julio, el momento más álgido de la búsqueda de Facundo.

Allí expresó: “Tanto que me decías ‘abortera’ y que no íbamos a lograr nada haciendo unas ‘marchas de mierda’, míralas, son ellas las que ahora están marchando para que aparezcas con vida! Si supieran lo que realmente eras sería una decepción terrible para todas”.

Posteriormente, el 6 de agosto, Daiana le dio “me gusta” a un sugestivo mensaje: “Si la ausencia de una persona te trae paz, en realidad no perdiste a nadie, ganaste energía positiva”.

Aunque no lo dicen, a la hora de buscar explicaciones por la evaporación de Facundo, los sabuesos sospechan de la familia de la chica. “Es una familia muy complicada, vinculada a tema drogas y armas”, sostuvo una de las fuentes a Tribuna de Periodistas.

Ello explica el incidente que Daiana tuvo con la policía el día que fueron a visitarla, que ella denunció como un “apriete”, pero que en realidad buscó despejar sospechas sobre su persona. Así lo mencionó el Ministerio Público Fiscal (y así está en expediente, se insiste):

Expresó la ex novia que la pregunta insistente que le hacían era sobre el paradero de Astudillo; las presiones y vejámenes a las que fue sometida -junto con su hermano-, se orientaban más bien a encontrarlo. En todo caso coincidió en lo que expresó la querella respecto a que le exigían “que reconozcan la existencia de algún crimen para con Facundo”, pero en el sentido de si ellos -los testigos- le habían hecho algo, o si sabían qué le podría haber pasado.

Tal proceder se condijo más con la voluntad de hallarlo, antes que con la intención de ocultar su desaparición forzada. Al menos eso surgió a primera vista.

Allí aparece un inquietante interrogante: ¿Por qué los uniformados sospechaban de la exnovia y su hermano? ¿Qué elementos ostentan en su poder para avanzar en ese camino?

Quien arrojó un indicio en tal sentido fue el intendente de Villarino, Carlos Bevilacqua: “A mí me interesa saber por qué se centra la cuestión solamente en la desaparición forzada, se relacionan cuestiones que me llaman mucho la atención, y no se sigue la línea del narcotráfico".

El mandatario comunal aprovechó para “atender” al abogado Aparicio: “Es un desfachatado que trata de ensuciar a Dios y María Santísima, pero todo tiene un límite (...) Hay que dejar de lado la ideología y la política, yo no me chupo el dedo, acá hay mucho interés. Se suben al dolor de una madre, a una cuestión que es muy grave, para promocionarse, para tener pantalla. La búsqueda de la verdad y el bien no puede ser a cualquier costo”.

De exnovias e hipótesis falsas

En una entrevista que le hizo el portal La Brújula 24 de Bahía Blanca, el fiscal Rodolfo De Lucía confirmó que "a la ex novia y su entorno le retiramos sus teléfonos porque creíamos que esta cuestión podría ser aclarada teniendo acceso a datos objetivos, información que está en los equipos telefónicos y en principio no puede ser alterada. Además, las contradicciones de la causa nos daban pie a pensar que alguien mentía".

Allí mismo, el funcionario judicial confirma: "Hay alguna declaración de la mamá en la que da cuenta de un conflicto, una discusión telefónica y manifestación de enojo y no querer volver por parte de Facundo”.

De nuevo: ¿Por qué estos datos no aparecen en los principales medios de comunicación, si son oficiales y están acreditados en el expediente judicial? La respuesta —se reitera— es simple: porque los que direccionan la investigación en la prensa son los abogados de la madre de Facundo, que tienen un interés diferente al de encontrar la verdad.

Son los mismos que han “introducido” una decena de falsedades mediáticas, que ya fueron oportunamente refutadas en el mismo expediente. El ya referido portal La Brújula24 hace un racconto de las falacias de marras, muchas de las cuales se reiteran hasta hoy:

1) Facundo estuvo secuestrado en la subcomisaría de Mayor BuratovichEs falso. No hay una sola prueba en el expediente judicial que así lo indique.

2) Se encontró el cierre de la mochila de Facundo en la subcomisaría de Buratovich. Es falso. Eso se informó reiteradamente en algunos medios nacionales y locales. Burda mentira.

3) Rastros en los patrulleros. Más allá de que no era el perito oficial, sino uno convocado por la querella, un adiestrador y su perro se acercaron a los móviles secuestrados. El animal allí marcó “esencia de Facundo”  en los dos vehículos policiales. En este caso, si lo afirmado por el entrenador fuera correcto, no haría otra cosa que corroborar la versión de los policías. Lejos de lo que se pretendió instalar como una prueba incriminatoria, se trata de todo lo contrario. La querella siempre manifestó que ninguno de los autos secuestrados eran los que habían llevado a Facundo. Uno es el que aparece en la famosa foto de Facundo (por infracción a la cuarentena) junto al policía Sosa. El otro (un patrullero negro y blanco) es el que tenía asignado el policía Alberto González y que declaró que, efectivamente, estuvo con Facundo y lo identificó sacándole foto al carnet. La querella siempre afirmó que el uniformado mentía y que nunca el chico había tomado contacto con González, ya que había sido secuestrado antes. Es decir el perro confirmó la versión del testigo. En resumen se intentó hacer aparecer un indicio de manera contraria a la que tiene, se quiso instalar una interpretación falsa.

4) Dos en una. Manchas de sangre y libros de guardia. Se afirmó (y se repitió hasta el cansancio) que en los patrulleros había sangre. Falso de toda falsedad. Por otro lado, se aseguró que los libros de guardias estaban adulterados y que allí se encontraría la verdad de lo sucedido. Los peritos de la Policía Federal analizaron los documentos e informaron que no había nada llamativo allí. Otra mentira.

5) La testigo que declaró ante la Justicia y dijo haber llevado a un chico de similares características a Facundo fue descalificada insistentemente. Sin embargo, para los investigadores tiene absoluta credibilidad (por eso organizaron rastrillajes desde el Salitral de la Vidriera hasta Cerri). Su relato quedó objetivado con la lectora de patentes del control fitosanitario. Su camioneta Honda pasa a las 16.03 del 30 de abril, coincidente exactamente con el momento que el policía Alberto González dice que Facundo se sube a una camioneta. El patrullero luego da “vuelta en U” para volver al pueblo: esa maniobra es descripta por el uniformado en su declaración, exactamente lo mismo que dice la mujer que vio por su espejo retrovisor. Además, en el caso del policía, la geolocalización del patrullero y el horario en el que su teléfono particular toma la fotografía del carnet de Facundo le dan la razón. Testigos verdaderos.

6) El teléfono de Facundo. También la tecnología aportó datos duros en ese sentido. Y señaló que el aparato estuvo activo hasta las 20.57 horas del 30 de abril. Y que las últimas antenas que lo tomaron estaban ubicadas en Bahía Blanca. La querella descree de la prueba porque afirma que mientras secuestraban a Facundo en Buratovich alguien viajó hasta Bahía a “plantar” el teléfono y además, como si fuera poco, simuló ser Facundo para intercambiar mensajes con un amigo y la exnovia. Tesis sin fundamento.

7) Se reprodujo hasta el hartazgo la información del hallazgo de ropa, una mochila y huesos “posiblemente de Facundo” tras un rastrillaje señalado por una clarividente. Aún a sabiendas de que no coincidía ninguna de las prendas y que los restos óseos pertenecían a una vaquillona, se montó un espectáculo patético de varios días. Otra farsa.

8) Testigos. La estrategia de descalificar (incluso con cuestiones personales) a los testigos que pusieron en jaque la hipótesis de la desaparición forzada también fue una constante. Los únicos que tenían credibilidad –según la instalación mediática – eran los aportados por la querella. Sin embargo, la realidad de la causa muestra otra cosa y, nuevamente, la verdad de los hechos se fue imponiendo. Los testimonios de los tres testigos -que declararon por primera vez el 4 de julio- que afirman haber visto cuando Facundo se acercaba a un patrullero, comienzan a tener algunos puntos flojos. Los investigadores quisieron “objetivar” el relato de las tres personas y se encontraron con una sorpresa: el auto en el que viajaban los testigos no aparece en la lectora de patentes ubicada en el control fitosanitario. Es decir, ese vehículo –marca Peugeot 206– nunca quedó registrado en el sentido Villarino-Bahía el 30 de abril. Ante este dato, la querella salió a denunciar que esos registros fueron alterados y parte de la prensa lo repitió sin ningún sustento. La Justicia lo tomó como evidencia creíble y válida. Y, como si todo fuera poco, el móvil policial que dicen los testigos que estaba en el lugar y la hora que declaran no aparece en el registro de georreferenciación del AVL ubicado en dicho lugar. Prueba dura sobre los testimonios.

9) El hallazgo de una artesanía en un cuarto externo del puesto de vigilancia de Origone, que según la madre perteneció a Facundo, le agrega aristas realmente increíbles a la historia. Según sostuvo la querella, Facundo nunca llegó a Origone porque lo llevaron a la subcomisaría de Buratovich. Afirmaron que el policía Alberto González (de Origone) nunca estuvo con Facundo, que mintió para encubrir a sus colegas secuestradores del pueblo anterior. ¿Entonces? Según esta línea de pensamiento, al joven lo secuestraron (primero dijeron en km 776, luego “rumbo a Ascasubi”), lo trasladaron a la subcomisaría  de Buratovich y más tarde se llevaron parte de sus pertenencias (altamente comprometedoras) para depositarlas en una bolsa de basura del puesto vial de Origone? Teoría que no se sostiene aplicando el más mínimo sentido común.

10) Móvil. ¿Cuál sería el móvil de los ignotos agentes de Buratovich para secuestrar y desaparecer a un chico de 22 años? ¿Cometerían semejante delito luego de que todos supieran que habían sido los últimos en verlo en la ruta, de quedar retratados hasta con una foto y formalizando y elevando las actuaciones a un juzgado? ¿Los testigos (al menos cuatro) que no pertenecen a La Bonaerense y que confirman que Facundo siguió su viaje hacia Bahía, qué motivos tendrían para encubrir semejante atrocidad?

Ante lo arriba sostenido, los propios editores del portal La Brújula24 se preguntan lo mismo que este cronista: “Tras este cúmulo de datos duros, la pregunta que se impone es por qué motivos se sostiene algo que no se demuestra en las constancias de la causa y que pone palos en la rueda para el esclarecimiento de los hechos. ¿Qué intención tienen aquellos que, a sabiendas o por ignorancia, instalan y repiten una historia tan alejada de la verdad?”.



Podría no significar nada. O sí. Habría que ver qué diría Sigmund Freud, “descubridor” del célebre “lapsus linguae”.

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