LA
GRAN ESTAFA ALIMENTARIA. LA MONSANTO DE BILL GATES
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Monsanto Chemical Company fue fundada en
1901 por un estadounidense y Caballero de Malta, John Francis Queeny, en la
universidad jesuita de San Louis, Missouri, EEUU, el mismo año que J.P. Morgan,
Caballero Papal de la Orden de los Santos Mauricio y Lázaro, nombró a John A.
Farrel como su presidente.
Tres caballeros de Malta jesuitas, unidos
casualmente por un Nuevo Orden Mundial. Queeny era un químico autodidacta que
llevó la tecnología de la fabricación de la venenosa sacarina, el primer
edulcorante artificial, de Alemania a Estados Unidos.
En los años 20, Monsanto se convirtió en
uno de los principales fabricantes de ácido sulfúrico y de otros productos
básicos de la industria química, y desde la década del 40 hasta nuestros días,
es una de las cuatro únicas compañías que han estado siempre entre las 10
primeras empresas químicas de Estados Unidos.
En
los años 40, el negocio de Monsanto giraba en torno a los plásticos y las
fibras sintéticas. En 1947, un carguero francés que transportaba nitrato de
amonio (utilizado como fertilizante) explotó en un muelle a unos 90 metros de
la fábrica de plásticos de Monsanto en las afueras de Galveston, en Texas. Más
de 500 personas murieron en lo que llegó a ser considerado como uno de los más
grandes desastres de la industria química. La planta producía estireno y
plásticos de poliestireno, que aún se usan para envases de alimentos y otros
productos de consumo masivo. En los años 80, la Agencia de Protección del Medio
Ambiente de los Estados Unidos (EPA), colocó al poliestireno en el quinto lugar
de la clasificación de productos químicos cuya producción genera las mayores
cantidades totales de residuos peligrosos.
En 1929, la Swann Chemical Company,
adquirida poco después por Monsanto, desarrolló los bifenilos policlorados
(PCBs por sus siglas en inglés), que fueron muy alabados por su estabilidad
química y su ininflamabilidad. Las pruebas de los efectos tóxicos de los PCBs
vienen de los años 30, cuando científicos suecos que estudiaban los efectos
biológicos del DDT comenzaron a hallar concentraciones significativas de PCBs
en la sangre, pelo y tejidos grasos de los animales silvestres. La
investigación durante los años 60 y 70 reveló que los PCBs y otros compuestos
organoclorados aromáticos eran carcinógenos poderosos, y también los
relacionaron con un amplio conjunto de trastornos reproductivos, de desarrollo
y del sistema inmunológico. Aunque la fabricación de PCBs se prohibió en
Estados Unidos en 1976, sus efectos tóxicos y perturbadores del sistema
endocrino persisten en todo el mundo.
La relación de Monsanto con la dioxina se
remonta a la fabricación del herbicida 2, 4, 5-T, que comenzó a finales de la
década de los 40. Casi inmediatamente, los trabajadores comenzaron a enfermar,
con erupciones en la piel, dolores inexplicables en las extremidades,
articulaciones y otras partes del cuerpo, debilidad, irritabilidad, nerviosismo
y pérdida del deseo sexual. Documentos internos muestran que la compañía sabía
que aquellas personas estaban realmente tan enfermas como decían, pero la
empresa mantuvo todas las pruebas ocultas.
Monsanto envenenó Vietnam con el herbicida
conocido como Agente Naranja, que fue usado
por
las fuerzas militares estadounidenses para defoliar los ecosistemas de selva
tropical de Vietnam durante los años 60, era una mezcla que provenía de varias
fuentes con grandes concentraciones de dioxina.
El venenoso Roundup Ready es el herbicida
más vendido del mundo. Monsanto promociona agresivamente el Roundup como un
herbicida seguro y de uso general en cualquier lugar, desde céspedes y huertas
hasta grandes bosques. En 1997, Monsanto respondió a cinco años de quejas del
fiscal general del estado de Nueva York relativas a que sus anuncios del
Roundup eran engañosos, cambiando sus anuncios en el sentido de borrar las
referencias a la “biodegradabilidad” y al carácter “ambientalmente positivo”
del herbicida. La serie de grandes multas y decisiones judiciales contra
Monsanto en Estados Unidos incluyen responsabilidades en casos de muerte por
leucemia, multas de 40 millones de dólares por el vertido de productos
peligrosos al medio ambiente, y muchos otros episodios.
Monsanto y la farmafia están estrechamente
unidos. Los productos farmacéuticos de Monsanto tienen también un historial
inquietante.
El
producto estrella de la compañía farmacéutica Searle, subsidiaria de Monsanto,
es el edulcorante artificial “aspartamo“, vendido bajo los nombres comerciales
de Nutrasweet y Equal.
En 1981, cuatro años antes de que Monsanto
comprase Searle, un comité consultivo de la FDA (Food and Drug Administration)
compuesto por científicos independientes, confirmó informes que afirmaban que
el aspartamo podría inducir tumores cerebrales.
La
FDA retiró a Searle la licencia de venta del aspartamo, pero esta decisión fue
anulada por un nuevo comisionado nombrado por el entonces presidente
bilderberiano Ronald Reagan. En ese momento el actual Secretario de Defensa de
Estados Unidos, Donald Rumsfeld, era el presidente de la compañía.
Casualidades.
Un estudio de 1996 publicado en la revista
científica Journal of Neuropathology and Experimental Neurology ha suscitado de
nuevo la preocupación, relacionando el aspartamo con un incremento súbito de
cánceres cerebrales a poco de introducirse la substancia.
La Unidad de Investigación sobre Política
Científica de la Universidad de Sussex, Inglaterra, cita una serie de informes
de los años 80, que relacionan el aspartamo con un conjunto amplio de
reacciones adversas en consumidores sensibles, incluyendo dolores de cabeza,
visión borrosa, entumecimiento, pérdida de audición, espasmos musculares y
ataques inducidos de tipo epiléptico, entre otras muchas dolencias.
Monsanto, las vacas y el Posilac es otra
historia de la leche. Monsanto fue una de las cuatro empresas que querían
introducir en el mercado una hormona sintética del crecimiento bovino,
producida por la bacteria E. coli, manipulada genéticamente para producir la
proteína bovina.
El esfuerzo de Monsanto, que duró 14 años,
para lograr la aprobación de la FDA a la comercialización de la BGH
recombinante, estuvo lleno de controversias, llegándose a denunciar un esfuerzo
coordinado para suprimir información sobre los efectos perjudiciales de la
hormona.
La hormona de Monsanto se aprobó por la
FDA para su venta comercial a principios de 1994. El año siguiente, la Unión de
Agricultores de Wisconsin, hizo público un estudio de las experiencias de los
granjeros con la droga. Sus hallazgos excedieron los 21 problemas potenciales
de salud que Monsanto fue obligada a incluir en la etiqueta de advertencia de
su marca Posilac (nombre comercial de la rBGH).
Se obtuvieron muchos informes de muertes
espontáneas entre vacas tratadas con rBGH, alta incidencia de infecciones de
ubres, graves dificultades metabólicas y problemas en los partos y, en algunos
casos, imposibilidad de apartar a las vacas tratadas de la substancia, a la que
se habían habituado.
Muchos ganaderos experimentados que usaron
la rBGH tuvieron que reemplazar de repente una buena parte de sus rebaños.
En lugar de responder a las causas de las
quejas de los ganaderos sobre la rBGH, Monsanto emprendió la ofensiva,
amenazando con demandas judiciales contra las pequeñas empresas lecheras que
anunciaban sus productos como libres de la hormona artificial, y participando
en una acción legal interpuesta por varias asociaciones industriales de
comercio contra la primera (y única) ley de etiquetado obligatorio para la rBGH
en Estados Unidos.
Todo ello mientras aumentaban las pruebas
de los efectos perjudiciales de la rBGH en la salud de las vacas y de las
personas.
Los
esfuerzos para impedir el etiquetado de las exportaciones estadounidenses de
soja y maíz manipulados genéticamente, parecen indicar que Monsanto sigue
aplicando las tácticas ingeniadas por la compañía para sofocar las quejas
contra la hormona de la leche.
Monsanto sigue ganando terreno con
“Roundup Ready” y ha aumentado su producción en los últimos años. Habiendo
expirado la patente de Roundup en Estados Unidos en el año 2000, y con una
competencia de productos genéricos de glifosato surgiendo en todo el mundo, el
“paquete” de herbicida Roundup y semillas “Roundup Ready” se ha convertido en
la piedra angular de la estrategia de Monsanto para seguir aumentando sus
ventas de herbicida.
Los posibles efectos ambientales y
sanitarios de los cultivos tolerantes al Roundup no han sido investigados
completamente; por ejemplo, los efectos alergénicos, el caracter invasivo o de
mala hierba de estos cultivos y la posibilidad de que la resistencia al
herbicida se transfiera vía polen a otras semillas de soja o a otras plantas
emparentadas.
Mientras que los problemas con la soja
resistente a herbicidas son despreciados como algo muy genérico y especulativo,
la experiencia de los algodoneros con las semillas manipuladas genéticamente
por Monsanto constituye una historia muy diferente.
Desde 1996 Monsanto ha sacado dos
variedades de algodón manipulado genéticamente; una es una variedad resistente
al Roundup, y la otra, llamada “BT“, segrega una toxina bacteriana para
controlar los daños producidos por plagas del algodón.
La
toxina, derivada del Bacillus thuringiensis (B.t.), se ha utilizado por los
agricultores ecológicos desde los primeros años 70 en forma de un aerosol
natural bacteriano.
Pero a diferencia de las bacterias B.t.,
que viven relativamente poco, y segregan su toxina en una forma que sólo se
activa en los sistemas digestivos de ciertos gusanos y orugas, los cultivos
“BT” modificados genéticamente segregan una forma activa de la toxina a lo
largo del ciclo vital de la planta.
Gran parte del maíz genéticamente
manipulado del mercado es una variedad con capacidad de segregar esta toxina
bacteriana, ideada para repeler al gusano de la raíz del maíz y a otras plagas
comunes.
El primer problema de estos cultivos que
segregan plaguicidas es que la presencia de la toxina en todo el ciclo vital de
la planta favorece la aparición de cepas resistentes al B.t. entre los
insectos.
La EPA ha determinado que una resistencia
extendida al B.t. puede convertir en inefectivas las aplicaciones naturales de
la bacteria B.t. en apenas tres o cinco años, y pide a los agricultores que
planten hasta un 40 por ciento de sus cultivos con algodón no manipulado
genéticamente, para que sirva de “refugio” a los insectos y evitar la aparición
de resistencias al B.t.
En segundo lugar, la toxina segregada por
estas plantas puede dañar a insectos beneficiosos, además de aquellas otras
especies que los agricultores quieren eliminar.
Los efectos nocivos del algodón “BT” han
resultado ser mucho más rápidos de lo esperado, tanto que Monsanto y sus socios
han retirado del mercado más de 2 millones de kilos de semillas de algodón
manipuladas genéticamente, y han acordado pagar a los cultivadores de Estados
Unidos una indemnización de muchos millones de dólares.
A pesar de estos problemas, Monsanto sigue
fomentando el uso de la ingeniería genética en la agricultura al tomar el
control de muchas de las mayores y más establecidas empresas de semillas en los
Estados Unidos, controlando el 85 por ciento del mercado estadounidense de
semillas de algodón.
Monsanto tiene a favor, como no podría ser
de otra manera, al poder mediático. Bajo la gestión de su presidente, el
bilderberiano Robert Shapiro, Monsanto ha apartado todos los obstáculos para
transformar su imagen de un suministrador de productos químicos peligrosos en
una institución ilustrada y con visión de futuro, que lucha para alimentar al
mundo.
Shapiro se describe a sí mismo como un
visionario y un hombre renacentista, encargado de la misión de usar los recursos
de la compañía para cambiar el mundo: “No es un problema de buenos y malos. No
sirve para nada decir si los malos se fueran, entonces el mundo iría bien, es
el sistema entero el que ha de cambiar, hay una gran oportunidad para
reinventarlo”, dice el ejecutivo de Monsanto.
El sistema “reinventado” de Shapiro es tal
que no sólo continúan existiendo las grandes empresas, sino que además éstas
ejercen cada vez un mayor control sobre nuestras vidas.
Pero últimamente se nos dice que Monsanto
se ha reformado, que se ha desprendido con éxito de sus divisiones de industria
química y que se ha comprometido a reemplazar los productos químicos con
“información”, en forma de semillas manipuladas genéticamente y otros productos
de la biotecnología. Esto no deja de ser una ironía viniendo de una compañía
cuyo producto más rentable es un herbicida.
Monsanto demuestra claramente que ha
aprendido a utilizar la charlatanería adecuada. Así, Roundup no es un
herbicida, sino “una forma de minimizar las labores del suelo y reducir la
erosión”.
Los cultivos de ingeniería genética no son
simplemente fuentes de beneficio para Monsanto, “sino que surgen para resolver
el problema inexorable del crecimiento de la población”. Por último, se nos
quiere hacer creer que la agresiva promoción de la biotecnología que lleva a
cabo Monsanto no es fruto de la arrogancia empresarial, sino simplemente una
“ley de la naturaleza”.
Pero el crecimiento de cualquier
tecnología no es simplemente una “ley de la naturaleza”. Las tecnologías no son
fuerzas sociales en sí mismas, ni simples herramientas neutrales que se pueden
utilizar para alcanzar cualquier fin social, sino el producto de unas
instituciones sociales y de unos intereses económicos particulares.
El almacén de semillas de Svalbard y
Monsanto, unidas por casualidad. Cuando la Fundación Gates, la Fundación
Rockefeller, Monsanto, Dupont y otras oscuras empresas bilderberianas se juntan
para financiar un proyecto, sin duda es muy inquietante.
El proyecto Svalbard, Noruega, es una
especie de Arca de Noé a 800 millas de distancia del Polo Norte en la que se
mantienen 250 millones de semillas para preservar el material genético de las
plantas en el caso de un posible evento cataclísmico, esto sin duda genera
preocupación. ¿Qué sabe Bill Gates, David Rockefeller y la gente de Monsanto
que nosotros no sabemos?
El proyecto, que ha recibido 30 millones
de los Gates más algo de apoyo del gobierno de Noruega además del
financiamiento de estas otras empresas, está siendo realizado pese a que ya
existen bancos genéticos en China, Rusia, Alemania, Canadá y demás países. Uno
supondría que estas semillas ya están bien protegidas.
F. William Engdahl, autor de “Seeds of
Destruction: The Hidden Agenda of Genetic Manipulation” cree que al mismo
tiempo que financían la bóveda de Svalbard, los bilderberianos Gates,
Rockefeller y Monsanto han unido fuerzas para promover la expansión de los
alimentos genéticamente modificados en África y en distintas partes del mundo.
En un artículo en la Red Voltaire, Engdahl
apunta que la Fundación Rockefeller ha financiado la llamada “Revolución
Verde”, cuyo supuesto fin era alimentar a los pobres del mundo y los alimentos
genéticamente modificados desde su inicio.
Una de las posibilidades funestas es que
se ejecute un plan de control de población, a través de alimentos genéticamente
modificados, una forma de bioterrorismo, como el “Terminator” de Monsanto y se
preserven los alimentos no modificados para la élite.
Engdahl dice sin tapujos: “El tiempo dirá
si la Bóveda de Semillas de Svalbard del Fin del Mundo de Bill Gates y de la
Fundación Rockefeller es parte de otra Solución Final, que involucra la
extinción final del Gran Planeta Tierra”.
El irracional sistema de patentes de los
transgénicos que tiene Monsanto es espeluznante. Las leyes de patentes que
rigen el uso de cultivos y semillas modificados genéticamente (OGM) es una
locura. Por un lado, los derechos sobre las semillas transgénicas no parecen
terminar nunca.
Por
el contrario, el resto de productos se rigen por la “doctrina del agotamiento”,
lo que significa que los derechos del titular de la patente de un producto
determinado se acaba cuando el producto se vende al usuario final.
Pero en el caso de las semillas
transgénicas, de empresas como Monsanto, puede imponer su derecho de patente
incluso en las semillas de la tercera o cuarta generación. Es una situación
irracional de los llamados derechos de autor.
Se trata de un doble castigo para los
agricultores, particularmente en los Estados Unidos. Los agricultores que no
desean cultivar plantas transgénicas, optan por comprar semillas convencionales
o eligen la agricultura ecológica, pues bien, son penalizados si sus cultivos
se contaminan con los cultivos transgénicos.
En lugar de sancionar al que contamina con
este tipos de cultivos, Monsanto ha desarrollado un irracional sistema de
patentes de modo que quien sufre las consecuencias además se hace responsable y
paga.
El caso Vernon Bowman versus Monsanto de
septiembre de 2011 es un ejemplo muy elocuente.En este caso, la mayor compañía
mundial de semillas transgénicas volvió a prevalecer. El agricultor de Indiana
fue multado con 84.456 dólares por haber plantado semillas transgénicas que estaban
mezcladas con las semillas convencionales que compró, indistinguibles a simple
vista unas de otras.
La Corte de Apelaciones de Washington
confirmó la sentencia en primera instancia, siendo favorable a Monsanto. Estas
semillas transgénicas son empleadas en los cultivos de tecnología Roundup
Ready, que no se distinguen de las otras. Los compradores deben firmar acuerdos
de licencia que no se requieren normalmente con las semillas convencionales.
Y he aquí cómo se tuercen las cosas: Si
bien el Tribunal consideró que esos acuerdos no pueden extenderse a la segunda
generación de semillas, también dijo que los agricultores no pueden utilizar
una tecnología patentada por Monsanto “infringiendo las restricciones sobre
material genético, semillas y plantas”.
Los peligros de la soja transgénica de
Monsanto son evidentes. En 2009, los sindicatos agrícolas del estado sureño de
Rio Grande do Sul impugnaron la imposición de esos derechos, argumentando que
era un impuesto injusto y que era prácticamente imposible mantener la soja
Roundup Ready separada de las variedades convencionales de semillas.
La soja transgénica es muy contaminante y
los agricultores estaban siendo castigados por algo que está más allá de su
control. Sin embargo, el gigante de las semillas sostuvo que tenía el derecho a
cobrar ese 2% de las ventas totales de soja del agricultor siempre y cuando se
encontrasen semillas con alguno de los rasgos genéticos patentados.
Hay una interesante historia sobre la soja
transgénica en Brasil. Las semillas transgénicas de soja fueron introducidas de
contrabando desde la vecina Argentina en la década de 1990, ya que el uso de
esta tecnología estaba prohibida y castigada hasta la última década.
Desde su legalización, Monsanto ha acusado
a los agricultores brasileños y exigido el 2% de sus ventas de soja, una gran
cantidad, ya que representa cerca del 85% de la cosecha de soja del país.
Monsanto tiene mucho cuidado en analizar la soja que se vende como no
transgénica, y si aparecen semillas Roundup Ready, cobra a los agricultores una
tasa del 3% sobre sus ventas.
En abril, un juez de Rio Grande do Sul
falló a favor de los agricultores y ordenó a Monsanto a devolver los derechos
cobrados desde el año 2004, lo que supone un mínimo de 2 mil millones de
dólares. Monsanto apeló y un tribunal federal ordenó que el fallo se aplicara a
nivel nacional.
Es
decir, que ahora Monsanto tendrá que devolver 7,5 mil millones de dólares. “La
ley otorga a los agricultores el derecho a utilizar las semillas que compran y
no se les puede obligar a pagar (otra vez)”, argumentó el abogado de los
agricultores.
La decisión sobre este proceso puede durar
años y mientras tanto Monsanto puede seguir cobrando los derechos. Sin embargo,
los agricultores brasileños esperan que al final les den la razón. Si es así,
podrían desencadenarse otra serie de demandas legales en otros lugares.
En la India, Monsanto también cobra
derechos sobre sus semillas, estimándose que ha cobrado una cantidad de 20000
millones de rupias desde el momento en el que el algodón transgénico hizo su
debut.
Se cobra una cantidad por adelantado de
varios miles de rupias a cada uno de los titulares de licencias de la India y
recaba derechos por cada paquete de semillas Bollgard Bt, lo que supone
aproximadamente los dos tercios del coste de cada paquete. Esperemos a ver cómo
se desarrollan las cosas en Brasil.
Monsanto también quiere patentar los
cerdos. La firma bilderberiana estadounidense de biotecnología, Monsanto, ha
solicitado una patente para la cría de cerdos en 160 países.
La patente es para partes específicas del
material genético de los cerdos, que los investigadores de genética de Monsanto
han decodificado. Si esta patente es concedida, la cría de cerdos sólo sería
posible con la aprobación de la empresa.
Los agricultores y ganaderos deberían
estar alarmados porque, naturalmente, estos genes han existido por mucho tiempo
en la gran mayoría de sus cerdos.
Estos
ganaderos deben usar pruebas de ADN para probar que no hay nueva invención en
las solicitudes de patente, porque, la concesión de esta patente sería permitir
que una parte de la naturaleza a caer en manos de una sola empresa.
La influencia de Monsanto en las oficinas
de patentes es enorme. Si la patente se aprueba, los criadores de cerdos
tendrán que pagar a Monsanto por cada cerdo en el mundo que posea los
marcadores genéticos que Monsanto haya patentado. Este ha sido el caso de
ciertos alimentos como el maíz genéticamente modificado.
Muchos agricultores en los EE.UU. se han
convertido en esclavos dependientes de la empresa por cultivar semillas de maíz
con algún gen modificado por esta empresa. No es simplemente una cuestión de
dinero, sino también de riesgo para los consumidores.
En Estados Unidos, como en Europa, los
casos de infertilidad en los animales alimentados con maíz modificado
genéticamente se están convirtiendo en algo común. Nadie sabe a ciencia cierta
cuáles son los efectos que estos productos están teniendo en los seres humanos,
aparte de los ya conocidos.
Bill Gates, Monsanto y la eugenesia. Gates
está promoviendo activamente una toma de control corporativo de la agricultura
mundial.
Después de haber sido expuesto que la
Fundación Bill & Melinda Gates, ideado por el filantrópico bilderberiano
fundador de Microsoft Bill Gates, comprara 500.000 acciones de Monsanto en el
2010 por valor de más de $23 millones, está suficientemente claro que esta
llamada caridad benevolente está haciendo algo que no es la erradicación de la
enfermedad y la alimentación de los pobres del mundo.
Resulta que el legado de la familia Gates
ha sido el de tratar de dominar y controlar los sistemas del mundo, incluyendo
las áreas de tecnología, la medicina y ahora la agricultura.
La Fundación Gates, familiarmente exenta
de impuestos, se encuentra actualmente en el proceso de gastar miles de
millones de dólares en nombre del humanitarismo para establecer un monopolio
mundial de alimentos dominado por los genéticamente modificados (GM) y las
semillas.
Y en base a la historia de la
participación de la familia Gates en los asuntos mundiales, parece que uno de
sus principales objetivos, además de establecer un control corporativo de la
oferta mundial de alimentos es reducir la población mundial, por una cantidad
significativa en el proceso.
El padre del Gates, William H. Gates Sr.
era el jefe del grupo eugenésico Planned Parenthood una renombrada organización
que nació de la Sociedad Americana de Eugenesia. En una entrevista en 2003 con
Bill PBS Moyers, Bill Gates, admitió que su padre era el jefe de Planned
Parenthood, que fue fundada con el concepto de que la mayoría de los seres
humanos son sólo criadores “imprudentes” y “malas hierbas humanas” en necesidad
de sacrificio.
Gates también admitió durante la
entrevista que la participación de su familia en temas reproductivos a lo largo
de los años ha sido extensa, haciendo referencia a su propia adhesión antes de
que las creencias de la eugenesia de Thomas Robert Malthus, quien creía que las
poblaciones del mundo necesitan ser controladas a través de restricciones de
reproducción.
Aunque
Gates afirma ahora que tiene una visión diferente, parece como si las
iniciativas de su fundación fuera sólo un método modificado del de Malthus pero
mucho más discreto para reducir la población a través de las vacunas y los
organismos genéticamente modificados.
Gates ha invertido mucho en la conversión
de los sistemas agrícolas de Asia y África a OGM. La asociación de William
Gates Sr. con Planned Parenthood y la continua influencia en el ámbito de
“población y salud reproductiva” es importante porque Gates padre es
copresidente de la Fundación Bill & Melinda Gates.
Este largo periodo eugenésico “guías de la
visión y la dirección estratégica” de la Fundación Gates, actualmente está muy
centrado en forzar los OGM en África a través de su financiación de la Alianza
para una Revolución Verde en África (AGRA).
La Fundación Gates ha dado por lo menos
$264,5 millones en compromisos de subvenciones a Agra, y también habría
contratado al Dr. Robert Horsch, un ex-ejecutivo de Monsanto durante 25 años
que desarrolló Roundup, para dirigir el AGRA en el 2006.
De acuerdo con un informe publicado en La
Vía Campesina en el 2010, el 70 por ciento de los beneficiarios de AGRA en
Kenia trabajan directamente con Monsanto, y casi el 80 por ciento de la
financiación de la Fundación Gates se dedica a la biotecnología.
El mismo informe explica que la Fundación
Gates prometió $880 millones en abril de 2010 para crear el Programa Mundial de
Agricultura y Seguridad Alimentaria (GAFSP), que es un fuerte promotor de los
OMG. GAFSP, por supuesto, fue responsable de proveer $35 millones en “ayudas”
en los terremotos de la destrozada Haití y que será utilizado para la
aplicación de los sistemas agrícolas modificados genéticamente y tecnologías.
En 2003, la Fundación Gates invirtió $25
millones en “GM (genéticamente modificados) de investigación para desarrollar
semillas enriquecidas con vitaminas y proteínas para los pobres del mundo”, un
movimiento al que muchas organizaciones benéficas internacionales y grupos de
agricultores se opusieron con vehemencia.
Y en 2008, la Fundación Gates otorgó $26,8
millones a la Universidad de Cornell para la investigación de trigo
transgénico, que es el próximo principal cultivo en la mira de canalización de
cultivos de alimentos transgénicos de Monsanto.
Si controlas la agricultura, controlarás
las poblaciones del mundo. Los lazos de la Fundación Gates con Monsanto y la
agricultura empresarial en general, dicen mucho acerca de su agenda real del
Nuevo Orden Mundial, que consiste en crear un sistema monopólico de control del
mundo en todos los ámbitos de la vida humana.
Las vacunas, productos farmacéuticos, los
organismos genéticamente modificados, control de reproducción, la manipulación
del clima, el falso calentamiento global, estos y otros muchos puntos de
entrada son los medios por los que la Fundación Gates está haciendo grandes
esfuerzos para controlar el mundo fingiendo ayudar a mejorarlo y preservarlo.
Gates y compañía han abrazado la promoción
de paradigmas corporativamente poseídos y controlados de agricultura y medicina
que sólo contribuyen a esclavizar y matar a los más pobres del mundo. Es muy
evidente que los transgénicos han arrebatado a los grupos de personas que ya
empobrecidas por la destrucción de sus sistemas agrícolas nativos, como se ha
visto en la India.
Algunos pueden decir que los esfuerzos de
Gates son sobre todo por el dinero, mientras que otros pueden decir que es
acerca del poder y el control. Tal vez sea una combinación de ambos, donde
Gates se encuentra todavía en el negocio de promover sus propias inversiones comerciales,
que incluyen la compra de acciones de Monsanto, mientras que al mismo tiempo
invierte en programas para promocionar a Monsanto.
Cualquiera que sea el caso, simplemente no
hay duda de que Gates tiene ahora un interés directo en ver el éxito de
Monsanto en la difusión de los OGM en todo el mundo. Y desde que Gates
abiértamente facilita el crecimiento de Monsanto en nuevos mercados a través de
sus “esfuerzos humanitarios”, resulta evidente que la familia Gates “está en la
cama” con Monsanto.
“Aunque
Bill Gates podría tratar de decir que la Fundación no está ligada a su negocio,
lo único que demuestra es lo contrario: la mayor parte de sus donaciones
terminan favoreciendo las inversiones comerciales del magnate, en realidad no
“dona” nada, en lugar de pagar los impuestos a las arcas del Estado, invierte
sus ganancias en donde le es favorable económicamente, incluida la propaganda
de sus supuestas buenas intenciones”, escribió Silvia Ribeiro en la fuente de
noticias mexicana La Jornada en 2010.
“Por el contrario, con sus ‘donaciones’
financia proyectos tan destructivos como la geoingeniería (Chemtrails) o la
sustitución de medicina natural por medicamentos patentados de alta tecnología
en las zonas más pobres del mundo.
Gates también se dedica a intentar
destruir la agricultura rural en todo el mundo, principalmente a través de la
“Alianza por una revolución verde en África” (AGRA).
Funciona
como un caballo de Troya para privar a los pobres agricultores africanos de sus
semillas tradicionales, reemplazándolas con las semillas de sus principales
compañías,y finalmente por organismos genéticamente modificado (GM).”
Monsanto en España tiene una importante
misión. Nos venden que los cultivos transgénicos no son peligrosos, pero son un
gran experimento biológico. Cuando introducimos genes de medusa, insectos o
bacterias en una semilla, estamos creando seres que nunca hubiera alumbrado la
naturaleza.
En el año 2005 el maíz bt176 fue prohibido
por la Unión Europea, pero para entonces España ya se había convertido en el
país con mayor cantidad de hectáreas cultivadas con maíz transgénico de Europa,
y uno de los 14 países del mundo con más de 60.000 hectáreas dedicadas a estos
cultivos, según el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones
Agrobiotecnológicas (ISAAA).
En el mismo año 2005 sucedió algo muy
extraño en la Comunidad Europea, después de que en el mes de Febrero se
prohibiese el maíz tipo bt176, en Agosto se aprobó la importación de maíz tipo
MON863 para fabricación de piensos para alimentación animal, y aún más extraño
fue la manera en que se aprobó.
De los 25 países que componían la Unión
Europea, solo 7 votaron a favor (Alemania, Estonia, Francia, Holanda,
Finlandia, Reino Unido y Suecia), 4 se abstuvieron (España, Bélgica, República
Checa e Irlanda) y 14 se opusieron (Polonia, Portugal, Dinamarca, Grecia,
Italia, Chipre, Austria, Malta, Luxemburgo, Hungría, Lituania, Letonia,
Eslovenia y Eslovaquia).
Debido a que los resultados de las
votaciones se alcanzan por mayoría cualificada (cada país tiene asignado un
número de votos). En este caso fueron 108 votos a favor y 182 en contra; el
mismo sistema empleado requiere 232 votos de al menos 13 Estados para alcanzar
una decisión. En el caso de no llegarse a ese número de votos, la CE tiene
potestad para tomar la decisión, e incomprensiblemente decidió aprobarlo.
De esta manera tan propia del estilo
Monsanto, es como empezó a meter su maíz en Europa. Un año mas tarde Monsanto
consiguió que varios países de Europa, entre ellos España, designasen campos de
cultivo para experimentar con cultivos de maíz Roundup Ready NK603 de Monsanto.
En España se designaron los siguientes campos para ensayo.
- Castilla -León: dos localidades en
Zamora (Fuentes de Ropel y Coreses), una en León (Toral de Guzmanes) y una en
Salamanca (La Vellés).
- Aragón: dos localidades en Huesca
(Almudévar y Grañén) y dos en Zaragoza (Torres de Berrellén y Tauste).
- Castilla La Mancha: una localidad en
Toledo (Malpica de Tajo).
- Navarra: dos localidades (Ribaforada y
Buñuel).
- Madrid: una localidad (Aranjuez).
Las semillas transgénicas adquieren
características nuevas para resistir a determinadas plagas o agroquímicos.
Algunas, podrán crecer casi sin agua y otras, nos ayudarán a combatir supuestas
enfermedades inexistentes. El problema es que esas semillas no son de todos, ya
no están en manos de los agricultores. Ahora están patentadas y pertenecen a
las multinacionales. El MON 810, es el transgénico que se cultiva en España.
Durante años sólo ha habido un cultivo
modificado genéticamente autorizado en Europa. Es un maíz insecticida: el MON
810, una patente de la multinacional bilderberiana Monsanto. España es el único
país de la Unión Europea que lo cultiva a gran escala. Este maíz tiene
incorporados genes de una bacteria del suelo que para que genere una toxina que
mata a los gusanos de la plaga del taladro.
Para el vendido y corrupto gobierno
español de los sobres, un grupo muy importante de esbirros científicos
bilderberianos, y las multinacionales eugenésicas mafiosas biotecnológicas, los
transgénicos son seguros.
Todos sus ridículos estudios garantizan
falsamente que no perjudican a la salud ni al medio ambiente.
Monsanto no aclara nada y su papanatas
Director de Biotecnología para España y Portugal de Monsanto, Carlos Vicente,
hace el ridículo espantoso a lo Simulaciones Cospedal SA, eso si, en diferido,
en esta imprescindible entrevista de la SER: http://www.cadenaser.com/actualidad/audios/seguros
transgenicos/csrcsrpor/20090306csrcsr_14/Aes/
Los grupos ecologistas, sin embargo, han
pedido que se retire el MON 810 de nuestros campos. Porque, según sus informes,
también científicos, puede afectar a la biodiversidad y, a largo plazo, a la
salud. Piden que en España se aplique el principio de precaución siguiendo el
ejemplo de Francia, Alemania o Italia.
Si no somos agricultores o no ganamos
dinero con la patente, lo lógico es que no queramos transgénicos ni en nuestros
campos ni en nuestro plato, por si acaso.
El caso es que es lo que estás comiendo
en miles de productos y quizás tengas algún campo de cultivo cerca y te estén
fumigando cada día. Y para los que ven cirros y no se dan cuenta que respiran
aluminio y más porquerías de las chemtrails que fumiga Monsanto en sus narices,
dejo este video: “¿Por qué están fumigando al mundo?”
http://www.youtube.com/watch?v=g-SwPkSkRHE
Al final de este post, dejo varios videos
más y links que desmontan a esta corporación genocida bilderberiana.
Monsanto y los mercenarios de Blackwater,
también tienen cosas en común. En un reporte de Jeremy Scahill publicado en The
Nation (Blackwater’s Black Ops, 15/9/2010) reveló que el ejército mercenario
más grande del mundo, Blackwater (ahora llamado Xe Services) le vendió
servicios clandestinos de espionaje a la trasnacional Monsanto.
Muchos militares y ex oficiales de la CIA
trabajan para Blackwater o alguna de las empresas vinculadas que creó para
desviar la atención de su mala fama y generar más lucros vendiendo sus nefastos
servicios, que van desde información y espionaje hasta infiltración, cabildeo
político y entrenamiento paramilitar, a otros gobiernos, bancos y empresas
trasnacionales.
Según Scahill los negocios con las
trasnacionales como Monsanto, Chevron, y gigantes financieros como Barclays y
Deutsche Bank , todos bilderberianos, se canalizan a través de dos empresas que
son propiedad de Erik Prince, dueño de Blackwater: Total Intelligence Solutions
y Terrorism Research Center. Éstas comparten oficiales y directivos de
Blackwater.
Los
beneficios de Monsanto en 2009 fueron 2.000.000.000$, cifra que se redujo en
2010 a 1.000.000.000$, después de que demandaran a Monsanto agricultores,
activistas y diversas organizaciones por contaminación de cultivos y tierras o
por los productos alimenticios, como la inclusión de uranio en productos para
mujeres embarazadas.
Después de dicho esto, como siempre, tú
decides lo que comes y das de comer a los tuyos. Mientras los corruptos medios
de defecación masiva te marean absurdamente con que si el Pistorius mató a la
novia con un bate o a tiros, o con las trazas de carne de caballo, Monsanto te
envenena por todos lados y la2 hace hasta un programa a favor, para que comas
más.
Ya sabes que una china vacunicida junto a
un traficante de armas y un ghanés que rocía DDT en África están a la cabeza de
la OMS, que un jesuita maltés antiabortista y homófobo es el Comisario Europeo
de la Salud. Son los que “cuidan” de nosotros. Aún así no me creas. Investiga
todo lo que has leído, vas a encontrar mucha información ahora que internet aún
es libre, y esto es sólo una pieza más de la enrevesada matrix en la que vives.
Y recuerda, la sinergia ha comenzado, debemos unirnos pués somos uno.
Syneidesis para todos.
Un
abrazo y mucha fuerza.
Manu
Escrig.