| caso Facundo Astudillo Castro https://periodicotribuna.com.ar/27008-la-verdad-que-nadie-quiere-contar-.html La verdad que nadie quiere contar acerca de la desaparición de Facundo
  Astudillo Castro Por  - 
 Nada es lo que parece. Nada.
  La trama está lejos de ser lo que pregonan puntuales informantes, siempre
  interesados. Es doloroso, pero real.   La desaparición de Facundo Astudillo Castro, acaecida el pasado 30 de abril, es parte de una trama espesa, donde
  se intenta imponer una verdad que no se corresponde con lo que dice el
  expediente judicial. Periodistas, grandes medios e incluso
  gran parte de la sociedad, son llevados de las narices por el abogado
  de la familia del joven desaparecido. Se trata de un personaje polémico
  llamado Leandro Aparicio, quien cobró celebridad hace exactamente
  un año cuando trascendió un audio en el que
  incita a usurpar terrenos en Bahía Blanca. El letrado intenta llegar a una
  conclusión antojadiza, que carece de elementos de prueba objetivos. Apela
  para ello a la ingenuidad de los cronistas que repiten sus acusaciones como
  loros, en lugar de tomarse el trabajo de ver el expediente judicial. Grandes, medianos y pequeños medios
  han caído en la trampa, que le sirve al abogado para presionar a la Justicia.
  ¿Cuál es la intención? Avanzar contra puntuales policías bonaerenses,
  a los que intenta acusar de la “desaparición forzada” de Facundo. El
  problema, como se dijo, es que no hay evidencia en toda la
  causa judicial para hacerlo. El Ministerio Público Fiscal lo dejó
  bien claro el pasado 8 de agosto, cuando explicó a través de una
  extensa resolución los motivos por los cuales
  decidió no avanzar contra los uniformados que habían detenido a Astudillo
  Castro por haber violado la cuarentena, rechazando el pedido de la querella.
  Es decir, la familia. Vale la pena leerlo —aquí puede hacerse—, porque el documento refuta las pretensiones antojadizas del
  abogado Aparicio. Allí mismo, por caso, la Justicia
  explica por qué presume que el joven siguió viaje hasta Bahía Blanca,
  luego de haber sido detenido por la policía: Se advirtió un impacto de la línea de
  Astudillo en una antena ubicada en Ingeniero White -denominada
  Polopetroquímico UN- a las 16.06 del día 30/04/2020. De dicha circunstancia,
  informada por la empresa “Claro”, podría colegirse que el nombrado siguió su
  rumbo hacia Bahía Blanca, alejándose cada vez más de Origone. Ello podría confirmar el testimonio
  de E.R., quien aseguró haber levantado a Facundo en una circunstancia que
  parecería ser la narrada por González. La testigo explicó que lo vio haciendo
  dedo cerca del camino de ingreso a Origone, próximo a un móvil policial. Desde allí lo habría trasladado hasta
  las vías más cercanas a dicho pueblo, desde donde Facundo habría emprendido
  su camino hacia Bahía Blanca –lo que explicaría el impacto informado por la
  empresa “Claro”-. La verosimilitud de la declaración de
  E.R. se ve fortalecida –al momento- con el informe aportado por el Municipio
  de Villarino, del que surge que su vehículo fue captado a las 16.03hs por la
  lectora de patentes emplazadas en el kilómetro 714 de la Ruta N° 3. ¿Cuántos medios de prensa informaron
  lo que acaba de mencionarse, que sí aparece en el expediente judicial? Ciertamente,
  unos pocos. En cambio, cientos y cientos de portales de noticias
  reproducen a diario las temerarias afirmaciones del abogado de la familia de
  Facundo, sin repreguntarle nada. Básicamente, porque ningún
  periodista se ha tomado el trabajo de leer esa causa judicial. Ello explica la furia de estas horas
  de Sergio Berni, a quien Aparicio ha acusado de presionar al
  fiscal de la causa —entre otras cuestiones—. “Uno se siente ofendido por lo
  que dice la familia y por un abogado inescrupuloso que va a tener que
  dar muchas explicaciones”, sostuvo el ministro de Seguridad bonaerense. Como sea, la pregunta crucial a esta
  altura es: ¿Por qué Facundo quería llegar a Bahía Blanca? La respuesta
  aparece en el expediente y la aportó su propia madre, Cristina Castro,
  aunque hoy en día omita recordar su propio testimonio: el joven fue a
  buscar a su exnovia, Daiana González, con quien buscaba “amigarse”. El problema es que ella no quería
  verlo, sino todo lo contrario. De hecho, lo había bloqueado de toda
  manera posible para que no pudiera “acosarla”. De hecho, hay un mensaje en su cuenta
  de Twitter que pasó totalmente desapercibido, donde da a entender esa
  repulsión. Fue escrito el 19 de julio, el momento más álgido de la búsqueda
  de Facundo. Allí expresó: “Tanto que me decías
  ‘abortera’ y que no íbamos a lograr nada haciendo unas ‘marchas de mierda’,
  míralas, son ellas las que ahora están marchando para que aparezcas con
  vida! Si supieran lo que realmente eras sería una decepción terrible
  para todas”. Posteriormente, el 6 de agosto,
  Daiana le dio “me gusta” a un sugestivo mensaje: “Si la ausencia de
  una persona te trae paz, en realidad no perdiste a nadie, ganaste energía
  positiva”. Aunque no lo dicen, a la hora de
  buscar explicaciones por la evaporación de Facundo, los sabuesos sospechan de
  la familia de la chica. “Es una familia muy complicada, vinculada a
  tema drogas y armas”, sostuvo una de las fuentes a Tribuna de
  Periodistas. Ello explica el incidente que Daiana
  tuvo con la policía el día que fueron a visitarla, que ella denunció como un
  “apriete”, pero que en realidad buscó despejar sospechas sobre su persona.
  Así lo mencionó el Ministerio Público Fiscal (y así está en expediente, se
  insiste): Expresó la ex novia que la pregunta
  insistente que le hacían era sobre el paradero de Astudillo; las presiones y
  vejámenes a las que fue sometida -junto con su hermano-, se orientaban más
  bien a encontrarlo. En todo caso coincidió en lo que expresó la querella
  respecto a que le exigían “que reconozcan la existencia de algún crimen para
  con Facundo”, pero en el sentido de si ellos -los testigos- le habían hecho
  algo, o si sabían qué le podría haber pasado. Tal proceder se condijo más con la
  voluntad de hallarlo, antes que con la intención de ocultar su desaparición
  forzada. Al menos eso surgió a primera vista. Allí aparece un inquietante
  interrogante: ¿Por qué los uniformados sospechaban de la exnovia y su
  hermano? ¿Qué elementos ostentan en su poder para avanzar en ese camino? Quien arrojó un indicio en tal
  sentido fue el intendente de Villarino, Carlos Bevilacqua: “A mí
  me interesa saber por qué se centra la cuestión solamente en la desaparición
  forzada, se relacionan cuestiones que me llaman mucho la atención, y
  no se sigue la línea del narcotráfico". El mandatario comunal aprovechó para
  “atender” al abogado Aparicio: “Es un desfachatado que trata de
  ensuciar a Dios y María Santísima, pero todo tiene un límite (...) Hay que
  dejar de lado la ideología y la política, yo no me chupo el dedo, acá
  hay mucho interés. Se suben al dolor de una madre, a una cuestión
  que es muy grave, para promocionarse, para tener pantalla. La búsqueda de la
  verdad y el bien no puede ser a cualquier costo”. De exnovias e hipótesis falsas En una entrevista que le hizo el
  portal La Brújula 24 de Bahía Blanca, el
  fiscal Rodolfo De Lucía confirmó que "a la ex novia y su entorno le
  retiramos sus teléfonos porque creíamos que esta cuestión podría ser aclarada
  teniendo acceso a datos objetivos, información que está en los equipos
  telefónicos y en principio no puede ser alterada. Además, las contradicciones
  de la causa nos daban pie a pensar que alguien mentía". Allí mismo, el funcionario judicial
  confirma: "Hay alguna declaración de la mamá en la que da cuenta de
  un conflicto, una discusión telefónica y manifestación de enojo y no querer
  volver por parte de Facundo”. De nuevo: ¿Por qué estos datos no
  aparecen en los principales medios de comunicación, si son oficiales y están
  acreditados en el expediente judicial? La respuesta —se reitera— es simple:
  porque los que direccionan la investigación en la prensa son los abogados de
  la madre de Facundo, que tienen un interés diferente al de encontrar
  la verdad. Son los mismos que han “introducido”
  una decena de falsedades mediáticas, que ya fueron oportunamente refutadas en
  el mismo expediente. El ya referido portal La Brújula24 hace
  un racconto de las falacias de marras, muchas de las cuales se reiteran hasta
  hoy: 1) Facundo estuvo secuestrado
  en la subcomisaría de Mayor Buratovich. Es falso. No hay una
  sola prueba en el expediente judicial que así lo indique. 2) Se encontró el cierre de la
  mochila de Facundo en la subcomisaría de Buratovich. Es falso.
  Eso se informó reiteradamente en algunos medios nacionales y locales. Burda
  mentira. 3) Rastros en los
  patrulleros. Más allá de que no era el perito oficial, sino uno
  convocado por la querella, un adiestrador y su perro se acercaron a los
  móviles secuestrados. El animal allí marcó “esencia de Facundo”  en los
  dos vehículos policiales. En este caso, si lo afirmado por el entrenador
  fuera correcto, no haría otra cosa que corroborar la versión de los policías.
  Lejos de lo que se pretendió instalar como una prueba incriminatoria, se
  trata de todo lo contrario. La querella siempre manifestó que ninguno de los
  autos secuestrados eran los que habían llevado a Facundo. Uno es el que
  aparece en la famosa foto de Facundo (por infracción a la cuarentena) junto
  al policía Sosa. El otro (un patrullero negro y blanco) es el que tenía
  asignado el policía Alberto González y que declaró que, efectivamente, estuvo
  con Facundo y lo identificó sacándole foto al carnet. La querella siempre
  afirmó que el uniformado mentía y que nunca el chico había tomado contacto
  con González, ya que había sido secuestrado antes. Es decir el perro confirmó
  la versión del testigo. En resumen se intentó hacer aparecer un indicio de
  manera contraria a la que tiene, se quiso instalar una interpretación
  falsa. 4) Dos en una. Manchas de
  sangre y libros de guardia. Se afirmó (y se repitió hasta el cansancio)
  que en los patrulleros había sangre. Falso de toda falsedad. Por
  otro lado, se aseguró que los libros de guardias estaban adulterados y que
  allí se encontraría la verdad de lo sucedido. Los peritos de la Policía
  Federal analizaron los documentos e informaron que no había nada llamativo
  allí. Otra mentira. 5) La testigo que declaró ante la
  Justicia y dijo haber llevado a un chico de similares características a
  Facundo fue descalificada insistentemente. Sin embargo, para los
  investigadores tiene absoluta credibilidad (por eso organizaron
  rastrillajes desde el Salitral de la Vidriera hasta Cerri). Su relato quedó
  objetivado con la lectora de patentes del control fitosanitario. Su camioneta
  Honda pasa a las 16.03 del 30 de abril, coincidente exactamente con el
  momento que el policía Alberto González dice que Facundo se sube a una
  camioneta. El patrullero luego da “vuelta en U” para volver al pueblo: esa
  maniobra es descripta por el uniformado en su declaración, exactamente lo
  mismo que dice la mujer que vio por su espejo retrovisor. Además, en el caso
  del policía, la geolocalización del patrullero y el horario en el que su
  teléfono particular toma la fotografía del carnet de Facundo le dan la
  razón. Testigos verdaderos. 6) El teléfono de Facundo. También la
  tecnología aportó datos duros en ese sentido. Y señaló que el aparato estuvo
  activo hasta las 20.57 horas del 30 de abril. Y que las últimas antenas que
  lo tomaron estaban ubicadas en Bahía Blanca. La querella descree
  de la prueba porque afirma que mientras secuestraban a Facundo en Buratovich
  alguien viajó hasta Bahía a “plantar” el teléfono y además, como si fuera
  poco, simuló ser Facundo para intercambiar mensajes con un amigo y la
  exnovia. Tesis sin fundamento. 7) Se reprodujo hasta el hartazgo la
  información del hallazgo de ropa, una mochila y huesos “posiblemente de
  Facundo” tras un rastrillaje señalado por una clarividente. Aún a sabiendas
  de que no coincidía ninguna de las prendas y que los restos óseos pertenecían
  a una vaquillona, se montó un espectáculo patético de varios días. Otra
  farsa. 8) Testigos. La
  estrategia de descalificar (incluso con cuestiones personales) a los testigos
  que pusieron en jaque la hipótesis de la desaparición forzada también fue una
  constante. Los únicos que tenían credibilidad –según la instalación mediática
  – eran los aportados por la querella. Sin embargo, la realidad de la causa
  muestra otra cosa y, nuevamente, la verdad de los hechos se fue imponiendo.
  Los testimonios de los tres testigos -que declararon por primera vez el 4 de
  julio- que afirman haber visto cuando Facundo se acercaba a un patrullero,
  comienzan a tener algunos puntos flojos. Los investigadores quisieron
  “objetivar” el relato de las tres personas y se encontraron con una
  sorpresa: el auto en el que viajaban los testigos no aparece en la
  lectora de patentes ubicada en el control fitosanitario. Es decir, ese
  vehículo –marca Peugeot 206– nunca quedó registrado en el sentido
  Villarino-Bahía el 30 de abril. Ante este dato, la querella salió a denunciar
  que esos registros fueron alterados y parte de la prensa lo repitió sin
  ningún sustento. La Justicia lo tomó como evidencia creíble y válida. Y, como
  si todo fuera poco, el móvil policial que dicen los testigos que estaba en el
  lugar y la hora que declaran no aparece en el registro de georreferenciación
  del AVL ubicado en dicho lugar. Prueba dura sobre los testimonios. 9) El hallazgo de una
  artesanía en un cuarto externo del puesto de vigilancia de Origone,
  que según la madre perteneció a Facundo, le agrega aristas realmente
  increíbles a la historia. Según sostuvo la querella, Facundo nunca llegó a
  Origone porque lo llevaron a la subcomisaría de Buratovich. Afirmaron que el
  policía Alberto González (de Origone) nunca estuvo con Facundo, que mintió
  para encubrir a sus colegas secuestradores del pueblo anterior. ¿Entonces?
  Según esta línea de pensamiento, al joven lo secuestraron (primero dijeron en
  km 776, luego “rumbo a Ascasubi”), lo trasladaron a la subcomisaría  de
  Buratovich y más tarde se llevaron parte de sus pertenencias (altamente
  comprometedoras) para depositarlas en una bolsa de basura del puesto vial de
  Origone? Teoría que no se sostiene aplicando el más mínimo sentido
  común. 10) Móvil. ¿Cuál sería el móvil de
  los ignotos agentes de Buratovich para secuestrar y desaparecer a un chico de
  22 años? ¿Cometerían semejante delito luego de que todos supieran que
  habían sido los últimos en verlo en la ruta, de quedar retratados hasta con
  una foto y formalizando y elevando las actuaciones a un juzgado? ¿Los
  testigos (al menos cuatro) que no pertenecen a La Bonaerense y que confirman
  que Facundo siguió su viaje hacia Bahía, qué motivos tendrían para encubrir
  semejante atrocidad? Ante lo arriba sostenido, los propios
  editores del portal La Brújula24 se preguntan lo mismo que
  este cronista: “Tras este cúmulo de datos duros, la pregunta que se impone es
  por qué motivos se sostiene algo que no se demuestra en las constancias de la
  causa y que pone palos en la rueda para el esclarecimiento de los
  hechos. ¿Qué intención tienen aquellos que, a sabiendas o por
  ignorancia, instalan y repiten una historia tan alejada de la verdad?”. 
 Podría no significar nada. O sí.
  Habría que ver qué diría Sigmund Freud, “descubridor” del
  célebre “lapsus linguae”. ©
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