UN GRITO
AHOGADO, SIN SONIDO, Y SIN ECO - Juan
Carlos Quiroga
No aprendemos, hay algo que socaba la
visión de conciencia, y la mantiene en la oscuridad, nos mutila el sentido de
la proyección general del contexto. ¿por qué digo esto? Porque vivi-mos
inmersos entre palabrerío decorativo, y de difícil comprensión etimológica,
para enmar-carnos una serie de conductas sociales, que enmascaran ignorancia y
trasgresiones.
La base de todo, de la cual todavía no
aprendemos, y seguimos dando de cabezazos a las paredes, es un axioma de más de
dos mil años, eduquemos a nuestros niños
y evitaremos casti-gar a los hombres. Y quizás esto se concatene con otros
pensamientos transcontinentales parecidos de igual profundidad, como otros
milenarios de origen tibetano, no sirve
aplicar la ley si no explicas su origen, y hasta el uso de los amautas en
el imperio Inca (la trasmisión de las conductas en versos), o quizás uno de los
mejores ejemplos el libro más antiguo trasmitido en versos perfectos el
Mahabhárata.
¿Qué
sentido tiene la intimidación a cumplir una regla? Como la del marqués de
Beccaría, en el siglo XVIII, en el inmortal de
los delitos y de las penas al decir: No
es la crueldad de las penas uno de los más grandes frenos de los delitos, sino
la infalibilidad de ellas. La certidumbre del castigo, aunque moderado,
hará siempre mayor impresión que el temor de otro más terrible pero unido con
la esperanza de la impunidad, porque los males, aunque pequeños, cuando son
ciertos amedrentan siempre. El castigo para obligar a algo que debía ser
aceptado como convi-vencia social, ¿o acaso no era aceptado porque provocaba
alguna incomodidad, que la pereza de revisarla, la traslada a la penalidad?
Nuestra ceguera contextual se pone de
manifiesto, cuando traemos ejemplos históricos de reglamentaciones, sin
implicar el ambiente social de época, en 1944, Perón buscaba insertar a la
Argentina en el nuevo orden posterior a la Segunda Guerra Mundial y, en
paralelo, responder a los problemas derivados de la cuestión social.
En un abrir y cerrar de ojos creó la
Justicia Nacional del Trabajo, reorganizó la Secretaría de Trabajo y Previsión,
llevándola a todos los rincones del país, atendió a los trabajadores del campo eliminando
conchabos, vales y cuasi monedas y, potenció a los sindicatos. Todo esto fue
enmarcado en una sociedad que no tenía televisión, celulares, ni estaba
informatizada. Los argentinos nacionalizados, inmigrantes, buscaban trabajar en
oficios duros, industria metalúr-gica, maderera, minera, etc. Y buscaban
trabajar lealmente, algo que las décadas posteriores fueron degradando
progresivamente, la desindustrialización del país, junto a las privatiza-ciones,
la degradación del sistema educativo (que experimentó con el EGB, un fracaso en
Europa), la informatización incontrolada de los sistemas de impuestos, la
aturdida comunica-ción de noticias y datos, a través de celulares, televisión
internet, satélites, hizo que hubiera un cambio social profundo que aún no
digerimos. Alvin Toffler en su libro La tercer ola anticipó que en el futuro,
no muy lejano (hoy), se iba a requerir una mente más que un músculo en el
trabajo, lo que le faltó decir es que las leyes de trabajo de 1940 iban a ser
impracticables en esta época, algo que la generación de mayores no entiende o
usa a su favor para pasarla bien.
Argentina esta apretada, desde los ´70,
por ocultos tratados leoninos, por lobbies interna-cionales, que no son parte
de ninguna teoría conspirativa paranoica, como argumentan algu-nos que viven en
una realidad implantada por su propio escapismo; simplemente son optimi-zación
de ganancias (John Perkins). Un territorio rico y abundante donde sus
habitantes están sumidos en la pobreza y autoritarismo, por falta de
conocimiento, hoy la educación nos deja una generación que desconoce el trabajo
genuino y leal, tanto en los trabajadores como en los empleadores. Décadas de
gobernación inútil, transformaron a los jóvenes, hoy aturdidos y desorientados,
en nómades sin metas. Las leyes laborales, los sindicatos, no tienen sentido,
un joven de hoy con un celular puede ganar plata virtualmente, con muchos
métodos, bróker de bolsa, tienda virtual, etc. Un ámbito donde la paradoja
entre lo virtual y material se tensa y es campo de siembra para los robots.
Por qué digo esto? Porque el sistema
financiero, que, en su especulación virtual, ajeno a una economía basada en los
recursos, que crea números desde un teclado hacia un algoritmo, derrumba
industrias dejando empleados humanos en la calle, por diferentes repercusiones de
mercado, y lo hace a la velocidad de un clic o touch, llevando al desempleado a
buscar sus-tento en oficios lejos de sistemas productivos o transformadores de
materia prima, oficios de administración, intermediario, revendedor, u otros.
El sistema financiero se muerde la cola,
desequilibrando el intercambio social, libros que invitan a hacerse rico con
inversiones, renta por plazos fijos inmobiliarios, cursos y grupos sociales
para manejar grupos de inversión en bolsa una ganancia que depende de la produc-ción
real para mantener el consumo. Qué pasaría si todos los repartidores de los
sistemas de reparto (Delivery), pasaran a ser inversionistas, intermediarios o
vendedores? Una compara-ción extrema y absurda, para darnos cuenta que los
robots están listos para reemplazarnos, drones, sistemas automatizados. Sin ir
muy lejos la firma Amazon está probando drones para su sistema de repartos; el
armado de motores (eléctricos o de combustión) cada vez tiene más robots
automatizados, y somos nosotros mismos los que proponemos el cambio, perdiendo
la visión del contexto actual e histórico, no adecuando nuestros reglamentos
ante un progreso informatizado que atropella nuestros análisis.
Simplemente la comodidad de lo inmediato
no nos permite ver lo trascendente a futuro, que-dando frente a frente en un
grito mutuo de argumentos personales, confrontados, sin sonido, silenciados por
los algoritmos de redes sociales en internet.
Después que leí esta nota comprendí como
todos los actores de la política, gremialistas y empresarios trabajan para este
sistema que quiere imponer otro orden. Solamente así se entiende lo que están
llevando adelante.